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Arquitectura experiencial que construye sueños

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“Arquitectura experiencial” es un concepto y un modo de construir basado en la experiencia humana del espacio habitable. El arquitecto empatiza con el futuro morador de la casa, con quien construye un diagnóstico que tiene en cuenta los sueños, la realidad y la identidad del habitante, para luego volcarlos en la proyección del espacio. Es una arquitectura que humaniza el espacio,ponderando la vida del habitante por encima del objeto habitable. La tendencia es acuñada por el arquitecto cordobés Carlos Viñolo, quien la ha formulado en función de numerosos estudios interdisciplinarios como la psicología ambiental, los orígenes de las viviendas desde lo público y lo privado, el movimiento moderno y la devaluación del mundo humano en las palabras de Carl Marx. La creatividad juega un rol importante y echa mano al arte, por medio del cual cobran significado gran parte de los ideales del morador. Neutralidad espacial y claras delimitaciones entre los espacios sociales e íntimos fueron artífices de las primeras obras “humanizadas”, como los edificios José Picone y el recientemente lanzado Rayuela.

Por Laura Pantoja – [email protected]

«Habría tantas formas de crear viviendas, tan diferentes maneras de llenar de vida humana los discos duros mentales, derribar rejas tan viejas y oxidadas”, sostiene el arquitecto cordobés Carlos Viñolo, para introducir lo que él denomina como “arquitectura experiencial”, un novedoso concepto que ha creado sobre bases psicológicas, sociológicas y arquitectónicas, y que funda los cimientos de gran parte de sus proyectos constructivos.

“La denominación ‘arquitectura experiencial’ surge de mi humilde trayectoria y búsqueda personal; desde una mirada holística de la arquitectura articula y enlaza un amplio espectro de conceptos, conocimientos y herramientas de diferentes disciplinas”, indica.

El término “experiencial” proviene de experiencia del ser humano como habitante de los espacios arquitectónicos. “No debe confundirse con experimental, de experimentar, aunque también pueda sumir ese rol, pero con un desarrollo a futuro”, aclaró.

El profesional hace explícita la distinción entre el “habitante” de estos espacios, en contraposición al “usuario”. “Habitar involucra la vivencia, mientras que usuario sólo se remite al uso de objetos”, recalca.

La arquitectura experiencial proviene de considerar el espacio arquitectónico como soporte de la experiencia humana, de modo tal que la fuerza original que potencia la generación del espacio habitable, esté puesta en la vida de los habitantes por encima del objeto habitable.

“El estudio y profundización de esta variable constituye el punto de partida, siendo el objeto arquitectónico su resultado”, apunta.

Psicología ambiental
Uno de los pilares conceptuales que forjan esta tendencia es la interacción entre espacio y sujeto. La psicología ambiental con su carácter interdisciplinar -que analiza las relaciones recíprocas entre la conducta del ser humano y el ambiente psicofísico- es la corriente que ha mellado en esta construcción conceptual. “Al estudiar la experiencia emocional del ambiente, parte de cómo convertir al espacio físico en un espacio significativo”, agrega Viñolo.

“El ambiente es un territorio emocional -según Ittelson en Psicología Ambiental- y el ser humano crea e influye sobre el ambiente y luego el ambiente o parte del mismo crea o influye sobre la persona, inscribe Corraliza en Psicología Ambiental”, parafrasea.

No obstante, el germen de esta noción que fundó Viñolo nació cuando era estudiante de la carrera de arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba. “Cursando la materia Comunicaciones I en primer año de la facultad, mi gran maestro Cacho Forné planteó un sencillo trabajo: imaginar a un hombre en el desierto y, de a poco, cuadro a cuadro, a modo de storyboard, agregar elementos físicos de la intervención humana, constitutivos del espacio”, recuerda.

“Esta persona en la soledad absoluta y con miedo, primero construyó un piso que le permitió sentarse y sentirse no tan sólo en la arena, luego plantó una columna donde pudo apoyarse y contemplar el desierto para sentir un sentimiento de relax; después este hombre en el desierto cerró un lateral y pudo apoyar sus espaldas para amortiguar sus miedos, así pudo descubrir una sensación de control y seguridad. Al colocar el techo, sintió pertenencia”, relata el profesional, quien desde ese momento comienza a sentirse aquel hombre del desierto, para proyectar -desde la mirada del habitante humano- su morada, desterrando el ángulo que se cierra en la observación externa o puramente utilitaria y funcional.

Orígenes de la casa
Con su afán de encontrar en la teoría y la praxis fundamentos para desarrollar el concepto “arquitectura experiencial”, el origen de las casas fue otra de sus búsquedas.

En el estudio del origen de la casa se descubrió que en el medioevo no existía la casa como tal: la ausencia de intimidad y privacidad era total, tanto en las clases pobres como monárquicas. “Esto nos produce sorpresa pero más sorprendente es que en pleno siglo XXI muchos de estos problemas -aunque ocultos- siguen vigentes”, indica el arquitecto.

Para explicar esta hipótesis, Viñolo cita al arquitecto e investigador francés George Teyssott: “Es probable que el bastión de lo privado, de lo íntimo y lo doméstico, no sea ya una zona de refugio y de protección, sino que haya sido fagocitado por la mirada voraz de los numerosos expertos, que comienzan a querer proyectar la casa de todos: médicos, higienistas, criminólogos, reformadores, ingenieros, arquitectos, decoradores, mueblistas, jueces, asistentes sociales, economistas, sociólogos, psicólogos, psiquiatras, etcétera. Toda una comparsa repleta de portadores de saberes -y, por tanto, de poderes- que asaltan con armas y equipos el umbral de la vivienda y que destilan los humores privados al fuego de un centenar de ciencias”.

Según el profesional, la mayoría de las casas que se habitan en la actualidad, son muy parecidas en su estructuración y responden a un modo de estructura social sujeta a modas y necesidades de status, que se insertan en las clases sociales acomodadas. Del mismo modo, pero con otras formas directas e indirectas de imposición, lo hacen en las clases más pobres.

“No es que aquí vayamos a tratar este tema en profundidad pero sí intentar comprender que hay modelos tipológicos anclados en nuestras cabezas que están muy alejados de un desarrollo de la intimidad e identidad habitacional del ser como individuo”, fundamenta.

Movimiento moderno
Los investigadores del movimiento moderno también pusieron sus miradas en el desarrollo de la vida y del hábitat humano, Le Corbusier desarrolló el concepto de “domismo”, que veía a la vivienda como objeto de investigación, al igual que el urbanismo.
Vigñolo considera que los seres humanos viven en un sistema social deshumanizado, una noción que tomó del Marxismo.

“La devaluación del mundo humano aumenta en relación directa con el incremento de valor del mundo de las cosas”, dice Carl Marx. En este sentido, el concepto de alienación que conlleva desde su base una deshumanización implícita, desemboca en una sociedad que en su esencia es hostil a poner al ser humano por encima de la valorización del mercado.

Desde esta corriente, la arquitectura experiencial asume un carácter experimental. Según el especialista, sólo se trata de búsquedas parciales puesto que sólo una sociedad nueva que se centre en el ser humano podrá abordar con plenitud la ciencia domística, tanto como al conjunto de las ciencias de la sociedad.

“Habría tantas formas de crear viviendas, tan diferentes… llenar de vida humana los discos duros mentales… derribar rejas tan viejas y oxidadas… de eso se trataría”, ratifica.

Manos a la obra
El profesional relata el modo en que llevó a la práctica su marco conceptual, sobre el cual ha hecho un largo camino en la búsqueda de sustento. “Intenté fundar a priori un eje conceptual y vivencial antes de trazar una sola raya, para luego recién comenzar a jugar con el espacio y agregar dispositivos y elementos que conformen una trama de respuesta integral. Es un largo y apasionante camino de ida y vuelta, donde interactúa lo conceptual y lo constitutivo del espacio”, afirma.

Cuando se trata de viviendas (nuevas o a transformar) que se proyectan en función de las necesidades reales del habitante, se trabaja en forma conjunta con el Diagnóstico de Identidad Habitacional y el Modelo de Identidad Habitacional.

“Es un trabajo en profundidad que busca acercarse lo máximo posible a la propia identidad de los habitantes, por medio de variadas y divertidas herramientas como la tensión creativa, que nos permite ajustar la distancia entre los sueños y la realidad y apelar a la cocreatividad. El habitante aporta sus sueños, su historia, su identidad, y el arquitecto, por su parte, conceptos y herramientas para abordar finalmente, el modelo, que no es más que un escrito, que puede asumir el formato de un relato, sin dibujo. De este modo, se evita el peligro de caer sólo en los resortes internos del arquitecto”, subraya.

Neutralidad espacial
La neutralidad espacial remite al modo de estructurar al espacio, es decir, cómo se determinan las formas posibles de relación existentes entre los habitantes del grupo. La neutralidad espacial dota de una mayor flexibilidad a la tipología y permite relaciones más autónomas a los habitantes.

Conceptos como centrífugo y centrípeto también son aplicados para comprender el modo preferencial de interacción entre las personas. “Un ejemplo de ello fue la proyección de un centro de psicología, en el que confluían un espacio cuadrado muy tentador y otro alargado tipo chorizo. Se determinó que el más adecuado para la espera era el centrífugo o tipo chorizo, es decir el que desalienta a que las personas se conecten: es necesario una experiencia individual anterior al ingreso de la terapia”, grafica el profesional.

Vivienda colectiva
La proyección de una vivienda colectiva bajo el paraguas de la arquitectura experiencial requiere del trazado de un eje de vida imaginada. “En uno de los edificios construidos, José Picone, ese eje abordó la transición entre la vida social y la vida íntima. Así, diseñamos una cantidad de dispositivos y elementos provocadores y concientizadores de este pasaje como, por ejemplo, las obras de arte que forman parte del orden significativo”, fundamenta.
En este caso se incorporaron los murales «Serie Miradas», donde figuran personas que miran, a través de las cuales se puede distinguir con definición, la distancia perceptiva entre el adentro y el afuera, lo íntimo y lo social.

Estos murales merecen una explicación adicional porque rinden tributo al muralismo pictórico mexicano, un fenómeno único de fusión arquitectura-arte. Se trata de un movimiento social de principios de siglo, en el que artistas comprometidos se hicieron eco de esta particularidad, en la que la arquitectura cede su protagonismo al arte y el arte cede para quedar impreso en la arquitectura. “Una verdadera fusión y un concepto que desde la arquitectura experiencial hemos adoptado: no se trata de que el arquitecto sea el artista, sino de trabajar en equipo con artistas, en pos de construir el relato experiencial”, aclara el profesional.

En el caso del complejo Rayuela, el concepto de arquitectura experiencial integró una arista filosófica, el Homoludens u hombre que juega.

En esta expresión, el arte asume un nuevo rol, según comenta el arquitecto. “Como la arquitectura experiencial intenta ser un concepto en permanente transformación, la fusión del arte asume un nuevo rol aunque de forma parcial por ahora, que llamamos el arte-inconcluso: intervenciones que esperan su completamiento e invitan al habitante a formar parte. Poesías para escribir en placas de aluminios, pinturas para completar o cambiar”, señala.

De esta manera, la configuración de la arquitectura experiencial no cuenta con el detalle en sí mismo, sino con una serie de elementos -que vistos aisladamente son detalles- que en conjunto son reforzadores de un relato globalizante, que busca convertir al espacio en un ambiente significativo para un segmento poblacional en el que se priorizan experiencias para un tipo de habitante determinado.

Para lograr esa búsqueda del relato globalizante es fundamental el gerenciamiento integral del emprendimiento, que se inicia con la génesis de la idea, la búsqueda de inversores, del predio, la obra y el apoyo en la comercialización.

Economía de la experiencia
Los autores del libro Economía de la experiencia (Pine y Gilmore) han estudiado y constatado que el mercado paga más por productos y servicios que involucran las experiencias del cliente. “Si esto es válido para cualquier producto de la industria que necesita formar ‘teatralizadores’, cuánto más lo será para la genuina experiencia de los habitantes”, fundamenta.

“Hemos comprobado que hay un segmento poblacional con ganas de habitar lugares significativos donde se perciba la búsqueda humana”, finaliza el especialista.

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