Por Pablo Giuliano (*)
Gilberto Carvalho, ex ministro y ex jefe de asesores de la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que el bolsonarismo busca implementar con la reelección de Jair Bolsonaro un modelo inédito en la historia de Brasil. Para Carvalho, la intención es llevar a Brasil hacia un sistema basado en los valores del “neofascismo combinado con el fundamentalismo religioso” evangelista, adoptando un modelo geopolítico importado de Estados Unidos.
Carvalho, un teólogo católico y político histórico del Partido de los Trabajadores (PT), quien también es interlocutor entre el PT y el papa Francisco y otras religiones, fue el articulador, la semana pasada, de la carta a los evangelistas que Lula publicó para intentar revertir la distancia de 70% a 30% entre los cristianos no católicos que le lleva Bolsonaro en ese segmento, que sería superior a 30% del padrón electoral.
El dirigente leyó la semana pasada la carta en un evento con un coro gospel, pastores y políticos progresistas vinculados a las iglesias evangélicas, ante las denuncias de casos de persecuciones a pastores que rechazan usar el púlpito para pedirles a los fieles que voten a Bolsonaro.
“Brasil corre el riesgo de ser una teocracia. Estamos en riesgo de que se instale en Brasil una política triste que mezcla los valores del neofascismo con el fundamentalismo religioso de los oportunistas que apela a la cuestión de las costumbres, muy parecido a lo que logró Donald Trump en Estados Unidos, que llevó la agenda política a la moralidad y las costumbres”, aseguró Carvalho.
Bolsonaro está basando parte de su campaña hacia los pobres en una serie de fake news -ya sancionada por la justicia electoral- en las que se afirma que Lula tiene un plan para cerrar los templos e iglesias, instalar baños unisex en las escuelas públicas, legalizar el aborto y despenalizar las drogas, propuestas que no están en la plataforma electoral opositora.
El presidente cuenta desde 2018 con una férrea alianza con las mayores iglesias evangelistas como por ejemplo Asamblea de Dios (que en la segunda vuelta ofreció sus instalaciones para las campañas), y la Iglesia Universal, del magnate Edir Macedo, dueño de la cadena televisiva Récord, del portal de noticias R7 y vinculado al Partido Republicano de EEUU, que puede ganar la gobernación de San Pablo con el bolsonarista Tarcísio de Freitas.
Para Carvalho, quien también fue ministro secretario General de la presidencia de Dilma Rousseff y organizador del primera viaje del papa Francisco a Brasil, en 2013, la diseminación de este tipo de credo neofascista y fundamentalista “gana una dimensión con el origen popular de este evangelismo que es aprovechado por estos oportunistas con un discurso antidemocrático”.
Carvalho considera que el avance evangélico es directamente proporcional a la retirada de la iglesia Católica de las periferias, favelas y barrios obreros, en un proceso que se aceleró en los años 90 como resultado de la lucha contra la Teología de la Liberación del papa Juan Pablo II.
Brasil se enorgullecía de ser el país con más católicos del mundo pero esa proporción no decide el voto por la religión, como sí ocurre en gran parte de los neopentecostales.
“Brasil -analizó Carvalho- era un país donde la iglesia católica tenía un apego a los pobres, buscando empoderar a las clases populares. Con el combate de Juan Pablo II a la Teología de la Liberación la iglesia perdió raíces populares, fue para el lado de la renovación carismática de EEUU y se burocratizó y se alejó de las periferias. Ese espacio fue ocupado rápidamente por los neopentecostales trayendo una ola desde EEUU”.
Por eso, subrayó, “es un proceso que no es inocente, que forma parte de la geopolítica”.
Carvalho admitió que Lula debió hacer una carta específica para los evangelistas 10 días antes de la elección casi contra su voluntad. “Fue para estancar el sangrado de votos”.
“Lula no quiso hacer campaña dentro de las iglesias. Nuestro límite es decir las cosas con claridad, sin mezclar la política con la fe individual. Tenemos un sistema de coacción de pastores hacia fieles”, contó.
Entonces, Lula debió recordar en su programa electoral que la libertad religiosa estaba garantizada y que fue él en su mandato quien legalizó la “Marcha de Jesús”, una masiva movilización que todo los años se realiza en San Pablo y que fue adoptada por propia por la extrema derecha.
Ante la pregunta de si Lula debió terminar aceptando la agenda del adversario sobre valores, Carvalho dijo que nunca se imaginaba que se llegaría tan lejos con relación a la iglesia y el proyecto político.
En ese sentido, bolsonaristas abuchearon el pasado 12 , día de la patrona nacional, la virgen de Aparecida, a los curas y obispos que citaban palabras como “desigualdad” y “hambre”, acusándolos de comunistas o electores de Lula. “Se está haciendo un uso criminal de la fe”, relató Carvalho.
Asimismo recordó que en 2012 los líderes de las iglesias evangelistas comenzaron a percibir que se estaba formando un polo conservador de derechas y comenzaron a considerar enemigos los gobiernos del PT, que terminaron en 2016 con el juicio político a Rousseff, en el cual muchos diputados y senadores votaban por “la familia” y valores religiosos.
“Bolsonaro hizo alianzas con los grandes líderes de los cultos evangelistas que venían al Palacio del Planalto a vernos en los gobiernos de Lula y Dilma para pedir licencias para radio y televisión; iban a rezar dentro del Palacio del Planalto pero siempre tuvimos con ellos una relación republicana”, sostuvo.
Para Carvalho, los líderes evangelistas han apostado a mezclar el púlpito con la política y esto comenzó a generar un problema con los fieles y pastores.
Bolsonaro, que es católico pero fue bautizado en el Río Jordán por el dirigente político conservador conocido como pastor Everaldo, envió a su esposa Michelle Firmo a todas las sedes de la Asamblea de Dios de los estados para juntar votos. En los discursos, la primera dama repite que lo que se juega el domingo no es una elección sino una “batalla espiritual”.
En la recta final para el balotaje de la elección presidencial del domingo que viene, Bolsonaro y Lula trazaron sus planes para la última de las cuatro semanas de campaña, cuyo comienzo coincidió con una buena noticia para el ex metalúrgico: la encuestadora Atlas, la que más se acercó a 48 a 43% de la primera vuelta, mostró una ventaja para Lula de 53% a 47% de la intención de voto.
Mientras Bolsonaro visitó asentamientos rurales de campesinos pobres de los alrededores de Brasilia que abandonaron la izquierda y se volvieron evangelistas, Lula convocó a la prensa en el barrio bohemio de Vila Madalena, San Pablo, donde graba sus publicidades para televisión.
“Espero que (Bolsonaro) tenga un minuto de sensatez y llame por teléfono para aceptar el resultado de la elección”, aseguró.
El líder del PT dijo que el balotaje del domingo es una votación entre “la democracia y el neofascismo, la barbarie”, por lo cual es “urgente restablecer la normalidad” en Brasil.
Por su parte, en los campamentos de campesinos el actual mandatario aseguró que Lula “siempre defendió la propuesta del no derecho a la herencia”
“La izquierda siempre relativizó la propiedad privada. El PT defiende el no derecho a la herencia. Cuando la persona muere los bienes quedan para el Estado y no para sus hijos”, aseguró Bolsonaro y acusó a Lula de no defender a la familia ni la escrituración de tierras para los más pobres en el campo.
(*) Agencia Télam.