La amalgama entre diseño y gastronomía fue evolucionando junto a la proliferación de restaurantes y el culto por la buena cocina a tal punto que hoy se ha transformado en una pieza clave que puede llegar a determinar el éxito o fracaso de un emprendimiento.
Por Carolina Brenner – [email protected]
Así como un buen plato se saborea primero con la mirada, el espacio que lo rodea completa el mundo de sensaciones que se generan a partir de un almuerzo o cena. En este punto, la arquitectura y el diseño adquieren gran protagonismo y su receta es determinante a la hora de colmar las expectativas de los comensales.
La experiencia gastronómica trasciende a la comida en sí misma y se nutre de otros aspectos omnipresentes como la ambientación, la estructura y el concepto global del restaurante, detalles que determinan una porción importante del éxito o fracaso de la propuesta culinaria.
La idea, el mobiliario, la iluminación y distribución de un espacio gastronómico juegan un papel trascendental al momento de seducir a los clientes y diferenciarse de una competencia cada vez más exigente y variada.
De la creatividad y habilidad de los profesionales en la materia surgirá la concepción que le da vida al entorno y acompañe al menú en una sincronía perfecta. Es el paso previo de todo emprendimiento y al mismo tiempo el más difícil, puesto que su resultado será clave para lograr el estilo buscado y el suceso del negocio.
“En un principio es esencial estudiar al cliente, establecer un diálogo fluido con él, apreciar sus gustos, su forma de pensar y obtener como un primer round de estudio mutuo. Recién ahí comienzan a surgir las primeras ideas. Otro punto fundamental a tener en cuenta es el nombre del lugar, que en la mayor parte de los casos aporta un significado especial al proyecto. Y, por supuesto, el perfil del usuario al que se dirige el restaurante”, comentó al Inversor y La Construcción Lucio Morini, el arquitecto que tuvo a cargo el proyecto del Restaurante “Luisa” recientemente inaugurado en el Casino de Villa Carlos Paz.
“Lo más importante es la entrevista con el comitente, de la cual se desprende una noción previa de cierta estética. A partir de ello comienza el trabajo para el desarrollo de una idea conceptual, dentro de la cual, y como las partes de un rompecabezas, el objetivo es lograr que todas las piezas confluyan y giren alrededor de un mismo eje, siempre teniendo en cuenta aspectos fundamentales como el análisis de la situación, el público al que va dirigido, el rango etario, el tipo de comidas a servir y el espacio físico, entre otros”, agregó María Gracia Loza, diseñadora de interiores y una de las principales artífices del restaurante Rocamadour, ubicado sobre la Recta Martinoli en la zona norte de la ciudad de Córdoba.
Arquitectura al plato
La fusión entre arquitectura y gastronomía fue evolucionando junto a la proliferación de restaurantes de alta gama y el culto por la buena cocina, a tal punto que hoy es una disciplina en sí misma que tiene sus secretos y claves particulares.
“Cada tema en arquitectura es distinto del otro, pero en general a la hora de elaborar los primeros bosquejos, los caminos son similares”, aportó Morini.
“Para el diseño de un restaurante, hay que tener muy en cuenta el tipo de materiales a utilizar, los cuales más allá de los imprescindibles para obtener las habilitaciones pertinentes, es primordial que sean resistentes al uso y limpieza diaria, así como que estén preparados para una extensa vejez” sugirió Loza.
“En un buen restaurante no debe faltar, además de la excelente comida y un mobiliario cómodo, un ambiente que acoja, que invite a disfrutar y que genere ganas de regresar. Esto se logra cuando la idea y la imagen resultante tienen total concordancia”, agregó Loza.
Además de los infaltables de rigor, la arquitectura y el diseño de restaurantes en muchos casos responde a las tendencias del momento. Por ejemplo, hace un tiempo se enfocaba en toques minimalistas y ahora se impone lograr calidez y acercar la cocina a los clientes.
“Las preferencias actuales se dirigen hacia lo contemporáneo con materiales innovadores en los que la tecnología adquiere un lugar preponderante y es aplicada sobre diversos aspectos como la iluminación, imágenes y pantallas led, que permiten transformar los espacios a partir del efecto de luces y colores. También persisten los lugares con una estética clásica basada en materiales nobles, cuya vigencia es eterna”, reveló la diseñadora de Rocamadour.
“En general nosotros no seguimos ninguna tendencia, en nuestro caso cada obra es como un hijo nuevo, único e irrepetible”, comentó Morini.
En materia de presupuesto, los profesionales especializados en el rubro sostienen que, pese a ser un ítem fundamental, dentro de la totalidad del proyecto no es condicionante de su resultado.
“A la hora de diseñar es significativo saber con que presupuesto se cuenta, y hacer un proyecto de acuerdo al mismo. Una mayor inversión no necesariamente está ligada con el éxito”, comentó Loza.
“Es sin duda uno de los puntos más influyentes a la hora de diseñar pero un monto alto no garantiza una gran obra. Hay grandes obras con presupuestos muy acotados. La realidad de Córdoba nos lleva a que por lo general los presupuestos no son todo lo elevados que sería necesario”, reveló Morini.
Según se coincide en el mercado, aunque Córdoba ha evolucionado notablemente en los últimos tiempos en cuanto a oferta gastronómica, aún dista de la variedad y complejidad que ostentan las propuestas de Buenos Aires y el resto del mundo. De todos modos, en la provincia es creciente el nivel y la calidad de diseño en las opciones del mapa gastronómico local, así como de sus creaciones culinarias.
El secreto está en lograr la amalgama ideal entre gastronomía y arquitectura para alcanzar un fin, que no es otro que satisfacer a un cliente cada vez más exigente e instruido y al que cada día es más difícil sorprender.
La búsqueda de la originalidad y sobre todo la diferenciación debe ser el camino, de ahí la importancia por conocer los verdaderos valores de una cocina para concluir en diseños de espacios únicos, con personalidad y ADN propios marcados a fuego. Es la única forma de crear restaurantes incomparables.
Recrear el pasado
El restaurante gourmet Luisa se inauguró a principios de este año en el Casino de Villa Carlos Paz, completando la propuesta integral del complejo turístico y recreativo.
“Cuando nuestros clientes nos propusieron bautizarlo de esta manera por Luisa Martel de los Ríos, (esposa de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de la ciudad de Córdoba), nos gustó la idea de vivir la experiencia gastronómica como si estuviéramos en una casa virtual del pasado. Una mezcla de teatro negro de Praga y la película Dogville. Buscábamos acompañar la propuesta con una situación espacial muy particular para tratar de potenciar los sentidos”, expresó Lucio Morini, uno de sus hacedores.“En cuanto a los materiales, buscamos trabajar con elementos simples de uso diario en la construcción pero utilizados de una forma tal que el espacio trasmita una gran complejidad”, agregó Morini.
“Luisa” es una propuesta de cocina tradicional gourmet, que combina sabores de autor con toques de vanguardia, a la vez que resalta los productos de origen cordobés. Cuenta con capacidad para setenta comensales, cincuenta en planta general y veinte en el sector de reuniones privadas.
Su decoración, con mosaicos cargados con diseños de época y perfiles metálicos verticales, crean líneas que buscan reminiscencias de las construcciones de la época de Martel de los Ríos.
El diseño estuvo a cargo de los arquitectos Lucio y Jorge Morini, Paula Massuh y el escenógrafo Rafael Reyeros.
Fusión de estilos
Rocamadour, restaurante de comida nikkei ubicado sobre Recta Martinoli al 5600 en plena zona norte de la ciudad de Córdoba que lleva ya varios años en el mercado, se destaca por su diseño vaguardista.
“En Rocamaodour se partió de la iniciativa de recrear un sitio de comida fusión japonesa y peruana, sin ligarlo, como suele ocurrir, con el estilo zen, orgánico y etéreo sino con la consigna clara y la decisión de responder a una estética moderna. Para ello -después de varias conversaciones y diferentes puntos de vista- se comenzó a pulir el proyecto final, teniendo en cuenta en todo momento que el espacio físico para desarrollarlo era una típica casa de los años 50, con una impronta bien marcada, lo cual hizo que fuera más intenso el desafio”, comentó María Gracia Loza, responsable del proyecto gastronómico.