Desde hace algunos años trabajamos sobre los modos de abordaje posibles de los conflictos públicos; en esta ocasión vamos a profundizar sobre la incidencia de una de las herramientas con las que contamos para la gestión y transformación de este tipo de controversias: las redes sociales -las virtuales, específicamente-. La principal cuestión que se suscita en torno a ellas es si su uso tiene el efecto esperado; es decir, promover y movilizar los recursos humanos e institucionales de una sociedad dada, mediante la participación responsable y democrática para colaborar en la gestión de conflictos. Por Alejandra Ruiz y Sonia Zilbergerg (*)
Las redes sociales sirven para divulgar todo tipo de información que puede ser de importancia para aquellas personas que comparten los mismos gustos, intereses y/o problemáticas, facilitando la comunicación entre ellas. Las principales características del trabajo en red, señaladas por Alejandro Nató (Mediación Comunitaria, Ed. Universidad, 2006), son adaptabilidad, flexibilidad, apertura, horizontalidad -no existen jerarquías, todos quedamos igualados con la misma posibilidad de expresarnos-, fluidez -la característica principal es la celeridad con la que se propaga la información- y espontaneidad -posibilidad de participar con la opinión en temas que otros abren a debate-.
Para que tomemos dimensión del uso de las redes sociales, y en forma general de Internet, algunos datos estadísticos -según la Act for Youth- permiten conocer que más de 80% de los niños entre 12 y 17 años usan Internet regularmente. El beneficio que puede brindarnos depende de la forma en que las utilicemos, siendo la educación y el compromiso claves para favorecer buenas prácticas orientadas a mejorar la vida en sociedad.
Otra cuestión es el mal uso de las redes, especialmente las vinculadas a Internet, en lo que se ha denominado “bullyng cibernético”. Se trata del empleo de la fuerza o coacción para abusar o intimidar a otros por medio de la red, que puede estar facilitado por el anonimato con el que nos permiten manejarnos las redes -seudónimos, falsos nombres- que encubren quién está diciendo qué.
Los investigadores de ciencias sociales han empezado a indagar cuál es el impacto de las redes en la vida en sociedad. Asimismo, cuestiones vinculadas con su regulación jurídica y que son objeto de debate para especialistas en derecho informático. Las recientes PASO han demostrado que la veda electoral no alcanza del mismo modo a los usuarios de las redes.
Nos cuestionamos entonces si ante la existencia de un conflicto público las redes sociales -concretamente convocatorias por Internet- han tenido algún tipo de impacto generando la participación activa y democrática de quienes se ven afectados por tal conflicto y, en caso negativo, cuáles han sido los aspectos que no han contribuido para cumplir con esta finalidad. Y aún mas, si en uno u otro caso han influido en el decisorio para destrabar o profundizar la controversia. Estudios científicos han establecido la gran capacidad de las redes sociales para movilizar personas cuando el tiempo es factor crítico. Asimismo, su eficacia está ligada a individuos con muchos contactos y motivados para la acción (estudio Proceedings of National Academy of Sciences, 2009).
Debemos tener presente que las redes sociales por Internet no son más que la comunicación social llevada a un mundo virtual. De ahí que si los conflictos se solucionan mediante el dialogo, éste seria un lugar propicio para poder cuestionarnos, debatir e intentar generar alternativas que den posibles soluciones a ellos. Al estar involucrados un gran número de personas Internet nos ofrece las ventajas de fluidez, celeridad y horizontalidad para tratarlos.
En la actualidad diversas problemáticas son llevadas a las redes, creándose lazos (algunos fuertes, otros más débiles) que interaccionan, expresan sus posiciones y hasta se autoconvocan. Ejemplos que podemos citar son asociaciones que luchan contra el maltrato animal, vecinos organizados por temas ambientales, etcétera.
También sucede que no siempre las políticas de acción propuestas son seguidas por todos los integrantes de un sitio. Se han creado espacios de usuarios que manifestaban su rechazo a distintas cuestiones proponiéndose como respuesta otras acciones que luego no se concretan o lo hacen parcialmente. Ante esta realidad aparece el desafío de quienes pensamos que las redes son una herramienta eficaz, que pueden utilizarse con miras al fortalecimiento comunitario; donde la misma comunidad pueda desarrollar sus capacidades y recursos para proponer a quienes tienen la idoneidad para decidir, soluciones alternativas o al menos tener voz.
En un sistema representativo y democrático, las formas de diálogo entre los actores sociales y políticos requieren de canales de comunicación fluidos, siendo las redes uno privilegiado por lo ya expresado. Los mediadores, formados en una cultura de dialogo y de resolución pacifica de controversias, pueden contribuir al acercamiento de posiciones que se presentan como antagónicas, pero que en el espacio publico deben resolverse teniendo presente el bien común y no acentuando las asimetrías de poder. Quizás allí se puedan instalar remedios frente a la apatía e indiferencia que no contribuyen a una ciudadanía participativa y responsable.
* Mediadoras y docentes