Uno de los tópicos predominantes en la reciente Declaración de Cádiz de Jefes de Estado y de Gobiernos Iberoamericanos fue la problemática de las pequeñas y medianas empresas y su capacidad para potenciar ese espacio económico.
Las pymes constituyen en América Latina las principales fuentes de puestos de empleo; en tanto, la generación de valor agregado se concentra en torno a 70% en las grandes empresas. Esta situación disímil en términos de empleo y producción está denotando la baja productividad de este segmento empresarial y es un rasgo diferencial de la región respecto a los países de la OCDE.
La anterior fue una de las principales conclusiones a las que se arribó en la XXI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y, en se marco, existió el compromiso a nivel gubernamental de cooperar en esta materia de manera renovada y se contó con el compromiso concreto de bancos regionales, como la CAF-Banca de Desarrollo de América Latina y el BID, y el apoyo de organismos multilaterales, como la Cepal y la OECD.
Siguiendo con lo anterior, y según lo que se rescató del encuentro, “mientras la brecha de productividad en los países de la OCDE entre medianas y grandes empresas no supera 20 puntos porcentuales, en América Latina se ubica por encima de 50 puntos”.
Así, la baja productividad y la concentración de la producción y de la exportación en productos agrícolas y materias primas de la región generan que las pymes tengan una participación de sólo cinco por ciento en las exportaciones.
Además, la baja productividad determina que los salarios de las pymes sean más bajos que en las grandes empresas, lo que constituye, junto con la concentración de la propiedad, una de las principales causas de la desigualdad social en la región.
Otras conclusiones
– La inserción en las estructuras productivas globales de las pymes industriales y de servicios en América Latina es muy distinta a la de otros países de la OCDE, en los que se hallan en segmentos de producción de series cortas diseñadas, según las especificaciones del cliente, o en servicios, en que las ventajas determinantes de la competitividad son las flexibilidad y proximidad al cliente.
– En América Latina, la mayor parte de las pymes está inserta en áreas de producción estandarizadas con baja intensidad de conocimiento, en las que compiten directamente con la producción a gran escala.
-La transformación de las economías de América Latina en estructuras productivas con mayor valor agregado y contenido tecnológico requiere que las pymes jueguen un papel central en la articulación de las cadenas productivas, la creación de empleo de calidad, el desarrollo regional y la ampliación y fortalecimiento de grandes empresas globales y multiibéricas.
“La condición necesaria para el desarrollo de las pymes es la existencia de un marco de política macroeconómica que genere estabilidad, precios relativos y mercados que aseguren rentabilidad. Dado que el colectivo pyme engloba un conjunto bien heterogéneo de actores con problemáticas distintas, la política pyme debe plantear distintos objetivos e instrumentos acordes para cada uno de los segmentos, siempre apuntando al incremento de la productividad”, aseguraron en la Cumbre Iberoamericana.
Al mismo tiempo, se concluyó que “el problema de la pyme no es el tamaño sino su aislamiento. La experiencia internacional muestra que las políticas públicas de pymes en los países exitosos se estructuraron en torno a dos ejes: las cadenas de valor y los clusters territoriales”.