“El Covid-19 no solo amenaza vidas, sino que también se ha convertido en una crisis política que amenaza el futuro de la democracia liberal”.
La advertencia fue lanzada por más de 70 instituciones y líderes políticos y cívicos de todo el mundo, en una carta abierta que se redactó fruto de una iniciativa de la organización IDEA Internacional (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, en sus siglas en inglés), con sede en Estocolmo, y de la Fundación Nacional para la Democracia, de Washington.
En distintas regiones del planeta, la emergencia sanitaria llevó a la imposición de controles que, con la excusa de frenar los contagios, restringen los derechos humanos y silencian a opositores y periodistas.
Ante ese panorama, los firmantes de la misiva enfatizaron que hay gobernantes que están usando la crisis para silenciar a sus críticos y endurecer sus mandatos “prescindiendo de la supervisión parlamentaria” o “de los marcos temporales para la restauración del orden constitucional”.
El llamamiento lo suscribieron, entre otros, el polaco Lech Walesa; los Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y Svetlana Alexievitch y organizaciones como Transparencia Internacional, el Centro Internacional Olof Palme y Freedom House.
“La represión no ayudará a controlar la pandemia. Acallar la libertad de expresión, encarcelar a los disidentes pacíficos, suprimir la supervisión parlamentaria y posponer las elecciones indefinidamente no harán nada por proteger la salud pública”, dice el texto, que no cita a ningún país en concreto pero insiste con que la situación actual supone “un reto global sin precedentes” para la democracia frente a quienes utilizan la emergencia como “un nuevo campo de batalla político”.
“La democracia no garantiza un liderazgo competente y una gobernanza eficaz. Si bien las democracias predominan entre los países que han actuado con mayor eficacia para contener al virus, otras actuaron deficientemente en su respuesta y han pagado un precio muy alto en vidas humanas y seguridad económica. Las democracias que tienen un desempeño deficiente debilitan aún más a la sociedad y crean vías de entrada para los regímenes autoritarios” , añade la carta abierta, que reclama que las libertades no se den por sentadas.