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Grecia e Irán: dos modelos que caracterizan una época

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Ambos países poseen un largo y heroico pasado en que iluminaron el mundo de una época lejana pero de la cual perduran magníficos testimonios. Obviamente, de ese período de la historia universal han pasado miles de años y, en la actualidad, sus problemáticas actuales han vuelto a ser motivo de atención generalizada pero por factores muy diversos. Por Salvador Treber

El caso de Grecia y sus derivaciones
Grecia que participa de los 19 miembros que constituyen la “eurozona” y de la Unión Europea (28 miembros), está transitando un período muy traumático con una situación económico-social muy comprometida. Ésta no aparece nada fácil de resolver y palmaria prueba de ello es que ese país está siendo sometido, por tercera vez, a un replanteo de su vapuleada economía. La “manija” supuestamente correctora está a cargo de la conducción centralizada con sede en Bruselas, sobre la cual ejerce fuerte influencia el miembro mayor Alemania y su muy severa e inflexible primer ministra, Angela Merkel. Es evidente que desde allí se insiste en imponer al pequeño socio un programa de ingentes sacrificios como condición para no ser expulsado y aislado en forma total; además de dictar normas de supuesto saneamiento que debe acatar en plenitud.

El mencionado proceso correctivo ya se intentó dos veces antes, la última en 2011, y siempre se volvió al punto de partida incluso agravado pero no se repara en la “receta” como causante de esos fracasos, sino que se le enrostra al gobierno de turno y el pueblo griego. En esta oportunidad, hubo elecciones generales y a principios de 2015 asumió Alexis Tsipras, de filiación socialista, el cual -junto con su gabinete- en primera instancia se negó a implementar las drásticas medidas de corte recesivo que, desde el Parlamento multinacional instalado en Bruselas, hizo conocer, mediante una extensa alocución, el presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi.
Frente a tan intensa presión, las autoridades griegas convocaron para el día 5 de julio un plebiscito consultando a la población en general si debían aceptar o no la serie de imposiciones que habían hecho llegar la “troika” de controladores -Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central y Comisión Económica Europea-. El resultado mostró un tajante rechazo pues 61,3% se expidió por el “no” exhibiendo un rotundo e incondicional respaldo a esa actitud. Tsipras intentó negociar pero encontró una cerrada devolución bajo la supuesta causal de que el 30 de junio habían vencido 1.600 millones de euros de una obligación con el FMI y, por tanto, estaban formalmente constituidos en mora; lo cual los inhibía para pactar ninguna concesión.

La reanudación de las negociaciones
La realidad era muy distinta: frente al respaldo popular para resistir muchas de las imposiciones, endurecieron en muy alto grado los términos iniciales y Tsipras, ante esta emergencia, mostró voluntad de acatar todo, lo cual produjo la renuncia en son de protesta y disconformidad del ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, al quien se sumaron otros 10 colegas en forma simultánea. Las imposiciones son muy duras pues incluyen en lo inmediato una numerosa transferencia de actividades al sector privado (incluso 14 aeródromos que generan ganancias por su explotación), eliminación total de subsidios, el despido de 15.000 agentes públicos, una reducción generalizada tanto en el salario de dicho sector como en el privado, e incremento de la alícuota general del impuesto al Valor Agregado (IVA) de 13% a 21%. Una virtual garantía de recesión en puerta…
Ésta era la vía elegida al efecto para reducir el consumo después de haberlo sufrido antes por medio de una caída de 27% en su Producto Bruto Interno (PBI). Se mantuvo la ya vigente exigencia de generar un superávit fiscal equivalente a 1% del PBI este año y amplían tal imposición a lo años subsiguientes, llegando a 3,5% en 2018.

La concurrencia de prioridades muy diversas
Para justificar tales términos se ha enfatizado que se está enfrentando “el mayor default de la historia financiera mundial”. Sin cuidar mucho las formas, paralelamente, se lanzó una fuerte amenaza fijando un perentorio plazo improrrogable de ocho días para que el Parlamento apruebe virtualmente “a libro cerrado” la documentación originada en Bruselas, imponiendo desde el comienzo la instauración de un “corralito” que limita la extracción de moneda tanto propia (euros) como extranjera (de fuera de la “eurozona”).
Una vez más se utilizó el más sonoro tono amenazante pues, frente a la alternativa de un eventual rechazo, advertían que estaban dispuestos a “aislar a Grecia del sistema financiero europeo” mientras el ministro de Finanzas renunciante calificó de “sádica” la actitud y que no se habría de suscribir a esa virtual condena a la miseria. Pero… ¡Se equivocaron! Contra lo previsible, Tsipras y sus colegas bajaron humildemente la cabeza.
En contraste con tan extremo rigor en el tratamiento con Grecia, aparece como un curioso y significativo contraste que Estados Unidos manifieste que considera excesivo el ajuste que se pretende imponer y plantean que, sin realizar una importante quita, será cuestión de tiempo afrontar una nueva crisis agravada. Con estas declaraciones, procura lograr la vigencia de un trato prioritario que no cuestione la muy valorada permanencia de varias bases navales en las islas de Creta y Rodas, que no quieren ni piensan resignar o reducir pues le permiten mantenerse vigilante frente a la conflictiva zona de Medio Oriente y la próxima a los mares Egeo, Negro y de Mármara, pues Turquía no le ofrece suficiente confianza ni garantías. Privilegian la ubicación estratégica de Grecia en el área del Mediterráneo Oriental y tampoco les satisface que se cree un clima adverso a su presencia.

Por el lado de los países europeos, pugnan por enviar un mensaje ejemplificador a todos los demás integrantes del área sobre el rigor que se expone a sufrir el que no se maneje con prudencia y extrema responsabilidad. Es obvio que chocan dos posturas, motivadas por muy diversos objetivos.
Mientras tanto, se suceden episodios en la política interna que enardecen el ambiente. Tsipras optó por renunciar ante el voto en contra de los legisladores, aunque lo hizo previa convocatoria a elecciones generales con probable fecha para el próximo día 20. Resulta obvio que, además de ser nuevamente candidato al cargo, Tsipras piensa que será sin tener ya en su partido a 25 legisladores, los cuales han optado por formar un nuevo partido opositor y presentarse también a elecciones.
El complejo caso iraní
Para disponer de una adecuada vara sobre lo que se ha logrado hasta ahora por vía de negociaciones, basta con recordar que culminaron con la firma de un acuerdo que se comenzó a negociar en 1979, es decir, hace nada menos que 36 años. Tales planteos recíprocos tuvieron su inicio a partir del derrocamiento del último Sha, Reza Pahlevi, oportunidad en que nació la república islámica de Irán donde, por encima de sus máximos funcionarios, la “última palabra” y la voluntad omnímoda suprema siempre descansa en la autoridad religiosa musulmana.

Durante el último quinquenio, lideradas por EEUU y avalado por el quinteto que conforman China, India, Alemania, Reino Unido y Francia (5+1) trataron sin éxito de disuadir los procesos de enriquecimiento de uranio y fabricación de proyectiles atómicos. Hasta la fecha constituyen el “club atómico mundial” todos los países precitados menos Alemania, y se han sumado posteriormente a dicho club Pakistán, Corea del Norte y, seguramente -aunque sus gobernantes nada dicen al respecto-, Israel.
La intención de las autoridades de Teherán era sumarse al mencionado club a corto plazo pero las deliberaciones que mantuvo con ellos EEUU, por lo que se advierte, se han visto coronadas por el éxito. Incluso se avinieron a destruir todo el uranio que poseen y limitarlo sólo a cumplir finalidades estrictamente civiles. En compensación de ello, los países citados se comprometieron a levantar todas las medidas punitivas aplicadas desde 1979, lo cual les permitirá reiniciar en toda su potencial magnitud la provisión internacional de petróleo y sus derivados.
Dado que Irán posee la segunda mayor reserva de hidrocarburos, al levantarse las restricciones podrá triplicar los envíos. A esto se llegó después de febriles negociaciones realizadas en Viena luego de una sucesión de marchas y contramarchas, pero es obvio que los cocimientos tecnológicos sólo se archivan temporalmente y que, en cualquier momento, podrían reanudar tales tareas. Se calcula que si se toma una decisión de este carácter, permitirá retomar en no más de tres meses y alcanzar la elaboración de proyectiles atómicos en alrededor de un año.

Esa posibilidad obliga a mantener en forma permanente un equipo integral de “observadores” muy avezados y diseminados en toda la superficie de Irán para garantizar el fiel cumplimiento de lo acordado por ambas partes. En Washington se plantea que la proximidad de Rusia y sus límites con Irán podrían facilitar la instalación, disimuladamente, de instalaciones fabriles que involucrarían “un peligro latente”.
Por su parte, la República de Israel, geográficamente próxima pero no lindera, ha hecho llegar su total rechazo al consenso alcanzado y advierte de que no se ha verificado en forma fehaciente que no haya desde antes del “Acta de Viena” un peligroso arsenal nuclear, señalando que ha sido reiteradamente amenazada durante los últimos meses anteriores a la firma de la referida acta. Expresando sus “dudas” subraya que Irán no habría “ganado nada” salvo el pleno ejercicio de su capacidad exportador de petróleo, razón por la cual temen que no se cumpla estrictamente lo suscripto y podría convertirse en la primera víctima propiciatoria.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha intervenido en forma personal para llegar a un acuerdo y lo exhibe como un logro propio, incluso el mayor de ellos. A quienes le endilgan presuntos errores o ingenuidades ha optado por responder patéticamente que “era esto o la guerra” pero aun así persisten los sectores críticos.

Tanto en el frente interno como en el ámbito internacional, donde hacen una evaluación negativa, se limitan a seguir de cerca los sucesivos acontecimientos pero no expresan cuáles son los párrafos a corregir o modificar. Y en tono mesurado expresan que “es más constructivo exaltar el valor que implica que se haya obstruido un foco potencial de conflictos y muerte de proporciones incalculables; ya que vigilar es mucho más positivo que confrontar con las armas en la mano”.
Se aplaude el retorno de las respectivas embajadas, el retorno de representantes de Teherán a los organismos internacionales, considerándose todo esto como sólo un comienzo. Cumplir todos los requisitos, destruir integralmente el stock de armamento atómico iraní y las reservas de uranio enriquecido en más de 25%, estableciendo paralelamente un régimen permanente de contralor, es muy probable que llevará más de un año de trabajo intenso.

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