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Pablo Bernasconi se graduó en Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires, sin embargo, su trabajo con la imagen lo trasladó mucho más allá de los imperativos del diseño, para crear mundos maravillosos mediante la ilustración. En la actualidad, sus creaciones se publican en el diario La Nación e internacionalmente se han publicado en The New York Times,The Wall Street Journal, The Saturday Evening Post, Daily Telegraph y The Times. Además, publicó diez libros para niños, entre los que se encuentran El Brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos El Diario del Capitán Arsenio; Hipo no nada; El zoo de Joaquín; Cuero negro, vaca blanca, y dos libros para adultos.
Bernasconi fue invitado a Córdoba por la 5ª Feria del Libro Infantil en el marco de la cual dictará el taller Cómo se arman los libros y participará del ritual de Pase de Antorchas. Asimismo, hoy a las 19.30 ofrecerá una conferencia en Aguas de la Cañada.
– En el marco de tu visita a Córdoba, vas a participar de una actividad con estudiantes de Diseño de Aguas de la Cañada, y de otra, en la Feria del Libro Infantil, donde vas a enseñarles a los niños cómo se hace un libro. ¿Qué valor tienen para vos estos encuentros e intercambios?
– Son valiosos por dos motivos fundamentales: el primero y más importante tiene que ver con la muchas veces virtual relación con los lectores, digo virtual porque funciona como parientes que no se conoce, con los que uno tiene afinidad pero no contacto directo. El ida y vuelta de las preguntas, la curiosidad espontánea que surge luego de una charla en la cual explicito muchos de los vaivenes de nuestra profesión, nos acerca y nos permite reafirmar las afinidades por las que en un principio nos elegimos mutuamente (autores y lectores). El segundo motivo tiene un fin más introspectivo, si se quiere, porque durante mis charlas, durante el proceso de verbalización de mis experiencias, en el esfuerzo que significa teorizar sobre mis propios mecanismos creativos, siento que termino de comprender muchas cosas que de otro modo hago naturalmente. Esto sucede de manera espontánea y fluida y es algo que aprendí a atesorar en cada conferencia. Se producen momentos muy constructivos.
– ¿Qué lugar tiene la ilustración en la producción de libros para chicos? ¿Cuál es su principal potencial?
– Bueno, en esto hay aguas divididas pero puedo hablarles del lugar que a mí me gustaría que tenga, y por el que estoy trabajando. Y es el lugar de la narración y no de la decoración. La ilustración de libros infantiles dejó de comportarse como un elemento ornamental, como “los dibujitos que acompañan al texto”, para convertirse en un aspecto más del encuentro conceptual y narrativo en la experiencia del lector. Éste no es sólo un lector de palabras sino también de imágenes, de imágenes que cuentan y potencian ideas, que desbordan las páginas con significados. Por otro lado, la imagen atrapa de una forma más veloz, se engancha con los ojos mucho más rápido que con la palabra. Esto en los chicos es fundamental, es una manera de invitarlos amablemente a entender todo lo que puede pasar dentro de un libro.
– Si hablamos de espacios de libertad creativa, ¿preferís ilustrar para un medio gráfico, para una colección de literatura infantil? ¿Cuáles son tus espacios de libertad?
– Son espacios radicalmente diferentes, que proponen ejercicios creativos muy distintos. Los primeros, los de los medios gráficos, me vinculan con el vértigo del tiempo acotado, con los cierres y la facultad de resolver con obligada eficacia el acertijo gráfico que me proponga en cada caso. No queda mucho margen para el error o la experimentación plena porque mucha gente depende y confía en la respuesta de uno como profesional. Considero que el medio gráfico tiene mucho menos tolerancia ante la arbitrariedad artística o autoral y creo que eso es bueno porque el fin último es la comunicación de una idea y no la expresión de una forma o una abstracción. En cuanto a la ilustración para libros infantiles (o de adultos), los tiempos aquí son muchísimo más permisivos, lo mismo que la etapa de experimentación. Uno puede hacer y rehacer porque lo que tiene entre manos es finalmente una secuencia hilada que trabaja con ritmos y construcciones argumentales. Tenemos una historia dividida en páginas y eso nos permite utilizar las pausas y los silencios, los gritos y los avances. Desde la plástica, por otro lado, cada libro puede exigir un estilo diferente, dependiendo de la historia. En mi caso -que muchas veces me encargo de escribir también los textos-, la relación, la alquimia que se produce cuando combino imagen y palabra responde siempre a algo precio y mucho más contundente, que es una idea. A partir de ahí surge la herramienta, y no al revés.
– ¿Considerás que la ilustración, el diseño gráfico, tienen lugar para la política?
– Considero justamente que la ilustración es una herramienta poderosa. Como tal, puede ser usada para prácticamente cualquier cosa, como portadora de mensajes, como interrogante, como comunicadora, como vendedora. Puede engañar, puede mentir y, a veces, puede servir y decir la verdad. Claramente, tiene lugar en la política…
