Tanto trabajadores como empresarios, con un calendario repleto de responsabilidades, adicionan al cansancio típico de esta época las presiones de la economía.
La vorágine de fin de año, los trabajos que hay que cerrar antes del 30 de diciembre, los asuntos pendientes que pasarán para 2013, el ajetreo de las fiestas y los balances de vida típicos de esta altura del año son el combo que dispara el estrés para estas fechas. Sin embargo, dos factores más le dan un plus a este año en particular: la inflación y la incertidumbre. Así lo consideró Hugo Rostagno, médico especialista en medicina laboral, al ser consultado sobre su experiencia en los ambientes empresariales cordobeses por donde circula.
“La inflación y la incertidumbre han cambiado y aumentado el estrés. Tanto a empresarios como a trabajadores les genera estrés no saber bien qué va a pasar. Si bien no se puede cuantificar, es lo que recibo en mi paso por las empresas”, señaló el profesional como termómetro a Comercio y Justicia.
El agobio que genera que el dinero no alcance crea un ambiente difícil de soportar, al igual que no poder proyectar ni prever. Para aliviar esta situación Rostagno sugiere varias prácticas que rápidamente pueden ejercitarse para llegar a las vacaciones ansiadas. “Gritar en el auto cuando uno va del trabajo a la casa es algo muy saludable, al igual que hacer un deporte, yoga o caminar”. También sugiere escribir a la noche un diario personal o una hojita en la cual volcar aquellas situaciones del día que enojaron.
Otra recomendación es la del humor. “Escuchar chistes del Negro Álvarez o de Les Luthiers hace muy bien para desestresarse”, grafica.
De a una por vez
Recientemente, el coach y profesor de gestión del estrés, Bill Scheinman, ofrece algunas claves en la revista especializada Entrepreneur. Entre las principales resaltó “después del uno, va el dos. Focaliza y céntrate en una sola tarea. Cuando acabes, continúas con la siguiente”. También alienta a tomarse 15 minutos para comer sin hacer nada más que eso; esto permitirá conceder al trabajador un poco de paz y tranquilidad. Para este profesional, comer sobre la mesa de la oficina, con una mano en sandwich y la otra sobre el teclado, desde luego que no es nada sano.