La industria vitivinícola presentó al Ministerio de Producción un informe sobre el impacto de la crisis desatada por la pandemia del coronavirus, con una caída del consumo de vino en marzo estimada en 30%, y reafirmó la necesidad de la inclusión del sector en el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Según la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), la baja del consumo de vino estimada se debe a la reducción de 5% en la venta en los canales tradicionales (supermercados, almacenes, autoservicios), que representan 70% del consumo.
A ello se suma la disminución a cero en el canal “botella abierta” (restaurantes, bares, hoteles) junto con el canal “enoturismo” y vinotecas, las cuales también se han visto ampliamente afectadas en la comercialización; que representan el 30% restante.
“Esto configura un panorama de caída en volumen en la comercialización de vino en Argentina que estaría rondando también 30% en abril de 2020 respecto al mismo mes del año anterior”, consignó Coviar.
Según datos de la consultora W, el rubro bebidas con alcohol registraba una baja de 4,5% en sus ventas totales en volumen a nivel país en marzo de 2020 contra marzo de 2019, con una disminución segmentada de 2,8% en cerveza y 4,7% en vino.
En tanto, quienes tenían sus ventas centradas en el mercado local abasteciendo restaurantes, cantinas, bares y vinerías, han sufrido un corte en esta cadena de distribución debido al cierre con motivo del aislamiento social preventivo y obligatorio. Por su parte, la situación del turismo vitivinícola es crítica dado que los niveles de facturación se han reducido a cero y seguramente será una de las últimas actividades que pueden retomar el trabajo con normalidad, consignó el trabajo.
En el caso de las exportaciones de los vinos fraccionados y espumantes, se observa una caída del orden de 21% en valores FOB, mientras que en volumen este porcentaje se ubica en torno a 19,4%, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino.
Asimismo, aseguran que la cadena de pago del sector externo comenzó a ralentizarse, extendiéndose las cobranzas en el tiempo y generando desfases y mayores costos financieros para las empresas locales.