Ricardo Arriazu auna cualidades que con poca frecuencia aparecen juntas en nuestro país: es uno de los economistas más respetados por el establishment económico y financiero, pero a la vez un profesional de muy bajo perfil, poco propenso a la exposición mediática. El próximo lunes arribará a Córdoba para ofrecer una conferencia en el marco del ciclo “Argentina, 200 años de historia”, organizado por la Universidad Empresarial Siglo 21. En diálogo con Comercio y Justicia, Arriazu consideró que Argentina ya “atraviesa un proceso de rebote” tras la debacle internacional y que es necesario un ajuste del sector público. Asimismo, estimó que es preciso ordenar la “guerra de desgaste” en la que están lanzados los diversos sectores económicos para definir quién paga los costos de la crisis.
– Tras varios meses de profunda recesión, ¿ya atravesamos el piso de la crisis a nivel mundial?
– En mi última visita a Córdoba, en marzo, afirmé que ya se habían tomado las medidas adecuadas para enfrentar la crisis y que la economía mundial ya se estaba recuperando. Es exactamente lo que se está dando. Las cifras que tenemos indican que, en el primer trimestre, la economía mundial en su conjunto cayó 6,4%, mientras que en el segundo creció un poco más de 1%, todo en los países emergentes. Toda Asia, o países como Brasil y Perú ya salieron de la crisis y están rebotando. Estados Unidos va a salir en este trimestre, pues ya hay indicadores en ese sentido. Europa y Japón van a tardar un poco más.
– ¿Cuál es la situación de Argentina en ese contexto?
– Debería estar en ese proceso de rebote. Los precios agrícolas, que habían tocado el mínimo en febrero, luego rebotaron de más y más tarde ajustaron para abajo, aún siguen más altos que en febrero. Desde ese punto de vista, Argentina está en ese proceso de rebote. Pero aún le falta hacer cosas a Argentina, fudamentalmente al sector público, porque el país como un todo, en su conjunto, ya hizo el ajuste.
– ¿Y a quiénes afectó ese ajuste?
– Quienes lo pagaron fueron el campo, los industriales que no pueden vender a Brasil, el obrero que trabaja menos horas, el que quedó desempleado y el trabajador no sindicalizado que perdió ingreso real. Pero hay un sector de la economía que no ajustó, que es el sector público: al bajar el ingreso argentino, cayó la recaudación en términos reales, pero los gastos no cayeron, entonces el sector público nacional pasó a déficit y el sector público provincial también. Por ahí pasa el debate que está comenzando en este momento, cuando todo el mundo va a pedirle plata a la Nación y el Estado nacional no tiene.
– ¿Es inevitable pensar en un ajuste del sector público?
– Es inevitable. Lo que puede hacerse es minimizar el costo del ajuste generando confianza para que la gente no saque dinero, porque eso aumentaría la actividad y la recaudación y facilitaría el ajuste.
Estamos en un momento en que todo el mundo le va a pedir a la Nación: las provincias, el campo, los sindicatos, la Unión Industrial. Eso es lo que en la literatura se llama “una guerra de desgaste”, a través de la cual los sectores intentan evitar ser quienes pagan el ajuste y pretenden transferirle el problema a otro sector. Cuando eso se hace de forma desordenada,