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Elon Musk hizo bien en mandar a pasear a los reguladores de la UE

Elon Musk. El empresario fue ocasionalmente un defensor inconsistente de los derechos de libertad de expresión
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Por David Inserra * para  MSNBC.com (Estados Unidos)

Al menos un millón de personas escucharon la conversación de Elon Musk con el ex presidente Donald Trump en directo en X hace algunas semanas. Un ciudadano privado que dialoga con un político poderoso es un elemento fundamental de la libertad de expresión estadounidense. A diferencia de la mayor parte del resto del mundo, nuestro sistema se basa en la creencia de que un discurso más no violento –el bueno, el malo y el feo– es la forma en que resolvemos diferencias y tomamos decisiones en nuestra democracia. Y sea cual sea su política, esto es algo bueno y normal: la libertad es un lío y este tipo de conversaciones están protegidas por la Constitución, independientemente de lo veraz, engañosas, odiosas o valiosas hayan sido para los oyentes.

Los estadounidenses deberíamos celebrar nuestra visión expansiva de la expresión y fomentar más conversaciones de este tipo en nuestra sociedad.

Pero no es así como se sintió Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea (UE).

Antes de la entrevista, Breton envió a Musk una carta (que también publicó en X) en la que se sentía “obligado a recordarle” que las grandes empresas tecnológicas estadounidenses están obligadas a cumplir una serie de normas y reglamentos bajo los auspicios de la Ley de Servicios Digitales (DSA). Inmediatamente después de hacer un somero inciso para decir que la libertad de expresión es importante, Breton advirtió que X es responsable de no tomar “medidas de mitigación adecuadas” en relación “con la amplificación de contenidos nocivos”.

Para que quede claro: “medidas de mitigación” significa eliminar, degradar, limitar la forma en que se puede compartir o buscar contenido, o suprimir de otro modo el discurso que “promueve el odio, el desorden, la incitación a la violencia o ciertos casos de desinformación”, ya que se considera ilegal, de acuerdo con la legislación nacional y/o de la UE.

En esencia, Breton amenazó a X con emprender acciones legales si no censuraba la conversación de Trump a satisfacción de los burócratas de la UE. Se trata de un ataque en toda regla a la libertad de expresión en unas elecciones estadounidenses.

Aunque Musk ha sido ocasionalmente un defensor inconsistente de los derechos de libertad de expresión, estaba claro que hizo bien en seguir adelante con su entrevista. La forma en que las empresas estadounidenses reaccionen a las amenazas europeas marcará la forma en que todo el mundo se relacione con el mundo en línea en el futuro.

Merece la pena leer la carta de Breton para comprender lo peligroso y descarado que es este intento de censura por parte de la UE. También es una útil demostración de que los edictos de las autoridades de Bruselas no sólo se quedan en Europa, sino que pueden tener importantes repercusiones en el funcionamiento de las tecnológicas, en el tipo de discurso que se permite en Internet e incluso en el modo en que se desarrollan las campañas electorales.

La UE, a través de Breton, abogó por la supresión generalizada de un importante debate político estadounidense en X porque afirma que puede ser ilegal en los países miembros de la UE. Aunque las empresas de redes sociales pueden y suelen “geobloquear” contenidos para que no puedan verse en determinados países en respuesta a demandas legales de las autoridades, la idea de que los usuarios de X no puedan sintonizar un debate con un candidato presidencial estadounidense –porque lo dice la UE– es más parecida al Gran Firewall de China u otros esfuerzos totalitarios por limitar lo que los usuarios pueden encontrar en línea.

Pero Breton no se detuvo ahí, ya que le recordó a Musk que X ya está siendo procesado por la DSA por no seguir suficientemente las normas de la UE. Dado que la entrevista se retransmitió en directo a usuarios de la UE, Bruselas estaba “vigilando”, por si había contenidos que pudieran “incitar a la violencia, el odio y el racismo”.

Nada dice más “haz lo que queremos” que “y si no lo haces, lo utilizaremos contra ti en nuestro tribunal de justicia, donde somos el juez, el jurado y el verdugo y podemos penalizarte con el embargo de hasta  el 6% de tus ventas globales”.

Los ciudadanos y las empresas estadounidenses se ven cada vez más afectados por las normas escritas en Bruselas: el llamado “efecto Bruselas”.

Cada empresa tiene que decidir si su nuevo producto o su nueva política de moderación de contenidos cumple una amplia gama de leyes de la UE. Muchas decidirán simplemente crear productos y políticas que se ajusten a las normas de la UE, incluso cuando se ofrezcan a los estadounidenses. Por ejemplo, el reciente apagón informático masivo se debió en parte a un requisito de la UE que obligó a Microsoft a dar a CrowdStrike un amplio acceso a Windows.

Otras empresas se enfrentarán a esta situación con la costosa complicación de tener productos y prácticas empresariales muy diferentes para las distintas regiones o lanzando sólo algunos de sus productos en algunos lugares. Por ejemplo, el mes pasado, Meta y Apple anunciaron que no lanzarán algunas de sus novedades en la UE debido a la preocupación por la DSA.

La amenaza censora de Breton extiende claramente el efecto Bruselas al discurso y las elecciones estadounidenses.

Se trata de una exigencia de la UE para suprimir el discurso político básico en relación con elecciones estadounidenses bajo pena de ley que podría tener importantes implicaciones para Musk, X, la candidatura de Trump, los votantes estadounidenses y los europeos que quieran observar o formar parte de la conversación.

Conviene recordar que esta censura es un arma de doble filo.

Consideremos esta hipótesis totalmente plausible: los partidos de derechas de la UE siguen aumentando sus ganancias electorales y ganan la mayoría en las próximas elecciones de la UE. Podrían utilizar fácilmente el arsenal de censura de la UE contra los progresistas estadounidenses, emitiendo advertencias a las empresas de medios sociales cuando los políticos demócratas hablen en línea, declarando terroristas a los activistas propalestinos o censurando a los grupos proinmigración por considerarlos una amenaza para Europa.

En lugar de permitir que las empresas, los usuarios y la expresión de los estadounidenses sean objeto de abusos por parte de los dictados de la UE, el gobierno estadounidense debería ejercer presión diplomática para proteger a sus ciudadanos y sus derechos. Y, como demuestran las grandes tecnológicas que ya están retirando sus productos más recientes de la UE, también puede ser sólo cuestión de tiempo que simplemente se alejen de Europa y de sus regulaciones paralizantes y censuradoras.

(*) Investigador sobre libertad de expresión y tecnología en el Instituto Cato.

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