El pasado día 7, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anunciaba la posibilidad de que en este año se alcanzara un récord en la producción mundial de cereales, 2.611 millones de toneladas, por encima del registro máximo anterior correspondiente 2016. Así, está previsto que la producción global de trigo en 2017 se eleve a 748,8 millones de toneladas; que la de cereales “secundarios” (como maíz y cebada) llegue a 1.359 millones de toneladas; y que también alcance un récord la producción mundial de arroz: 503 millones de toneladas.
No obstante estas estimaciones, los medios informativos se hicieron eco el 16 pasado del informe de la FAO “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, que apunta que el hambre afectó durante 2016 a 815 millones de personas en el planeta, lo que representa 11% de la población mundial.
La cifra supone un repunte, afirma Naciones Unidas, luego de una década de descenso. Además, la ONU subraya la existencia de conflictos -489 millones de personas castigadas por el hambre viven en países afectados por ellos- y factores como el cambio climático o la crisis económica global como causas del incremento (el hambre afectó en 2016 a 38 millones de personas más que en 2015). Entre otros ejemplos, el documento resalta las hambrunas a principios de 2017 declaradas en Sudán del Sur, donde cinco millones de personas padecen inseguridad alimentaria; y los riesgos de que ocurra otro tanto en Yemen, Somalia y el noreste de Nigeria. La FAO también alerta de que el hambre azota hoy a la mitad de la población en la República Centroafricana.
En la síntesis del informe de 144 páginas, Naciones Unidas añade que cerca de 155 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición crónica, y 52 millones desnutrición aguda. Otro aspecto sobre el que se llama la atención es el de los adultos obesos: 641 millones (13% de los adultos del planeta); además, 41 millones de niños menores de cinco años padecen sobrepeso. Por otra parte, la cifra de mujeres de entre 15 y 49 años afectadas por anemia alcanza 613 millones, lo que supone 33% de las mujeres en edad fértil de todo el planeta.
El documento de la FAO analiza el hambre por regiones. Así, el continente más afectado por la es África (20% de la población continental). En este punto se observa una notable diferencia entre el África Septentrional, donde las personas que sufren hambre representan 8,3% de la població, y el África Subsahariana (22,7%). Los mayores índices mundiales se registran en el África Oriental, donde 33,9% de la población está subalimentada. El segundo continente más castigado por el hambre, según la FAO, es Asia (11,7% de la población), seguido por Oceanía (6,8%) y América Latina y el Caribe (6,6%). En esta región se observa un agudo contraste entre la población afectada en Latinoamérica (5,9%), y en el Caribe (17,7%). En otra escala se sitúan, según la FAO, América del Norte y Europa, donde las tasas de hambre/población resultan inferiores a 2,5%.
Otro punto en el que se advierten grandes desequilibrios territoriales es el de los niños con retraso en el crecimiento o “deficiencia” en talla para su edad: la gran mayoría viven en Asia (87 millones) y África (59 millones). En cuanto a la obesidad, se ha producido un incremento a escala global desde 1975, “y el ritmo se ha acelerado en la última década”, apunta el informe “El estado de la seguridad alimentaria…”. De hecho, mientras que en América del Norte, Europa y Oceanía 28% de los adultos es obeso, el porcentaje se reduce a 11% en África y 7% en Asia. En tanto, en América Latina y el Caribe la obesidad afecta cerca de 25% de la población adulta.
También la anemia afecta a las mujeres en edad reproductiva de modo diferente: más de 35% de ellas, de entre 15 y 49 años en África y Asia, y una tasa inferior a 20% en América del Norte, Europa y Oceanía, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe de la FAO destaca los conflictos como una causa cada vez más relevante de inseguridad alimentaria y malnutrición en el planeta.
La tendencia apunta al crecimiento: más de 100 millones de personas sufrían en 2016 un “nivel crítico” de inseguridad alimentaria, en comparación con los 80 millones de 2015. Situación relacionada con diversos fenómenos: 19 países registran crisis prolongadas (la mayoría en África) debido a situaciones de conflicto y violencia, en otros casos grandes sequías (Irak, Afganistán y Siria), en otros inundaciones y ciclones tropicales en Sudán, Burundi, República Democrática del Congo y Yemen. En estos casos, una parte significativa de la población es “muy vulnerable” al hambre, la enfermedad y la erosión de los medios de vida.
El informe advierte de que muchos de los conflictos que se prolongan en el tiempo franquean las fronteras nacionales y cobran una dimensión regional. Así ocurre en el Cuerno de África y la región africana de los Grandes Lagos; entre Afganistán, India y Pakistán; o en el caso de Camerún, Chad y el norte de Nigeria, por la violencia del grupo terrorista Boko Haram.
A la afección sobre la vida y los derechos humanos de los procesos señalados se agrega la dimensión macroeconómica. Así, un estudio reciente titulado “The economic costs of civil war”- realizado en una veintena de países-, concluye que la existencia de conflictos armados reduce hasta 17,5% el PIB por habitante (cifra promedio) en los países afectados.
Sin embargo, el porcentaje varía de modo notable según los países, ya que si la caída de la producción en Siria fue, según el estudio citado por el periodista español Enric Llopis, de 50% entre 2010 y 2015, la merma del PIB en Libia llegó a 24% en 2014 “después que se desatara la violencia”, apunta Naciones Unidas. En el caso de Yemen, el desplome de la producción nacional osciló entre 25% y 35% en 2015, año cuando comenzaron los bombardeos en el país, liderados por Arabia Saudita.