lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Aseguran que si el tipo de cambio hubiera seguido la inflación, el dólar valdría $54,7

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Advierte que es “preocupante” la estrategia de utilizar la política cambiaria como “ancla inflacionaria”. Luego de la devaluación de agosto de 2018, el IPC acumuló un avance de 38% mientras que la moneda norteamericana aumentó 11%, disminuyendo parte de la competitividad obtenida

Un informe de Farías Consultores asegura que si el tipo de cambio hubiera seguido el desempeño de los precios en el período que va de agosto de 2018 a junio de este año, el dólar valdría 54,7 pesos y no alrededor de los 45 en los que se comercia en diferentes bancos y casas de cambio del país.
Según el economista Ramiro Farías, uno de los socios fundadores de la consultora, el fenómeno que se conoce como “atraso cambiario’ no solamente afecta la competitividad del país”, sino que además “genera expectativas de devaluación, porque la historia nos ha enseñado que finalmente llega la corrección”.
“La diferencia en las cotizaciones de bienes y servicios es notable, por ejemplo, en el caso de los principales productos agropecuarios los precios del mercado disponible de Rosario estarían entre 1.780 y 2.550 pesos por encima de los valores actuales. Lo mismo sucede con operaciones inmobiliarias, venta de rodados, equipamientos industriales, entre otros”, se indicó en el trabajo.

Todo ello tendría su correspondiente incidencia, entre otras cosas, en la balanza comercial nacional.
Según se recordó en el informe, en el primer semestre de 2019 la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) alcanzó un superávit de 5.588 millones de dólares -según datos del Indec-, el mejor resultado de los últimos siete años para el período analizado.
“El dato no es menor ya que permite revertir las caídas sufridas en los años 2017 y 2018, siendo además una señal necesaria en términos de estabilidad macroeconómica por el aporte de divisas para nuestro país, en momentos que la fragilidad financiera y la incertidumbre política provocan dificultades de acceder al crédito internacional y disminuyen las posibilidades de recibir flujos de capitales del resto del mundo”, refirió Farías.
El resultado del primer semestre obedeció a que las exportaciones crecieron 2,4%, alcanzando los 30.750 millones de dólares (el sector agroindustrial explicó 64% del total, frente al 61% logrado en el primer semestre de 2018), aunque en mayor medida se debió a la baja de las importaciones, por la caída del nivel de actividad económica tras la devaluación de agosto de 2018.
“Sucede que las importaciones reaccionan de manera casi inmediata ante un salto devaluatorio, mientras que las exportaciones reaccionan de manera paulatina, ya que es necesario desarrollar mercados con todo lo que ello implica”, explica Farías y agrega: “Sin embargo, el incremento en las exportaciones es el componente que permite dar sustento en el mediano y largo plazo a una balanza comercial equilibrada, así como a la actividad empresarial que invierte y decide apostar por el desarrollo exportador. Por esta razón es que es preocupante la estrategia de utilizar al tipo de cambio como ancla inflacionaria”.

Los números muestran que luego de la devaluación de agosto de 2018, la inflación minorista acumuló un avance de 38%, mientras que el tipo de cambio aumentó 11%, “disminuyendo parte de la competitividad cambiaria obtenida”.
“Existe una gran cantidad de estudios que muestran que no es el elevado tipo de cambio el que causa efectos adversos en la economía, sino más bien, los patrones de ruptura o subas
abruptas, ante la incertidumbre que genera la pérdida de referencias de los precios relativos, congelando decisiones de consumo e inversión en los diversos sectores de la economía”, aseguró Farías.
Y concluyó: “Es necesario que las decisiones de política adoptadas por quienes gobiernan permitan trascender los ciclos políticos y económicos, aportando el marco de previsibilidad que requiere todo emprendimiento productivo o comercial para conducir a un desarrollo sostenible en el tiempo. Para ello hay que generar un Estado gobernado por leyes y directrices de mediano y largo plazo, con independencia de la política y la personalización de los gobernantes”.

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