A los cinco minutos del segundo tiempo del partido entre Portugal y Uruguay, un hincha se metió el campo de juego con una bandera y dos proclamas políticas en su remera.
El simpatizante se transformó en el primer invasor en pisar el césped de un partido durante esta Copa del Mundo, llevando con una bandera del movimiento LGBT en sus manos, la que dejó ante el primer cruce con un hombre de seguridad.
Además llevaba dos claros mensajes en su remera: «Salven a Ucrania» en el frente y «respeto por las mujeres iraníes» en su espalda.
Las redes sociales se hicieron eco de la polémica a partir de la discusión entre los defensores de la universalidad e indivisibilidad de los Derechos Humanos y los relativistas culturales que ponen las leyes y creencias de sociedades particulares por sobre los derechos inherentes a la mera existencia humana.
El mundial está siendo cuestionado por servir para lavar y encubrir las violaciones sitemáticas a los derechos humanos que exigen en la monarquía árabe.