Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, el Correo Argentino se encontraba en una etapa de pleno desarrollo y crecimiento, llegando con su servicio a casi todos los sitios poblados de nuestro amplio país.
Pero este proceso no fue instantáneo ni mucho menos. Se realizó en diversas etapas, ayudado principalmente por el advenimiento de los ferrocarriles, que se extendieron en forma casi explosiva hacia todas las provincias, atendiendo principalmente a las necesidades e intereses de los gobiernos de turno y de los principales capitales, que se concentraban (esto aún es así) en su gran mayoría en la ciudad de Buenos Aires, centro indudable de poder político y económico.
Esta expansión ocurrió en abanico a partir de la Capital y siguió los mismos caminos que las principales rutas comerciales, en un principio, para extenderse más tarde a las nuevas zonas de producción agrícola que significaron las nuevas colonias en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Al igual que los intereses del ferrocarril, el Correo Argentino siguió estas mismas pautas:
• Se crearon estafetas de correo en todas las estaciones de los nuevos ferrocarriles.
• En los principales centros poblados se abrieron nuevas oficinas, desde las que se atendía a centros poblados de menor tamaño.
• En las zonas de posible crecimiento económico o de relevante importancia política también se abrieron estafetas o se establecieron mensajerías o correos a caballo.
Pero este franco proceso de crecimiento no tuvo correlato en las zonas donde el Gobierno nacional no tenía intereses, ya fuera por la poca población, el difícil acceso o por la escasa importancia económica y/o política. Estas zonas quedaron, por lo tanto, totalmente aisladas del resto del país, siendo prácticamente condenadas a un atraso en todos los aspectos, tanto económicos como culturales.
En la provincia de Córdoba, las principales zonas favorecidas por esta política discrecional del Gobierno nacional fueron las que correspondían a los viejos caminos hacia el norte y hacia Cuyo, luego también la zona agrícola-ganadera. Pero la casi totalidad de las sierras fue dejada de lado por su difícil acceso. Sobre todo en las partes más alejadas de la capital provincial.
Este hecho no pasó desapercibido para el gobernador de la Provincia, el Dr. Manuel Pizarro, quien en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Legislativo, el 1 de mayo de 1893, recalcó este tema con gran énfasis en las siguientes palabras:
“Una persona o una carta que parte de la Capital con destino a estos departamentos (refiriéndose a los del oeste de la Provincia), emplea en su camino casi la mitad del tiempo que emplearía en llegar a Europa, y recorre un perímetro irregular de centenares de kilómetros, en los coches de estafetas del Central Argentino y del Ferrocarril a Río Cuarto, para seguir por la posta en Mensajerías, y pasar al fin, después de ocho, diez o doce días de viaje”.
Este discurso motivó a los legisladores de estos departamentos del oeste cordobés y de otros departamentos serranos a presentar un proyecto de ley, que luego de numerosas sesiones derivaron en la llamada “Ley sobre Mensajerías”, que daría pie a la creación de numerosas mensajerías privadas que atenderían por mas de 20 años a estos departamentos postergados.
Esta ley, sancionada el 14 de octubre de 1893, tenía la finalidad de sacar a licitación para el año 1894 en adelante cuatro líneas de mensajerías que acercasen a los pobladores y la correspondencia a los puntos de importancia dejados de lado por los correos nacionales:
- Entre Villa de Soto y Villa de San Pedro, departamento San Alberto. Pasando por La Higuera, Salsacate, San Carlos, Villa Viso, Villa Tránsito, Nono, Los Hornillos y Villa Dolores.
- Entre Córdoba y Soconcho, departamento Calamuchita. Pasando por El Durazno, Los Dos Ríos y Molinos.
- Entre Córdoba y La Cruz, departamento Calamuchita. Pasando por El Durazno, Dolores, San José, Cañada del Tala, Potrero de Garay, Los Reartes, El Sauce, Santa Rosa, San Ignacio y Río Grande.
- Entre Oncativo u Oliva, F. C. C. A., departamento Río Segundo, y Arroyito o Tránsito, F. C. C. C., departamento San Justo.
En todos los casos, los contratos se estipulaban por seis meses y con cuatro viajes de ida y vuelta al mes. Esta ley dio el inicio para lo que fue en el interior del país la principal concesión de correos y mensajerías (diligencias) privadas de que se tenga conocimiento en esta época.
Una vez publicada la ley, se procedió a llamar a licitación para cubrir las distintas rutas antes mencionadas. En algunos casos, como los de los departamentos del oeste, la respuesta fue casi inmediata por parte de diversos oferentes, concediéndose el primer contrato a Don José S. Días, quien casi de inmediato comenzó con una diligencia a recorrer la ruta desde Villa de Soto hasta Villa de San Pedro, en las cercanías de Villa Dolores, y así de vuelta a Soto.
Tal como la ley mandaba, se realizaron por mes al menos cuatro viajes redondos entre estas localidades y el contrato suscripto con la provincia se mantuvo por dos años más, en que la concesión pasó a manos de José de Mayo, quien la mantuvo por varios años hasta pasados principios de siglo.
Este servicio se mantuvo y con el tiempo se amplió a más de 14 rutas en toda la provincia, hasta 1905, año cuando el Correo Nacional se hizo cargo de ellas.