El embajador argentino ante el Mercosur, el economista Mariano Kestelboim, ratificó que el país seguirá formando parte de ese bloque regional, y cuestionó que “se usó la decisión de la Argentina de no seguir la alguna negociación para decir que nos fuimos del Mercosur, y no es así”.
“No sé si es una mirada simplista de quienes no saben lo que es el Mercosur o si es maliciosa; y como no puede ser que no sepan lo que es el Mercosur, es una posición maliciosa”, declaró Kestelboim.
El economista explicó que el Mercosur “es mucho más que algunas negociaciones abiertas, en las cuales la Argentina no interviene y decidió no intervenir porque son tratativas en las que el país tiene muchísimo para perder en estas condiciones”.
Kestelboim detalló que “se quería avanzar en acuerdos de libre comercio con Canadá, Corea del Sur, Singapur, India y Líbano”, y resaltó que “los primeros cuatro países tienen una estructura productiva industrial mucho más avanzada que la argentina”.
Además, mencionó que estos países “tienen estabilidad, tasas de crecimiento muy importantes, acceso al crédito, políticas fiscales atractivas para el desarrollo de inversiones y las exportaciones”.
Con ese grupo de países, dijo el embajador, “competimos en sectores industriales medianamente desarrollados, en particular en la fabricación de automóviles, autopartes, electrónicos, electrodomésticos, algunos textiles y bienes de capital, entre otros”.
Eventuales acuerdos de libre comercio con esos países, evaluó, “podrían herir más aún la industria nacional, que hace ya cuatro años que viene en un descenso acelerado en términos de nivel de actividad”.
Recordó que se perdieron “casi 170.000 puestos de trabajo registrados, un poco más de 10% de la dotación de empleos formales, y los segmentos que tienen más empleo informal están en peores condiciones todavía”.
Una apertura en estas condiciones, definió Kestelboim, “sería muy complicada” ya que las empresas “apenas tratan de sostenerse e invierten muy poco, y se agregaría un condimento muy importante de incertidumbre”.
“Si bien los acuerdos no se efectivizarían en lo inmediato, con el ritmo al que llevan las negociaciones los brasileños, especialmente, su concreción no llevaría demasiado tiempo”, sostuvo el diplomático.
“Y, para colmo -añadió-, estamos en un contexto mundial muy complicado, en el cual los excedentes de producción son muy importantes y es alto el peligro de que los vuelquen a países que no tienen barreras comerciales; entonces, es bastante temerario avanzar en este tipo de negociaciones”.
Kestelboim explicó que la posición negociadora de Uruguay y Paraguay “se entiende, porque casi no tienen industrias, y el caso de Brasil es polémico: hay una visión muy aperturista, contraria al interés de las grandes industrias de ese país, pero parece que quieren avanzar a toda costa”.
Según el funcionario, “el lobby de decir que la Argentina sale del Mercosur apunta en doble sentido: por un lado, empujar a que el país cambie su actitud, y por otro, ponernos en la figura que ellos han creado maliciosamente al decir que Venezuela y Cuba son lo peor del mundo y que la Argentina está exactamente en ese mismo camino, con lo cual ratifican el relato que crearon”.
Kestelboim dijo que hay dos legislaciones que van en contra de la decisión argentina: el Tratado de Asunción, que se aplica para que todos los países negocien de forma conjunta, no por separado; y la decisión 32/2000 cuando, en virtud de la intención de Uruguay de negociar por separado, también se decidió no habilitar ese camino.
Pero también, aclaró, “está el antecedente del acuerdo Mercosur-Unión Europea del año pasado, cuando se flexibilizó la posibilidad de acordar individuamente cada país con la UE, en función de lo que se acuerde a nivel general”.
En ese marco, “para no generar cortocircuitos ni grandes tensiones, la Argentina decidió no ser un obstáculo para sus socios comerciales”, concluyó Kestelboim.