Por medio de un concurso nacional, se busca promover la innovación productiva mediante la incorporación del diseño. Se premia además la asociación estratégica de una organización de trabajadores con “instituciones del sistema científico tecnológico”.
Cooperativas y empresas recuperadas y autogestionadas por sus propios trabajadores podrán concursar por un financiamiento de hasta 70 mil pesos para proyectos que incorporen el diseño como factor estratégico de innovación y procuren asociarse con una institución del sistema científico tecnológico nacional.
Este tipo de intervenciones permite que los actores territoriales “piensen cuáles son los problemas que tienen, que se vinculen con los profesionales que los puedan asesorar y tomen conciencia de las oportunidades que tienen si empiezan a incorporar este tipo de tecnologías”, afirmó Ruth Ladenheim, secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En un reportaje con la agencia Télam, Ladenheim contó que “el espíritu de la convocatoria tiene que ver con el cruce entre productores socialmente sensibles que necesitan algún tipo de apoyo porque suelen estar marginados hasta geográficamente, y el diseño, en la medida en que les permite situarse desde la demanda observando las tendencias” del público.
“El diseño es un factor clave porque el comprador (urbano) está atravesado por una serie de imágenes y moda, y un productor mimbrero de El Tigre que conoce las tendencias puede colocar mejor su producto”, planteó.
La convocatoria Proyectos Asociativos de Diseño recibirá las solicitudes hasta el martes 30 de junio, por correo postal o personalmente en Godoy Cruz 2320, y en versión electrónica a [email protected].
La iniciativa, que importa un monto global de un millón de pesos, está orientada a cooperativas, empresas recuperadas y autogestionadas, microemprendimientos y redes de emprendedores de todo el país que cuenten con personería jurídica y capacidad legal, técnica, administrativa y financiera.
“La parte asociativa no es solamente que figure una institución junto a una cooperativa: lo que se busca es que la asociatividad se genere realmente, que haya trabajo con los actores sociales y no haya asimetrías (en la relación)”, definió Ladenheim.
Desde el lugar de los profesionales asociados al proyecto, “es fundamental conocer la realidad de los productores” para llegar a desarrollar a pequeña escala la cantidad de soluciones que logran.
“En las tecnologías sociales, el problema es la escala”, como lo es por ejemplo para los productores caprinos; “no es que no existan máquinas que permitan curtir la piel: existen, pero requieren grandes cantidades” para hacer costo efectiva la actividad.
“Entonces. la solución es empezar a desarrollar máquinas más pequeñas y sencillas, pensadas para una escala de este tipo”, ejemplificó en referencia al proyecto asociativo de productores de cabras de la localidad tucumana San Pedro de Colalao, con el área de Asistencia a la Demanda Social del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y profesionales de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de Buenos Aires.
“Valoramos mucho el conocimiento que tienen ellos desde el lugar que ocupan y de los problemas que conocen bien; les es importante porque aprenden de los centros universitarios, pero también para los universitarios, que se nutren de esos conocimientos”, dijo.
En definitiva, “si la solución de diseño está construida conjuntamente, es una solución perdurable; por lo contrario, no lo es porque la propia cooperativa o empresa termina abandonándola al no poder mantenerla en el tiempo”, planteó Ladenheim.
Las empresas abarcadas en la convocatoria “realmente tienen capacidades porque están vinculadas con actores sociales que son importantes en las regiones, y necesitan de la tecnología, que es a su vez un vector de inclusión social”, planteó.
“La promoción de la innovación está dirigida al tejido productivo y social, entonces diseñamos un abanico de instrumentos de financiamiento que, sobre la base de las prioridades del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, permite intervenir a nivel de las demandas tecnológicas del tejido productivo”, definió.
Las actividades productivas más intensas en conocimiento “involucran también la inclusión social a través del empleo, porque empresas que saben usar el sistema científico tecnológico de Argentina pueden competir mejor y emplear recursos humanos cada vez más calificados, creando un círculo virtuoso que nosotros esperamos”, concluyó.