domingo 22, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Massa afina el lápiz para sobrevivir a 2023

DUDAS. El ministro sabe que debe tomar algunas decisiones, aunque es difícil definir el área.
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Año electoral, sequía en el campo, inflación y deuda arman un cóctel complejo para el gobierno. El ministro y su equipo pretenden evitar el estallido que -aunque se aleje- siempre permanece visible

Al conocerse el dato de inflación, el jueves pasado, todos en el Gobierno respiraron aliviados. A pesar de forzar la economía con cepos, trabas y acuerdos, se alcanzó el objetivo de no cruzar el umbral del 100% de inflación anual, lo que no es suficiente para que la gente crea en la desaceleración.

Ese dato no es menor. No alcanza con el hecho de que esa contención sea fundamental para evitar el estallido económico y social que tanto temen todos. Si el ciudadano de a pie percibe que las cosas hoy le cuestan el doble que hace un año (por ejemplo, al encontrar una factura vieja en un bolsillo) que el sendero sea a la baja resulta anecdótico.

El objetivo de cuatro por ciento de inflación mensual a partir de abril es más un deseo que una posibilidad concreta, pero tampoco es una quimera imposible. A partir del endurecimiento fiscal y del disciplinamiento en la emisión (que no se puede terminar. si se sigue alimentando la deuda en pesos) la idea de 60% de inflación anual servirá como guía para los tomadores de decisiones del área.

En el gabinete económico le atribuyen a Precios Cuidados y también a las negociaciones políticas y reuniones del ministro con el sector privado el hecho de que se haya abandonado el seis por ciento mensual, que parecía un piso estable en la escalada inflacionaria del año pasado. Ahora la apuesta es a que el cinco por ciento mensual se transforme en un cuatro por ciento mensual en el primer trimestre de 2023.

Luego de que se supo que la inflación en diciembre fue del 5,1%, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) decidió mantener las altas tasas de interés, un gesto político fuerte de la entidad que conduce Miguel Pesce hacia Sergio Massa.

El directorio del BCRA mantuvo la tasa de política monetaria y dijo que seguirá actuando “con prudencia ante la evolución de la tasa de inflación, que se ubicó en diciembre en 5,1% en el nivel general”. En este sentido, consideró que mantener inalterada la tasa de referencia “contribuirá a la desaceleración gradual de la inflación en el mediano plazo, consolidando la estabilidad financiera y cambiaria”.

A partir de que el que se inicia es un año electoral, en el Ministerio de Economía están convencidos de que tres son los principales frentes de tormenta a despejar si pretenden evitar un papelón en las urnas: crisis del campo, inflación y deuda.

Sequía en el campo

Los datos son elocuentes: las exportaciones de granos y subproductos podrían caer este año versus 2022 entre US$9.226 millones y US$14.115 millones debido a la sequía. Además, el Estado dejaría de percibir por recaudación fiscal entre US$3.143 millones y US$4.739 millones. Estos datos se desprenden de un relevamiento realizado por la Gerencia de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Fundación INAI.

La sequía cubre ya casi el 55% del país y llega a índices alarmantes en cuatro provincias de la Región Central. Si se considera que dos de cada tres dólares de exportaciones llegan por el campo y que nueve de cada diez dólares de retenciones también son aportados por el agro, el tema es central para la viabilidad el plan de Massa.

Como parte del ejercicio de cintura política, la cartera de Massa ha anunciado compensaciones por dólar soja para pequeños productores agrícolas, para tambos, avícolas y granjas porcinas. Los productores de fruta y vid perjudicados por las heladas también recibieron asistencia, así como probablemente otras economías regionales vayan entrando en ese grupo de a poco, como a cuentagotas, para siempre generar la sensación de que el Gobierno se preocupa por el campo (a pesar de que en sus discursos el Presidente todavía no ha expresado la palabra “sequía”).

Inflación

El año 2022 terminó con un alza acumulada de 94,8%, muy por encima de las estimaciones con las que se inició . Si bien el oficialismo celebró no haber tocado el 100%, la fórmula presidencial Fernández-Fernández de Kirchner se llevó la cifra más alta desde la salida de la hiperinflación y se ubica en el top cinco de los países con peor desempeño a escala global. La gestión de los Fernández acumula 300% de inflación en los tres años desde su asunción.

A la existencia de precios Justos (una política pensada inicialmente para un período de cuatro meses, hasta marzo) se agrega ahora el rol de fiscalización paraestatal que se le ha dado a algunos gremios, como es el caso de Camioneros. El domingo se viralizó el video de un grupo de personas vestidas de negro que recorrían los depósitos de un supermercado para chequear que no hubiese problemas de abastecimiento.

La idea de que un Estado que ve diluir su poder en manos de grupos de la sociedad civil (un reflejo de la incapacidad creciente del sector público, aburguesado por grandes sueldos y amiguismo) va a poder resolver problemas más complejos, que requieren más autoridad, es bastante inocente. Un Estado que necesita de privados para que hagan su trabajo es un Estado con capacidades limitadas.

Deuda y frente financiero

El tercer frente de tormenta que avizoran en Economía es financiero. En este sentido, habrá dos novedades. Por un lado, buscan instrumentos atractivos para el ahorro que no sean sólo para los bancos y, por otro, hay un proyecto para ordenar la deuda pública en cuanto a perfiles de vencimientos. También buscan gestar alguna alternativa de crédito que hoy es inaccesible.

La escalada del dólar blue no se detiene. Empujado por una demanda que se recalienta en la segunda quincena de enero, sumado a que la inflación continúa con subas de cinco por ciento mensual y un exceso de pesos circulando por la emisión monetaria de los últimos meses. El viernes el tipo de cambio paralelo marcó un nuevo récord nominal y la brecha volvió a superar el 100%, a $369 en la punta vendedora.

El faltante de dólares quedó en evidencia durante la última encuesta de la Unión Industrial Argentina: siete de cada diez empresas manifestaron que las dificultades en el abastecimiento de insumos podrían generar paradas en algunas líneas de producción.

El plan económico es el de alargar la mecha o generar una bomba de tiempo de deuda en pesos. Se emitió el equivalente a 10 puntos del producto bruto interno y eso habrá que resolverlo”, dispara Hernán Lacunza, ex ministro de Economía. Pero también hubo un ajuste del gasto público. En el primer semestre de 2022 durante la gestión de Martín Guzmán había subido 11 puntos reales y durante la gestión Massa cayó seis. En esto entra la brecha entre la inflación real y los incrementos de jubilaciones, planes sociales y giros a provincias que preocupa a la oposición de cara a 2024. “Pisaron la caja y eso genera un efecto de contención de las variables de la economía pero también muchos de los frenos son artificiales y solo se trata de procrastinar”, admite otro referente de la oposición y agrega: “Hay mucha preocupación también en el sector privado porque siguen sin insumos”.

Año electoral

La última preocupación es la referida al momento de enfrentarse a las urnas. Todo 2023 girará en torno a las candidaturas, las alianzas y los resultados que se vayan sumando a lo largo de las distintas citas electorales en provincias y ciudades.

Sabiendo que para ganar una elección en Argentina (o, al menos, pera tener más chances de hacerlo) es necesario que la gente sienta que tiene más plata que un tiempo antes, el dilema al que se enfrenta el kirchnerismo es más e índole política que económica.

En otras palabras: el kirchnerismo sabe qué debe hacer para enderezar la economía, pero también sabe que eso reduce sus chances de éxito electoral, habida cuenta de que desperdició tiempo valioso en internas de todo tipo entre ministros y funcionarios.

Algunos arriesgan que el gabinete de Massa ha bajado la directiva de tratar de que los gremios no cierren aumentos semestrales por arriba de 30%, a los fines de evitar que ésos presionen sobre los precios. Ese deseo parece de difícil cumplimiento, si se tiene en cuenta lo anterior, eso de que para ganar hay que hacer que la gente se sienta mejor económicamente.

Massa afina el lápiz y hace cuentas en todas las áreas. Su situación no es fácil, pero tampoco es un desastre inminente. Según en qué columna decida cargar el peso, estaremos más cerca o más lejos de que ese oscuro escenario se concrete.

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