El pasado jueves la Justicia federal cordobesa condenó a prisión perpetua al ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y a otros cuatro represores, al tiempo que les impuso duras penas a otros tres imputados, todos acusados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.
El fallo, considerado histórico y de gran trascendencia pública, fue dictado tras dos meses de juicio y 31 años de olvido y de impunidad, de la mano de un Poder Judicial que, oportunamente, no supo dar respuesta sobre tan graves hechos cometidos contra miles de ciudadanos argentinos.
La condena contra Menéndez pudo haber llegado 19 años atrás, si la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, integrada en ese momento por José María Aliaga, Ricardo Haro, José Antonio Gamond y Raúl Almícar Sánchez Freytes, no hubiesen apoyado el indulto dictado por el entonces presidente Carlos Menem. “Estábamos a 15 días del juicio”, recordó el hoy abogado constitucionalista Miguel Rodríguez Villafañe, el único de aquella Cámara que votó en contra.
En diálogo con Comercio y Justicia, Rodríguez Villafañe asegura que haberse pronunciado a favor de aquella decisión presidencial “rompía la esencia de la Justicia” y, por eso, más tarde decidió renunciar. “Hubiera sido más fácil quedarme, me hubieran ascendido, hubiera tenido un sueldazo, chofer y hasta custodia de la Policía Federal”, agregó.
Con una mirada externa, pero de quien vivió los hechos desde el mismo Poder Judicial, el constitucionalista hizo un balance de la resolución dictada por el Tribunal Oral Federal Nº 1.
– ¿Qué opinión le merece el veredicto conocido el jueves último?
-Obviamente que se trata de un fallo importante, porque permite alcanzar la verdad y la justicia. Yo siento que lo del jueves ayudó a que toda la sociedad vuelva a creer en el Poder Judicial y a reconocerlo como una autoridad moral.
– ¿Por qué cree que este fallo llega después de 31 años?
– Yo creo que, en primer lugar, esto ocurre por la constancia que han tenido las organizaciones de derechos humanos, que mantuvieron viva la llama de la justicia. Además, pienso que la sociedad ha madurado y sabe que no se puede construir nada en la impunidad del pasado.
– ¿Cree que se hubiera elevado a juicio esta causa si los Kirchner no estuvieran en el poder?
– Pienso que es una sumatoria de cosas. Por supuesto que, además, eso ha colaborado, pero va más allá de los gobiernos de turno. Insisto, hay una sociedad que ha madurado y una Justicia que sabe que no se pueden cerrar las heridas sin mirar el pasado. A veces, la maduración es lenta, pero lo importante es que tenemos una Justicia que firmó un fallo de gran envergadura, en un plazo razonable desde que terminó la instrucción y se decidió la elevación a juicio.
– ¿La Justicia cambió o cambiaron las circunstancias?
– Cuando yo renuncié a la Cámara Federal de Apelaciones dije que la Justicia era impiadosa con los débiles y genuflexa con los poderesos y lo sigo pensando. No creo que esto se haya superado del todo, pero lo que ocurrió, insisto, es un paso importante.
– ¿Entiende que la Justicia ha hecho un mea culpa por tanto años de indiferencia?<br /