La Fuente del Perdón, ubicada frente al Patio Olmos, fue nuevamente el epicentro del multitudinario reclamo de los cordobeses. Hubo presencia de dirigentes opositores.
Tal como ocurrió el año pasado en dos oportunidades, ayer se extendieron a lo largo del país -sobre todo en las capitales provinciales pero también en ciudades del interior- los cacerolazos de protesta contra el Gobierno nacional. En la ciudad de Buenos Aires y en Córdoba la convocatoria tuvo un marco imponente, con liturgia y formas de manifestación propios de la clase media o media alta antes que de sectores populares.
Las críticas a la reforma judicial que impulsa el oficialismo -junto al reclamo respecto de los supuestos casos de corrupción que salieron a la luz recientemente- fueron esta vez, a diferencia de las manifestaciones anteriores, el casi común denominador del clamor de las cacerolas.
“La inflación”, la “falta de libertades”, la “falta de respeto a la Constitución” y la “intolerancia” también estuvieron entre las quejas más extendidas entre los manifestantes. Un dato novedoso con respecto a las manifestaciones anteriores fue la convocatoria de partidos opositores y la presencia de dirigentes políticos de esos espacios.
El cacerolazo de ayer fue una continuidad de los realizados en varios puntos del país el año pasado, el 13 de septiembre -que tuvo consignas más belicosas- y el 8 de noviembre. En ese sentido, mantuvo parte de su espíritu: manifestaciones de sectores que no concuerdan con las políticas del oficialismo, que no expresan mayormente diferencias sobre temas concretos -aunque esta vez estuvo muy presente la crítica a la reforma judicial y a los casos de corrupción- sino más bien “ideológicas”.
En buena medida, las críticas al oficialismo reflejan también la escasez de opciones que la oposición partidaria presenta a estos sectores, aunque ayer se advirtió al menos un principio de acercamiento, por la presencia de dirigentes opositores en las manifestaciones.
En la convocatoria y la expansión de las protestas jugaron un papel importante las redes sociales, que la denominaron “18A”; pero también los principales medios de comunicación que, en su gran mayoría enfrentados al Ejecutivo nacional, alentaron las manifestaciones.
En Córdoba, el cacerolazo más convocante y multitudinario se realizó en la capital, frente al Patio Olmos. También los hubo en Alta Gracia, Jesús María, Río Cuarto, Villa Carlos Paz, Villa María y Laboulaye, entre otros puntos de la geografía provincial.
Los manifestantes no se redujeron a un grupo etario. Hubo jóvenes –estudiantes secundarios y universitarios-, muchas familias con niños, parejas adultas y una participación no menor de jubilados. Había poca presencia de bombos, redoblantes, tambores -frecuentes en otras manifestaciones- y los carteles, en su gran mayoría, daban el aspecto de haber sido confeccionados por las propias familias. En la ciudad de Buenos Aires, tal como se preveía, la convocatoria fue imponente en los alrededores de la Plaza de Mayo. Los reclamos también se hicieron oír en el interior, tal el caso de la reciente inundada ciudad de La Plata, entre otras localidades.
El fenómeno también se repitió en el exterior, donde hubo cacerolazos frente a las representaciones diplomáticas de Argentina. Fue el caso de Sidney (Australia), Yakarta (Indonesia) y Tokio (Japón). También Madrid y Barcelona (España), Miami y Nueva York (EEUU) y Berlín y Frankfurt (Alemania), entre otros puntos.
“Queremos una justicia independiente, que no haya impunidad, que se respete y escuche”, reclamó ayer Mauricio Macri vía Twitter, sobre la marcha de ayer. “Es importante que nadie se calle y participe porque está en juego nuestra libertad”, agregó el jefe de Gobierno porteño. Mauricio Macri (PRO)
“Es una expresión legítima, la Constitución dice que la gente tiene derecho a peticionar”, indicó Artaza. “A mí me preocupan honestamente algunas consignas un poco reaccionarias. Creo que no hay que destruir al Gobierno o hacer consignas de ‘que se vayan’ o echarlos o descalificar. Me parece que para eso tenemos la democracia”, agregó. Eugenio “Nito” Artaza (UCR)
“Manifestarse es un derecho, lo que no se puede aceptar es que le digan ‘yegua’ a la Presidenta, que le deseen la muerte”, indicó el senador. “Es un ejercicio de la libertad que supimos conseguir. Si quieren expresarse, estupendo”, añadió. Aníbal Fernández (FPV)
“El tiempo de la política no es sólo el corto plazo. Esto lo saben incluso aquellos a quienes se acusa de cortoplacistas. Producir continuidad es la tarea más pesada del activismo y los dirigentes. (…) Los partidos políticos que se identifican con el progresismo democrático y republicano tienen que abrirse a esta temporalidad de nuevo tipo”. Beatriz Sarlo
“Nosotros tenemos que aprender y apoyar a escuchar. La convocatoria en general es por la República”, indicó el líder del FAP. Consideró también que la reforma judicial “es el corazón del problema. ¿Por qué el apuro de aprobar tan rápido esas leyes?”. Hermes Binner (FAP)