La temática de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) tiene una presencia inédita en la agenda de temas de los empresarios y en desarrollos conceptuales en los ámbitos académicos, a tal punto que se ha presentado un proyecto de ley en la Legislatura provincial para la creación de un registro que otorgará un certificado a empresas con responsabilidad social. Por otra parte, ya existe en el Congreso de la Nación un proyecto de ley de RSE que fija el marco jurídico de esta responsabilidad al cual se deben ceñir las empresas nacionales y extranjeras “que cuenten con más de 300 trabajadores, las que acudan a la financiación de los mercados financieros organizados o que pretendan participar en licitaciones públicas u obtener créditos públicos”, estableciendo normas de transparencia y control de las empresas con sus grupos de interés.
Sea por verdadera conciencia social o no, el fenómeno de la RSE registra un sostenido crecimiento y es eje de debate la conveniencia de normar estas iniciativas o apuntar al genuino desarrollo de este tipo de acciones.
Para Miguel Cavatorta, administrador de empresas y director de Relaciones Públicas e Institucionales del Colegio Universitario IES, no es conveniente normar la RSE porque “no es un rótulo”, sino “acciones libres que aportan valor y que están integradas a la gestión estratégica integral del negocio”.
– ¿Conviene regular estas iniciativas?
– Entendemos que no es conveniente, aun reconociendo que la legalidad es la base para nuestras relaciones y que la existencia de un certificado de RSE que acredite, tras una evaluación detallada y una validación universitaria, a todas aquellas empresas que superen determinados umbrales mínimos en cada una de las dimensiones y categorías de relacionamiento consideradas, representaría un elemento significativo para las empresas y para la sociedad. Sobrevivir dentro del ámbito de la legalidad vigente ya implica un importante esfuerzo para nuestras pequeñas y medianas empresas.
En un contexto de empresas con verdadero poder para influir en las personas, sus prácticas y sus valores, junto a públicos que procuran un equilibrio de intereses, la RSE es una forma de analizar, comprender e intervenir en el nuevo diálogo que se establece entre estas organizaciones y su comunidad. La empresa moderna ya no es una mera institución económica, la RSE es un modo de reconocer esta dinámica de poder, de valoración de la legalidad y, fundamentalmente, de construcción de legitimidad.
– Es decir que si la RSE fuera impuesta y no voluntaria, no tendría sentido.
– Puede definirse a la RSE como el conjunto de acciones planeadas a favor de las personas y su dignidad, emprendidas libremente por la empresa, que presentan las características de estar vinculadas de algún modo al desarrollo del negocio y a sus grupos de interés y que van más allá del cumplimiento de la ley. Estamos entonces frente a acciones libres que aportan valor y que están integradas a la gestión estratégica integral del negocio y no como un rótulo. Discutir profundamente el rol de la empresa en la sociedad (RES) es una forma de referirnos a la ética empresaria y, en realidad, lo obligatorio no es motivo de debate. Si hay ley, no estamos frente a decisiones éticas. La ley no llena un eventual vacío moral y en la vida de las empresas siempre hay situaciones en las que el contenido de la ley resulta insuficiente para la toma de algunas decisiones.
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