jueves 21, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Paz: potenciales desde la A a la Z

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Por Silvia Elena Capetinich * – Exclusivo para Comercio y Justicia

En el año 2001, la ONU declaró el día 21 de septiembre Día Internacional de la Paz. La resolución que lo establece invita a que sea un día de “cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial” y a conmemorar la fecha con “actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública”. Se celebra también el Día Internacional del Mediador, reconocido por el Estado argentino en adhesión a las resoluciones 36/67 y 55/282 de la citada organización internacional.
El 15 de abril de 1935 en la Casa Blanca, en Washington, 21 países firmaron el Tratado Pacto Roerich de la Paz, con el objetivo de preservar el acervo cultural de la humanidad. En ese evento, la Bandera de la Paz fue aceptada unánimemente por todos los países de América, para que sea enarbolada en todos los monumentos históricos, museos, instituciones científicas, artísticas, educacionales y culturales, con el fin de identificar los mismos como patrimonio cultural de los pueblos y que sean por lo tanto respetados y protegidos en tiempos de guerra como de paz. En 1937 el Pacto Roerich fue ratificado por todos los países que integraban la Liga de las Naciones, precursora de las Naciones Unidas.
La Bandera de la Paz es un símbolo universal que representa la unidad en la diversidad, auspiciando el respeto a todas las creencias. Su logo está compuesto por tres esferas de color magenta, formando un triángulo equilátero con el vértice hacia arriba, rodeadas por un círculo del mismo color sobre fondo blanco.
Su creador fue el artista Nicholas K. Roerich, quien escogió este antiquísimo emblema de unidad y paz por su significación y aceptación universales.
Se representa en esa figura la unidad en la diversidad, realidad que cada ciudadano en particular está llamado a construir en todos los ámbitos de su vida si se pretende alcanzar una paz estable.
Cada esfera representa un aspecto específico
La esfera del pensamiento. Implica, para cada sujeto, prestar mucha atención a los pensamientos. Conscientes de que ellos son generadores de posibles estados emocionales y de acciones; se requiere poner más cuidado en la creación mental propia y procurar tender al equilibrio, a la armonía. Sustituir pensamientos dañinos, nocivos hacia sí mismos y luego hacia los demás.

La esfera de la palabra. La segunda esfera equivale a la palabra hablada. Se revela la necesidad de poner atención al uso del lenguaje ordinario que origina las diversas realidades particulares y sociales. Los repertorios discursivos crean tanto la realidad particular de cada uno como también la realidad colectiva, que pueden manifestarse como controversias, conflictos o armonía, prosperidad, bienestar. Es vital que cada persona observe cómo se percibe, con qué palabras se define: ¿se considera torpe, indigno de prosperidad, que no merece bienestar físico, mental, emocional?; ¿permanece en conversaciones basadas en la crítica?; ¿con quién o quiénes entra en guerra usando las palabras para descalificar, criticar, insultar? Será beneficioso, entonces, evitar frases como “no puedo”, “no lo merezco”, “soy incapaz” o -referidas a otros- “es inútil”, “es irresponsable”, y tantos otros etiquetamientos.
La tercera esfera corresponde a las acciones. Luego de hacer consciente el entramado de pensamientos, en los discursos expresados mediante el uso del lenguaje ordinario, es necesario observar cuáles son las acciones que resultan de lo pensado y de lo expresado; evaluar las acciones realizadas, analizar si generan un espacio de conflicto, de controversia o crean un espacio de paz. Si se decide actualizar y cambiar esa realidad conflictiva o de guerra por otra de paz ¿cuáles son las decisiones, estrategias y acciones que llevan al logro de bienestar y de paz?
La humanidad, por miles de años, estuvo basada en la guerra; así, existieron y existen estructuras tanto individuales como sociales en las diversas comunidades, diseñadas para la competencia y la guerra, provocando destrucción y degradando la dignidad del ser humano y del ambiente en el que vive.
La concepción hegemónica sobre la paz está basada en la imposición de un orden y control social, político y económico, sobre un territorio y su población. Orden y tranquilidad que se mantienen a cualquier precio y que justifican el uso de la violencia, para sostener el status quo. Tiene como resultado las guerras “justas”, la militarización, el armamentismo, la disciplina familiar. Los actores de la paz son los Estados, gobiernos y ejércitos; los ciudadanos son objetos pasivos de la paz y no protagonistas de su construcción.
Se torna necesario generar un marco de conceptos, diferente, que proporcione la estructura para crear contenidos de paz, y en un paso posterior, se concrete en la vida de los individuos y por tanto de las comunidades. ¿Cómo enlazar el valor paz con la acción concreta y particular de cada individuo?
El denominado “Manifiesto 2000 para una cultura de paz y de no violencia”, formulado por un grupo de intelectuales con motivo del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, invita a cada ciudadano a reconocer su parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, y asumir el compromiso de practicar en su vida diaria, en su familia, su trabajo, su comunidad, su país y su región las consignas que se describen a continuación: respetar la vida y la dignidad de cada persona, practicar la no violencia activa; compartir tiempo y recursos materiales; defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo; promover un consumo responsable; contribuir al desarrollo de la comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.
La mediación aporta un espacio para la transformación pacífica de conflictos; así, contribuye con la cultura de paz. La palabra “paz” incluye todo el alfabeto; de la “a” a la “z” contiene todos los potenciales disponibles para generar un entorno de armonía sin violencia.
¿Cuál es el potencial que eligen desplegar para crear paz en sus propios contextos?
(*) Mediadora

Comentarios 6

  1. ¡Gracias Silvi, por compartir tu pensamiento, destaca con fuerza la importancia de la paz y la mediación en un mundo que, históricamente, ha estado sumido en conflictos. La conexión que haces entre la simbología de la Bandera de la Paz y la responsabilidad individual es particularmente poderosa. Es inspirador ver cómo integras la necesidad de reflexión en nuestras acciones, palabras y pensamientos, resaltando que la paz no es solo una responsabilidad de los gobiernos, sino de cada uno de nosotros en nuestro día a día. Este enfoque personal es un recordatorio crucial de que la paz comienza dentro de nosotros y se refleja en la sociedad en general. Gracias por este llamado a la acción y por recordarnos el papel que todos jugamos en la construcción de un mundo más armonioso.”

  2. Eugenia Gutiérrez de Vásquez says:

    Muy oportuna tu columna. Valiosas reflexiones.

  3. Matias Mac says:

    Me encanto el artículo y tu propuesta final. Gracias.

  4. Adriana Orsi says:

    Excelente reseña de la paz en todos los aspectos ! Oportuno y amplio con todas las aristas que el tema amerita ! Felicitaciones y gracias

    • silviassilv says:

      agradezco tu comentario Adriana!! un gusto que haya resultado de tu agrado

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