El domingo 25 de ese mes fue la primera de las cinco ocasiones en las que los ciudadanos debieron concurrir a votar. Las elecciones provinciales tuvieron como resultado la continuidad de la gestión actual pero por un margen inferior al esperado. Fallas en el proceso generaron polémica
Crónica de una jornada confusa: un resultado “con suspenso” a causa de problemas técnicos
En las primeras horas del lunes 26 de junio, computado 90% de los votos, el candidato por Hacemos Unidos por Córdoba superaba por tres puntos porcentuales a Luis Juez. Sin embargo, los problemas en la carga de datos que sufrió la Justicia Electoral determinaron que tanto el oficialista como el referente opositor evitaran declararse ganadores. Por su parte, Llaryora afirmó: “La tendencia es irreversible” pero aclaró que esperaría el conteo final. Juez adoptó idéntico temperamento.
Más allá de ese resultado “con suspenso”, en el ámbito el peronismo perdió la mayoría. Por otra parte, se registró la menor participación de la ciudadanía desde el regreso a la democracia: 67%, es decir, una de tres personas decidió no votar, a pesar de que esto está prohibido.
Si nos volvemos a situar en aquella madrugada, recordamos que, a las 2.30 la diferencia a favor de Llaryora era de casi tres puntos porcentuales: 42,71% contra 39,76%. El “suspenso” lo generaron problemas “de conectividad” que produjeron una ralentización del escrutinio pasadas las 23 del domingo 25, cuando se habían cargado ya más de 75% de los votos.
Quejas al unísono
La exigua diferencia y la decisión de la Justicia de avanzar con la “carga manual” de sufragios produjo fuertes cuestionamientos de las dos fuerzas mayoritarias por la demora.
“No es nuestra culpa”, señaló el postulante de Hacemos Unidos por Córdoba. Insistió en que los números eran irreversibles y que los más perjudicados eran los cordobeses y “nosotros”, porque “nos merecemos festejar después de tanto esfuerzo”.
“Todo el mundo tiene las actas y todos sabemos que la tendencia es irreversible. Tenemos el conteo provisorio con más del 90% de los datos y con una diferencia a nuestro favor de más de 50 mil votos”, exclamó el entonces intendente capitalino.
“Me da mucha pena porque a esta altura en una provincia con la tecnología como la que tenemos ya deberíamos tener el escrutinio terminado”, insistió Llaryora en abierto reclamo a la Justicia Electoral.
Por su parte, minutos antes de la 1.30, cuando el total escrutado apenas superaba 85%, Juez se lamentó: “A esta hora nos preparábamos para festejar o para ir a abrazar a quien ganara”.
Acompañado por distintos dirigentes del partido, como Mario Negri, Rodrigo de Loredo y Patricia Bullrich, entonces precandidata a presidente y hoy ministra de Seguridad, Juez planteó que “el partido no terminó” y cuestionó la “baja calidad institucional” de la Provincia y de la Justicia Electoral: “Lo dijimos toda la campaña. ‘Guarda’ que cuando los gobiernos se perpetúan la calidad institucional baja por el piso”, y agregó: “Vamos a esperar que se cuenten hasta los últimos votos. Nos costaron. Hicimos un terrible esfuerzo, una gran campaña”.
La diferencia a favor de Llaryora, aunque pequeña, siempre se fue ampliando. De hecho, cuando se cargaron las primeras mesas, era Juez quien aventajaba al oficialista por más de seis puntos, distancia que se fue neutralizando hasta invertirse cuando se había contado 30% de las voluntades.
Un escenario inédito
Cuando faltaba computar 10% de las mesas, Juntos por el Cambio aventajaba por 0,35 puntos porcentuales a Hacemos Unidos por Córdoba en el voto para legisladores de distrito único mientras que la distancia en el tramo para Tribunal de Cuentas era de 0,47%. Final abierto y voto a voto para dos espacios claves para cualquier oficialismo.
El hecho de quedar en minoría en la Unicameral era inédito para el peronismo desde que se creó el nuevo sistema de representación, en el corriente siglo. La misma situación ocurriría en el Tribunal de Cuentas.
Un discurso con dardos
Sin embargo, el discurso de Llaryora desde el búnker de su fuerza política fue aún más allá.
“Ahora empezamos de cero, hay que empezar a contar de nuevo, es otra historia, por eso fue una elección tan reñida, por eso debemos agradecerles a todos los que generaron este gen cordobés, por eso pido un aplauso para José Manuel de la Sota y también a quien ojalá sea presidente del país, Juan Schiaretti”, afirmó Llaryora.
El dardo pareció ir directo al actual gobernador, quien estuvo junto a su esposa y senadora Alejandra Vigo; ambos no subieron al escenario.
Sí, en cambio, la candidata a vicegobernadora, Myriam Prunotto, agradeció a todos quienes trabajaron en la elección y el esfuerzo para alcanzar el triunfo.
Más allá de Llaryora y Juez
Independientemente de la demora en el conteo final, lejos quedó el resto de las fuerzas políticas, que sufrieron los efectos de la polarización de las dos coaliciones mayoritarias.
De hecho, salvo Encuentro Vecinal Córdoba -con Aurelio García Elorrio como candidato a gobernador, que apenas superó tres por ciento de los votos- el resto se ubicó por debajo de ese porcentual: La Libertad Avanza de Agustín Spaccesi, el Frente de Izquierda y los Trabajadores de Liliana Olivero y Creo en Córdoba de Federico Alessandri, entre dos y el 2,5% y, un escalón más abajo, los otros cinco candidatos, quienes ni siquiera alcanzaron un punto porcentual en el conteo de sufragios.
Los desafíos económicos de Martín Llaryora
“La cobertura del déficit de la Caja de Jubilaciones -en el frente doméstico- y la situación de la deuda provincial, 98% de la cual está nominada en moneda dura -principalmente, dólares- más dependiente de las políticas macro a nivel nacional, son sólo dos de los desafíos que tendrá que resolver el futuro gobernador de Córdoba y que asumirá el próximo a partir del 10 de diciembre próximo”, escribíamos aquella agitada madrugada del 25 de enero, para nuestra edición del lunes 26, aún sin resultado oficial de las elecciones provinciales.
En rigor, el financiamiento del rojo previsional no debería resultar un problema a tenor del articulado del Presupuesto nacional que prevé la cobertura de prácticamente la totalidad del quebranto por parte de Anses. Sin embargo, el propio Gobierno nacional fue el que resolvió que, a falta de una “reglamentación” del texto del Presupuesto, debía regir una resolución del propio organismo que decidía que, mientras tanto, los fondos a cubrir serían los mismos que en 2022, esto es, apenas 1.072 millones de pesos mensuales, el mismo monto que se viene girando desde 2019.
En ese marco, el gobernador Juan Schiaretti resolvió acudir a la Corte Suprema de Justicia e interponer un amparo para lograr una pronta resolución del tema. En paralelo, accionó por la eventual deuda de 2022 hacia atrás y que, según el planteo, supera 100 mil millones de pesos.
“En cuanto a la deuda, la posibilidad de una devaluación del peso a un ritmo más elevado al actual será clave para conocer qué peso tendrá el pasivo respecto a los ingresos provinciales”, proseguía la columna publicada en la página 2A de nuestra edición del pasado 26 de junio y concluía: “El tema, en todo caso, es una vez más, qué hará el futuro presidente. Allí dependerá en buena medida quién resulte electo. Con todo, el panorama hace presuponer que la devaluación se acelerará (…) La inflación, el tipo de cambio, el consumo interno y la actividad económica en general, son temas que tendrán directa incidencia sobre el contexto en el que deberá gobernar Córdoba el actual intendente de la ciudad”.
Como sabemos, la previsión respecto de la deuda se cumplió (ver pág. 6): por efecto de la devaluación dispuesta el pasado martes 12 la deuda provincial subió un billón de pesos.
En tanto, con relación a la situación del rojo de la Caja, la “buena” es que se retomó el diálogo sobre ese asunto con Nación, interrumpido durante la gestión Fernández; la “mala” es que, de un modo general, las perspectivas de mayores giros a las provincias son reducidas