Antesala histórica
“(…) ocurria el 3 de julio de 1939. Allí, en los sótanos de la antigua Forja, como cristianos en las catacumbas, entre la indiferencia de los unos y la abierta animosidad de los más fuertes. manteníamos en constante lozanía el ejemplo enaltecedor de aquel gran conductor argentino. Estábamos allí voluntariamente inmunes a todo contagio de ambición o de codicia, constantemente iluminados y sostenidos por el ejemplo de la conducta de Yrigoyen (…). En aquel acto, Forja lanzó un grito de alerta y de prevención al anunciar la inminencia de la nueva guerra europea y el tremendo peligro de que la República fuera comprometida en ella, retomando con energía la bandera de la neutralidad con que el presidente Yrigoyen protegió la vida y los intereses de los argentinos (…). Nuestro toque de somatén tuvo consecuencias opuestas a las que esperábamos. Ni siquiera el crítico peligro en que la existencia de la Nación estaba en juego tuvo la virtud suficiente para conmover el cerrado egoísmo de nuestra oligarquía, que en ese momento señoreaba en el país sin rivales de consideración (…). El radicalismo, el organismo que Yrigoyen había creado en 40 años de paciente elaboración, ya no era una vía de expresión de los anhelos del pueblo: era un instrumento más de la oligarquía, es decir, un eco de la voluntad extranjera de sojuzgamiento y expoliación. Yrigoyen y Perón – Scalabrini Ortiz – Colección Cabecita Negra – Págs. 17 y 18
La historia nos enseña a entender la realidad
En la vida de los pueblos son una constante los momentos en los que se producen cambios de paradigmas que constituyen hitos en su lucha -especialmente- cuando ven amenazado el proceso de su ascenso social, frente al avance descarnado y deshumanizado de los que profesan el liberalismo oligárquico.
Más de 80 años transcurrieron de ese desvarío inhumano que significó el ciclo denominado “Década infame” y que, por ausencia de una estrategia emancipadora, padecimos los infames latrocinios y deseos desenfrenados de una élite que buscaba concentrar el poder absoluto de las decisiones e instalar el martirio de la injusticia social.
Ausente la vertiente nacional del yrigoyenismo por el arrebato alvearista del radicalismo, dominó el escenario político el más recalcitrante de los liberalismos por medio de una clase política que -altaneramente- miraba hacia Europa y EEUU, buscando el “progreso de la clase culta”.
Con la revolución de 1943 y el surgimiento de un coronel del Ejército argentino, aparecía la posibilidad de reencontrarnos con el camino de la vertiente nacional, cuando aquel 17 de octubre, como clara expresión del pueblo sublevado, marcaba el inicio de una auténtica revolución.
Con las elecciones del 24 de febrero de 1946, asume como presidente de Argentina Juan Domingo Perón los cinco años de su primer mandato y en 1952 continuaría con su segundo mandato hasta el golpe militar que lo desaloja del poder el 21 de septiembre de 1955.
A partir de dicho suceso, transcurren casi 18 años de proscripción de Perón y del peronismo, con gobiernos de varios partidos “democráticos” y regímenes militares por medio de golpes de Estado, hasta que la proscripción al peronismo terminó definitivamente con las elecciones del 25 de mayo de 1973, que elige presidente a Héctor Cámpora, por lo cual Perón regresó definitivamente al país el 20 de junio de 1973. En nuevas elecciones Perón asume como Presidente el 12 de octubre de 1973 con 62% de los votos, hasta el 1 de julio de 1974, cuando fallece (después de ocho meses y 20 días).
Lo reemplazó María Estela Martinez de Perón, siendo derrocada por otro golpe militar el 24 de marzo de 1976, asumiendo como presidente el general Jorge Videla, el 29 de marzo de 1976 y ministro de economía, Alfredo Martínez de Hoz –numen del liberalismo– ambos culpables de una de las dictaduras más sangrientas de nuestra historia.
Este retazo histórico, muestra que existe una vertiente nacional que permanentemente busca recrearse y que, habiendo comenzado a darle forma don Hipólito Yrigoyen, reaparece en dos oportunidades con Perón y cuando éste muere -según mi opinión personal- con él muere el peronismo y languidece la vertiente nacional, superada por una maraña de mentecatos en luchas por el poder.
Pero también quedan los peronistas, bajo la desorientación de una dirigencia que apetece cargos institucionales -tanto públicos como privados- dejando de lado el legado de Perón y sus dos proyectos de comunidad organizada y el modelo argentino para el proyecto nacional.
Hoy esa vertiente nacional está resguardada en la conciencia de vastos sectores populares, ante la genuflexión y decadencia de una partidocracia que le abre el camino al poder al extremista anarco-libertario Javier Milei para que sea Presidente de Argentina.
Con su forma disruptiva y negociaciones espurias con la oposición complaciente, impone -como un dictador en democracia– una economía de guerra por medio de políticas que agravian al pueblo, buscando degradarlo en lo interno y hacerlo dependiente en lo externo, bajo el poder anglosajón de EEUU, Inglaterra e Israel.
Gobernar es disuadir, no imponer
Egoísmo, odio y materialismo conforman una trilogía de caracteres que crean un pensamiento anacrónico y terriblemente inhumano, ya que -desaparecido el hombre- sólo queda el “rey” con su manada de lobos, logrando sus objetivos o sus éxitos parciales, para creerse amo y señor de “una infinita multitud de ceros”, para que nadie o muy pocos se atrevan a pensar o contradecirlo.
Se vanagloria por ser “culpable” del ajuste más perverso de la historia de la humanidad –vaya ego– destruyendo historias, idiosincrasia, culturas y el sentido de la institucionalidad social, para que casi 50 millones de argentinos abandonemos el sentido de la unidad de acción y concepción, y olvidemos que fuimos los que acabamos con las lacras del clasismo, racismo y discordias religiosas.
Recordemos que Perón, antes de su muerte, dijo que regresó para unir a los argentinos en el camino de la liberación nacional por lo que debíamos adoptar como frase de unidad e integración social, la que expresa “para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino”.
Después del golpe de 1976 y de siete años de dictadura sangrienta, la democracia debía instaurar la confrontación por las ideas y no una guerra sin cuartel por el poder.
Mentiras y engañifas de Milei en la Fundación Mediterránea
Milei está convencido de que los empresarios “son los únicos héroes del crecimiento económico”, y por eso sus “clases magistrales” las realiza exclusivamente en el ámbito de la oligarquía empresarial y financiera, para que obren a piacere en lo que su codicia les imponga.
En sus exposiciones, muestra su capacidad de introducir una sarta de mentiras y engañifas, con el propósito de convencerlos para que estos poderosos intereses participen en su apertura indiscriminada de capitales (no importa de dónde provengan) en la producción extractivista, incluyendo la substitución de nuestra producción nacional, con productos importados.
Esta forma atropellada y esquizofrénica sirve para sorprender a las reacciones tardías de una dirigencia obsoleta y decadente, que no advierte la verdadera trama de su estrategia colonialista.
Ante una platea copada por la euforia triunfalista de un grupo de simpatizantes y parte de la oligarquía empresarial, expone los números engañosos de un economía exclusivamente rentista e inhumana, aunque advertimos que nada dijo sobre producción y trabajo dignos, para salir de la crisis social. Éstas son algunas de sus afirmaciones:
– “Soy el primer presidente liberal-libertario de la humanidad. Eso no ocurre en condiciones normales de presión y temperatura”, destacó.
– “La buena noticia es que hoy, después de cinco meses, los salarios reales suben sin parar y los que más suben son los del sector privado”. Además afirmó que “se recupera el del sector informal” y aclaró que “el que viene rezagado es el sector público … porque hay motosierra”-
– “Si esto termina bien, no sólo va a ser un éxito político que dará vuelta por el planeta sino que va a ser una revolución para los propios economistas”.
– “A Alfonsín lo muestran como el padre de la democracia, siendo que fue partidario de un golpe de Estado”. Esto lo dijo un día después de que los radicales aprobaran la privatización de Aerolíneas Argentinas.
Conclusión
Mostrar con firmeza y sin titubeos los números de sus planteos le asegura una platea receptiva a sus obscenas actuaciones, porque más allá de jóvenes entusiastas y hastiados de la vieja dirigencia, están los que conforman una oligarquía empresarial, que no come vidrio y sabe bien qué es lo que quiere.
Por lo tanto, éste es un propósito de ir hacia la destrucción de nuestras reservas estratégicas como de la fortaleza empresarial, tecnológica y laboral argentinas.
El otro no menos importante es que, de acuerdo con los intereses coloniales que operan en Argentina, perderemos nuestra libertad, independencia y soberanía, que tanta sangre derramada le costó al pueblo argentino.
(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba