La arquitectura que se adapta a la cultura, economía y ambiente de cada sitio dista mucho de lograr su amplio desarrollo. La única restricción es que “el edificio no se caiga y que no pierda gas”, según el arquitecto Matías Dinardi.
Es un error transpolar modelos extranjeros sin considerar la experimentación de la arquitectura tradicional. “Una Casa Habitar Contemporáneo” propone proyectos en los cuales la eficiencia, la modularidad y la tecnología se combinan para hacer prevalecer la habitabilidad en función de las necesidades de la época y de cada lugar.
La arquitectura lógica o eficiente es aquella capaz de considerar el contexto, el medioambiente, la cultura y la realidad económica de cada lugar a la hora de proyectar viviendas.
En ese marco, la sustentabilidad es una cuestión que debe ser ineludible en un proyecto de arquitectura pero, desde luego, sujeta a las condiciones presentes en cada medio. Según el arquitecto Matías Dinardi, especialista en Arquitectura Sustentable o Bioclimática, Córdoba y el país distan mucho de cumplir con niveles óptimos de construcción en ese sentido. “Nos encanta tomar modelos de fuera que no se adaptan a nuestro contexto, y entonces, la sustentabilidad, lo vernáculo, el clima y entorno fueron olvidados”, asegura.
“Deberíamos pensar la arquitectura. Toda estrategia bioclimática, por ejemplo, intenta hacer que un edificio dialogue de mejor manera con su entorno o clima”, especifica. “El clima, la sociedad, la cultura y la realidad económica caracterizan y definen la arquitectura de cada sitio. Si bien hay ciudades con similares condiciones climáticas, nunca puede repetirse un mismo edificio en ambas; el contexto tiene miles de variables que imposibilitan la clonación edilicia”, subraya el docente.
Valora los materiales y la distribución funcional utilizada por la arquitectura tradicional porque tienen motivos anclados en la experimentación, es decir, se hallaron las mejores soluciones a las inclemencias del entorno. En función de esto, si bien es emergente la utilización de materiales ecoamigables, es prioritario responder con un eje basado en la arquitectura actual, es decir, con materiales y técnicas actuales pero que no soslayen lo vernáculo. “En pocas palabras, empezar a diseñar utilizando la ayuda y la cultura de años de experimentación en el sitio, que no es más que utilizar criterio común”, precisó.
La realidad local “Lo que pasa en Cordoba, particularmente, y en Argentina es que construimos pésimamente. Sólo nos interesa que el edificio no se caiga y es la única restricción que tenemos. Que no pierda gas y que no se caiga, ahí se acabó el control de nuestras entidades”, sostuvo. Por lo contrario, indicó que en otros países, donde se persigue la calidad constructiva, se exigen niveles de aislación mucho mayores que los propuestos en Argentina, hecho que incide directamente en los consumos energéticos, ya sea para calefaccionar o refrigerar, o también para orientar una ventana o protegerla del sol.
De acuerdo con información de consultoras especialistas en construcción sustentable, se sabe que para construir de un modo amigable con el ambiente se debe invertir, por lo menos, 10% más en relación con una vivienda tradicional. Al respecto el especialista -quien también es profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba planteó una contradicción en cuanto a la elección de los cordobeses a la hora de destinar su inversión para la construcción, teniendo en cuenta que el poder adquisitvo, hoy, en general, no goza de buena salud.
“A los cordobeses les cuesta construir y más aúm de manera sustentable, pero a ninguno se le ocurre construir en un barrio tradicional abierto. Si no ‘vive en un country’ no está bueno”, disparó. Se opuso a esa idea de ciudad establecida por la presencia de barrios cerrados, por la baja densidad que acarrean, las grandes extensiones que ocupan y el consecuente encarecimiento de las instalaciones de servicios y transporte, sumados al tráfico, que se multiplica. No obstante, destacó que hay clientes que, para acomodar su inversión al bolsillo, solicitan diseños por etapas, es decir, “modulos ampliables o a los que se agregan metros a medida que la economía lo permita o la familia lo requiera”, según detalló.
Los nuevos modos de habitar
Como antesala al debate, la crítica y los nuevos modos de considerar la arquitectura como una lógica dependiente del ambiente sirven para entablar los conceptos que dan lugar a los modos de habitar de hoy y del futuro. Así, es valioso citar al arquitecto Le Corbusier, pionero de la arquitectura del siglo XX.
“Si merezco algo de gratitud pública, no es por los palacios que hice sino por haber abordado el problema de la arquitectura, el arte, la expresión de la sensibilidad humana. Sentí que la vivienda era el lugar de la familia, y que se podría probar algo grande por ese lado, en el que hallé que había gran parte de la felicidad humana”. Su “máquina para habitar” y su activismo en el diseño por la funcionalidad fueron tomados por la competencia “UNA CASA Habitar Contemporáneo” para crear la casa del siglo XXI.
Más de 60 propuestas de estudios emergentes de arquitectura -de Argentina, Bolivia, Brasil, Perú, Paraguay y Uruguay- fueron seleccionados para reflexionar sobre los nuevos modos de habitar, y crear de esta manera una vivienda adaptada a las necesidades de esta época, con la incorporación de la tecnología y teniendo en cuenta su impacto sobre el medio ambiente.
La competencia fue ideada por el arquitecto Daniel Silberfaden, quien busca reflejar cómo los nuevos modos de habitar y las familias emergentes inciden en la concepción actual de vivienda. Un jurado de expertos seleccionó 15 estudios como finalistas, de los grandes ganadores, cuyos proyectos serán fabricados en serie y lanzados al mercado por una empresa de viviendas industriales Proyectos premiados Uno de los proyectos premiados pertenece a los arquitectos cordobeses Pablo Carballo y Maricruz Errasti, que plantea el modelo Una casa. Muchas casas.
“Los habitantes de la casa necesitan espacios flexibles, inestables, capaces de concebir usos superpuestos. La nueva casa es muchas casas, se adapta a múltiples usuarios y requerimientos, soporta emplazamientos distintos, puede crecer y mutar”, especifican. El espacio interior tiene su componente exterior, la casa se compone de un módulo repetible que, a la manera de un juego de dominó, provee una ficha que contiene un lleno y un vacío, múltiples combinaciones según las necesidades de sus usuarios.
La casa se estructura en el tiempo mediante una sucesión de espacios interiores y exteriores que configuran un tejido poroso, permeable, adaptable al usuario y sus experiencias. La configuración de espacios interiores/exteriores es tan importante como la continuidad que se produce entre ambos. Estos vacíos cargados de usos son la interfaz con el ambiente, “aportan brisas, remansos, luz, accesos y usos diversos”.
Es una casa sin jerarquías, con espacios transformables, de usos superpuestos. Se “des-jerarquiza el acceso” para transformarse en múltiples accesos dando autonomía a sus partes y a sus habitantes. El módulo de la casa se conforma por una estructura metálica que permite concebir un exterior de 3,96 x 3,83 m y un interior de 4,95 x 3,83 m, cerrado por una cubierta curva.
Cada módulo se compone de: infraestructura (servicios, muros útiles) y espacio indeterminado (interior-exterior). La estructura repetible permite establecer los dos componentes escenciales del sistema:
Módulo flexible: contiene las infraestructuras secas-muro útil con usos superpuestos – un espacio que es muchos espacios.
Módulo servicios: contiene las infraestructuras húmedas-baño-cocinalavado. Plantea una envolvente acondicionadora en capas. La casa es un organismo vivo capaz de generar otro ecosistema propio, mediante la recuperación de aguas de lluvia y una muralla vegetal que la envuelve completamente; la casa respira y se modifica en el tiempo. La multiplicidad de patios y aberturas, combinadas con los extremos de las bóvedas, permite ventilación cruzada de todos los ambientes, logrando una menor dependencia de los sistemas artificiales de acondicionamiento climático.
El patio y el espesor de la envolvente se transforman en espacios técnicos y en la antesala de la casa, ejerciendo de remanso invernadero en climas muy fríos cuando sus cerramientos son estancos (lona o policarbonato) o en brisas y sombras cuando su cerramiento es poroso (mallas) en climas cálidos y húmedos.
Otro de los proyectos ganadores corresponde al estudio STC Arquitectos, de Alta Gracia, Córdoba. Plantea un modelo que tiene en cuenta la diversidad de vínculos familiares existentes y las dinámicas constitutivas propias de procesos en el tiempo, que genera la evolución de la sociedad a nuevos modelos. Éstos disuelven los dogmas y prejuicios en el campo de la vivienda y la ciudad, que dan fin a la idea moderna de un sujeto o familia tipo.
La industria de la construcción tradicional y sus procesos artesanales no tienen reacción frente a la dinámica de las nuevas formas que adopta el habitar doméstico.
La propuesta define un sistema modular, de 2,64 m x 6,60 m x 3,46 m, y un submódulo de 1,32 m x 6,60 m x 3,64 m (medidas derivadas de la capacidad de volumen que puede trasladar un camión), ambos realizados en chapa plegada, material que permite máxima resistencia con espesores reducidos y bajo peso. De este modo se obtienen diferentes combinaciones por medio de ensambles en múltiples direcciones, permitiendo que la vivienda pueda mutar en diferentes unidades tipológicas y, al mismo tiempo, que pueda adaptarse a requerimientos futuros, que pueda crecer, dividirse, pasar de la idea de lo permanente a la de lo efímero.
Propone la incorporación de línea de montaje para optimizar los procesos de fabricación, aumentando la calidad del producto y reduciendo los costos. Esto permite aprovechar al máximo la capacidad de los materiales de cumplir múltiples funciones al reducir la cantidad de piezas, uniones, elementos de fijación y tiempos de armado, brindando mayor precisión y hermeticidad.
El usuario puede personalizar su vivienda, pudiendo elegir la disposición de los módulos y, mediante un catálogo abierto a la manera de fichas intercambiables, podrá optar entre distintas envolventes, interiores o exteriores, fijas o móviles, translúcidas u opacas, en diferentes colores y terminaciones.
¿Qué es lo que el lugar quiere que yo construya en él?
Todo lugar en el globo tiene marcas propias representativas que lo distinguen del resto. El clima, la sociedad, la cultura y la realidad económica, entre otras, caracterizan y definen la arquitectura de cada sitio. Si bien hay ciudades con similares condiciones climáticas, nunca puede repetirse un mismo edificio en ambas; el contexto tiene miles de variables que imposibilitan la clonación edilicia.
La globalización y la velocidad de acceso a la información nos han hecho creer que podemos copiar modelos extranjeros y reproducirlos en cualquier parte. Y de hecho, de disponer del dinero necesario, se puede construir lo que queramos donde nos plazca. ¿Pero es lo correcto? La arquitectura vernácula tiene un “porqué” y una fundamentación arraigada en la historia propia del sitio; en la que juegan factores no sólo de la realidad actual sino de la tradición y la cultura.
En la actualidad hay muchas técnicas constructivas y materiales que traspasan fronteras, desdibujando la realidad del emplazamiento y quitándole toda oportunidad de hacer un edificio realmente autóctono e inigualable. Esto no es motivo para no avanzar en el tiempo. Todo puede mejorarse. Constantemente aparecen nuevos elementos en la construcción que superan la calidad de los anteriores. La reflexión que debe hacerse es cuándo deben ser aplicados y cuándo es más sustentable hacerlo. Cada material escogido y cada distribución funcional utilizado por la arquitectura tradicional tiene un motivo anclado fuertemente en cientos de años de experimentación; quizá no por arquitectos con título, sino por la sociedad que, a base de prueba y error, experimentando con las materias disponibles, encontró la mejor solución a las inclemencias del entorno.
La acción arquitectónica tiene que responder a esto de una manera muy simple: hacer arquitectura actual, con materiales y técnicas actuales pero sin dejar de estudiar la arquitectura vernácula. En pocas palabras, empezar a diseñar utilizando la ayuda y la cultura de años de experimentación en el sitio: esto no es más que utilizar criterio común. Bajo estos principios deberíamos pensar la arquitectura. Toda estrategia bioclimática, por ejemplo, intenta hacer que un edificio dialogue de mejor manera con su entorno o clima. Pero no es necesario para esto llegar a los extremos de utilizar células fotovoltaicas o aerogeneradores. Simplemente orientando correctamente las aberturas, con el fin de captar el sol necesario para invierno y evitar el de verano, ya hay un gran progreso.
Está comprobado que el correcto diseño de ventanas ofrece un ahorro de 40% de la energía necesaria para aclimatar artificialmente una vivienda. No hace falta explicar la importancia de orientar correctamente una abertura. Se da por entendido que este artefacto se transforma en un captador solar de gran capacidad, capaz de generar efecto invernadero, algo muy eficiente para la ganancia térmica; y criteriosamente debe ser orientado según el movimiento del sol para que sus cualidades no se transformen en un gran problema. Un accionar muy común a la hora de construir es creer que mientras más aislantes se apliquen mejor es la eficiencia, y esto es un gran error. No todos los muros reciben la misma carga solar.
En el hemisferio sur, por ejemplo, el muro norte recibe poco sol en verano y mucho en invierno, lo cual es muy bueno y sería fácil de aprovechar para calefaccionar. En cambio, el muro oeste necesita gran capacidad aislante ya que recibe fuertes insolaciones a lo largo de todo el año y en verano se transforma en algo contraproducente. Y así pueden definirse miles de características típicas de cada orientación. A veces la decisión más simple es la mejor estrategia bioclimática y define a su vez la generación de la idea proyectual. No es necesario complejizar la arquitectura para que ésta sea eficiente, sino optar por lo más racional.
Los grandes arquitectos de la historia no se han definido por los materiales que usaron o por cuán sofisticados fueron los mecanismos de acondicionamiento. Hay una instancia superadora que es la de una gran idea basada en el criterio dictado por el sitio. ¿Qué es lo que el lugar quiere que yo construya en él?
Por Matías A. Dinardi, Mgtr. Arq