ESCUCHAR
“Es un exquisito y un popular, porque puede tocar los temas más profundos y llegar a la gente. Es el amigo ilustre, el que te hace sentir orgullosa”. Éstas son las palabras que Ana María Alfaro elige cuidadosamente para describir al cómplice de tantos momentos de magia compartidos: Efraín Bischoff. Eran años de oro del radioteatro cordobés, ella actriz y él autor de obras que hacían vibrar el aire docto.
De su puño y letra creó especialmente para ella una obra que se llamó “María Cristina, la fea”, que se escuchaba por radio LV2 en 1955. Fueron 24 episodios de media hora.
“Era una especie de Bety la fea, era un historia de familia”, ríe Alfaro, quien recuerda que en ese momento ella estaba haciendo con Jaime Kloner una obra en Radio Universidad -en esa época, Splendid-, y un comerciante les compró un espacio para radionovela y pasó ella encabezarla en LV2.
“¡Al día siguiente del estreno recibimos 70 cartas! Era hermoso lo que pasaba con el radioteatro”, disfruta aún de aquel éxito que llegó de la mano de la pluma de don Efraín. Enseguida bromea que hoy todo es más directo, la gente llama o manda mails y la repercusión es más instantánea. “¡Antes tenían que tomarse la molestia de ir al correo!”, rememora.
Admiración
“Yo siento gran admiración por Efraín. Cuando lo conocí, fue sentir un cariño recíproco, una admiración mutua”, subraya, y recuerda que el vecino ilustre de Alta Córdoba no sólo escribía sino que también era actor del micrófono y pionero en Córdoba de uno de los fenómenos culturales más importantes.
Desde 1932, más de un millar de capítulos de su autoría fue transmitido por emisoras como Universidad -en la cual se desempeñó como director de Radioteatros- y otras de Rosario, Bahía Blanca, San Miguel de Tucumán, Catamarca, La Rioja y Mendoza.
“Él es muy barrial, por eso escribió radioteatro.También hizo tipo gauchesco, como la Lanza del Chacho. Era actor también, no sólo autor: un multifacético. Fue uno de los que más escribió. Lo suyo es historiar. Es un hombre de una cultura completa, de un corazón de oro”, describe Ana María.
La lista de obras de radioteatro del historiador es interminable. Entre las que se enumeran en el reciente libro Aquel radioteatro… Un recorrido histórico, de Daniel Cohen y Ana María Hache, figuran: Esquinas de las siete vueltas (1952), Audición de los barrios (1952); El amanecer en la ventana (1952/1954); El resplandor de la sangre (1957/1979); Mi novia tiene un lunar (1952); La sombra en llamas (1954); y El hijo ‘e la Juana (1957), entre tantos otros.
“El radioteatro tiene un lugar muy importante para él. Era un género clave en la cultura popular. Él ha sido una luz en todos estos años y es mi deseo que dure para siempre”, concluyó Alfaro.
