La profunda incertidumbre cambiaria y las retorcidas normas oficiales que dificultan las importaciones empujó al sector de los fertilizantes a cerrar operaciones contra entrega de granos, a los fines de cubrirse ante el riesgo de una devaluación. De esta manera buscan evitar que se desvalorice lo que cobran de los productores y con lo que deben enfrentar sus compromisos con el exterior.
La situación tiene que ver con los plazos con los que se efectúan los negocos. Mientras las ventas locales son en pesos, sus deudas con los proveedores son en dólares a 180 días, producto de las restricciones implementadas hace casi un año. Dicho plazo es demasiado largo para permanecer pesificado, ya que la inflación en una ventana como esa podría alcanzar fácilmente el 35%.
En 2022 el total importado de fertilizantes fue de 3,1 millones de toneladas por un valor CIF de US$2.743 millones. Respecto de 2021, la importación cayó 31% en volumen pero subió 20% en valor. La invasión de Rusia a Ucrania, dos mercados productores del insumo, disparó los precios.
Tras la sequía, una previsión de hace unos meses era que se necesitaban importar 3,98 millones de toneladas. Y, con menores precios internacionales, esto iba a requerir US$2.343 millones.
En este contexto, varios son quienes dicen que nadie quiere pesos, a la vez que alertan sobre el uso de yuanes de China, ya que va a traer más agroquímicos que fertilizantes, que provienen principalmente de la zona de conflicto mencionada anteriormente.