La pérdida de recursos llegaría a US$300 millones, en un escenario teórico si se hubiese mantenido un resultado corriente superavitario, en línea con el logrado en los primeros años 90. Pese al fuerte incremento de la presión fiscal, los recursos extra drenaron para atender al aumento de las erogaciones en salarios. Constructoras pidieron recuperar la capacidad de maniobra
La caída del ahorro corriente de la Municipalidad de Córdoba respecto al alcanzado en la primera mitad de los 90, implicó que la comuna resignara 299,92 millones de dólares, cifra que equivale a una inversión de 2.200 viviendas por año o a 15 nudos viales de Plaza España.
La pérdida de resultado corriente superavitario, esto es la diferencia entre ingresos corrientes y gastos corrientes, fue producto -entre otros- de la fuerte suba de las erogaciones en personal pese a que, en paralelo, hubo un incremento de la presión tributaria.
Las conclusiones forman parte de un trabajo presentado ayer por el economista Gastón Utrera, de Economic Trends, como parte del Foro de Análisis Económico auspiciado por la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), Delegación Córdoba.
La investigación de Utrera apuntó a poner de manifiesto cómo la caída del ahorro corriente determinó que ese excedente pudiera direccionarse a la obra pública, clave para la ciudad.
En ese marco, un primer dato del relevamiento determinó que en el conjunto de municipios de la provincia de Córdoba, el ahorro corriente tuvo en los últimos años niveles de apenas un tercio de los registrados a mediados de los ’90 y, en el caso de la Municipalidad de Córdoba, el aumento de recursos por mayor presión tributaria municipal durante los últimos 10 años se destinó casi en su totalidad a erogaciones corrientes, entre ellas en personal.
De la investigación se desprende que, durante los últimos 20 años, la masa salarial erogada por la Municipalidad de Córdoba se incrementó 70,3 por ciento a valores constantes, consecuencia de un aumento de 34,6 por ciento en la cantidad de empleados municipales y de 26,6 por ciento en la remuneración promedio a valores constantes.
El incremento en la cantidad de empleados estuvo concentrado en el período 2003 a 2007, cuando se produjo 94,8 por ciento del aumento total de los últimos 20 años.
En ese período, el incremento fue de 32,8 por ciento y pasó de 7.597 agenes en 2003 a 10.086 en 2008. Ese lapso coincide con la gestión de Luis Juez como intendente.
En tanto, en 2019 la cifra escaló a 10.475 empleados.
Salarios
Respecto a la remuneración promedio a valores constantes de los trabajadores de la comuna, se incrementó de manera casi ininterrumpida durante el período 2002 a 2015 y alcanzó 129.980 pesos mensuales por empleado en diciembre pasado.
El incremento de la remuneración a precios constantes estuvo menos concentrado en el tiempo, ya que se produjo de manera casi ininterrumpida entre 2002 y 2015.
En el período 2002 a 2008 se produjo una recuperación del nivel perdido con la crisis de 2002; y en el período entre 2009 y 2015 se produjo un aumento de dichas remuneraciones por encima de los niveles de comienzos de esa década, alcanzando en diciembre de 2015 el máximo de los últimos 20 años, equivalente a 133.397 pesos a precios de diciembre de 2019.
Se trata de salarios superiores a los registrados en el sector privado. Al comparar sueldos brutos básicos de la categoría inicial de personal administrativo, el de los empleados de la Municipalidad, corregido por horas trabajadas, fue 57,3 por ciento superior al salario promedio del sector privado, en 2019 (66,7 por ciento si se considera el promedio de las categorías administrativas).
Todos estos datos explican gran parte del reducido ahorro corriente municipal durante los últimos años, a pesar del fuerte crecimiento de sus recursos propios y provenientes de otras jurisdicciones (por aumento de la presión fiscal en los tres niveles del Estado).
Pero, en paralelo a la suba del gasto en personal, la presión tributaria también subió de manera contundente.
Desde 2008 a 2018 pasó de 2,2 por ciento del Producto Bruto Geográfico (PBG) de la ciudad, a 4,6 por ciento.
En tanto, el gasto corriente subió de 3,8 por ciento en 2008 a 6,1 por ciento en 2018.
En resumen, pese a subir la presión fiscal en 10 años, la mejora en la recaudación no se tradujo en una consolidación del ahorro corriente porque, en paralelo, subieron mucho los gastos en personal, muy por encima del promedio de los trabajadores privados e incluso de la inflación.
Ese incremento de los salarios se acrecentó en los últimos dos años por los acuerdos que logró el sindicato de los municipales (Suoem) con la comuna para indexar los salarios por la inflación, vía cláusula gatillo.
En definitiva, el poder adquisitivo de los agentes municipales se incrementó en términos reales muy por encima del existente previo a la crisis de la convertibilidad.
A juicio de Utrera, esa diferencia es la que explica en buena medida la pérdida del ahorro corriente de la Municipalidad de Córdoba y, por consiguiente, la escasa o nula capacidad de maniobra para sostener con esos recursos la inversión en obra.
De hecho, esas erogaciones de capital se sostuvieron gracias a la toma de deuda o bien a la asistencia de los gobiernos de Córdoba o de la Nación, en menor medida para avanzar con ese tipo de actividad.
Por lo demás, el trabajo de Utrera no avanzó con datos respecto a 2020, por ejemplo relativos al ajuste aplicado por el intendente Martín Llaryora sobre el gasto salarial de los municipales. Esa medida es, por lo demás, muy reciente.
Una información no menor es el compendio de datos que permitió realizar el trabajo. Los números de las cuentas municipales incluyen una contabilidad que no permite, en algunos casos, cotejar de manera concreta erogaciones en sus diferentes niveles.
En tanto, aunque el tema no se abordó a los efectos de la elaboración del documento en cuestión, quedó en evidencia que hoy no hay números oficiales de la actual gestión, al menos publicados para ser consultados de manera pública.