Por Luis Esterlizi (*)
La parábola de la rana hervida
Una creencia popular dice que si se coloca “una rana en una palangana con agua a temperatura ambiente y lenta y muy sutilmente se la va calentando, la rana se quedará contenta y adormecida porque su cuerpo se va adaptando hasta que -sin darse cuenta- muere hervida”.
Con este mismo mecanismo, comprobamos cómo el pueblo argentino sufrió -a partir del golpe cívico-militar de 1976- un proceso de degradación cultural que gravemente afectó valores y virtudes, sin percatarnos de ello, y sólo nos dimos cuenta, cuando la realidad demostró los daños infringidos.
Su continuidad a partir de la crisis económica que le sucede a la administración de Alfonsín -unos meses antes de retirarse del gobierno- lo obliga a establecer por parte del Estado el denominado Plan Alimentario Nacional (PAN), cuya expresión más clara fue la caja que contenía alimentos de la canasta básica.
Así, durante los 40 años subsiguientes, se fueron incrementando dichas asistencias, mientras los niños de las familias más empobrecidas empezaron a notar que sus padres -y, en algunos casos, sus abuelos- nunca habían trabajado. Época en la que también aparecieron los niños “ni” (ni estudian ni trabajan).
Pocos años después se incrementó enormemente la inseguridad pública -incluyendo a jóvenes como delincuentes- como una clara derivación de la degradación social, sustituyendo -sin otra opción- el trabajo por el delito que, junto con la drogadicción, fueron asumidos para escapar de la miseria.
De esta forma la clase política queda claramente como culpable por haber empleado tales medidas, sustituyendo el trabajo, la salud y la educación por planes sociales, encadenando a los más desprotegidos a la especulación electoral, cambiando votos por necesidades esenciales.
Al mismo tiempo nos invadieron las ideas liberales que ensalzan el individualismo como fuerza y poder del hombre moderno, que utiliza el avance tecnológico no para terminar con los dramas que afectan a una sociedad sino como posibilidades de alcanzar el éxito personal, borrando todo atisbo de solidaridad y responsabilidad social que -en definitiva- constituyen un aporte incuestionable al sentido de pertenencia a una misma comunidad de origen y destino común.
En definitiva, un procedimiento lento, imperceptible pero profundamente destructivo de nuestros valores y culturas ancestrales, que otrora distinguían al hombre argentino como abierto a la integración de razas, costumbres y religiones en función de no practicar ningún sectarismo y como buenos cristianos proclives a la construcción de la unidad, la solidaridad y la realización ética y moral de una comunidad organizada. Organizada para ser identificados por su personalidad y como entidad con pensamiento y acciones propias, defendiendo y pregonando su forma de ser y obrar, reclamando el derecho a participar en la toma de decisiones fundamentales del país.
Divide y vencerás o dividir para reinar
El hombre, además de existir como ser pensante y contar con el poder de discernir entre el bien y el mal, sabe que no es perfecto ni impenetrable a las debilidades humanas como proclive a las tentaciones venales, viviendo en pelea continua con su propio ego que le niega trascendencia y lo tienta con el poder y las especulaciones materiales. El triunfo en todas esas batallas marcará el momento de su mayor esplendor y, por consiguiente, el de la comunidad que lo contiene.
Dado que se trata de un ser social, no puede vivir dependiendo de su propia libertad individual: necesita procrear y mejorar su especie, para lo que es fundamental su trascendencia al conformar una familia, un hogar que cultive valores y virtudes con sus engendros, para integrarlos a su comunidad, aportando la ética y la moral en el pensamiento y la acción.
Sin embargo, lamentablemente, existen hombres que no logran triunfar y se entregan a su ego, convirtiéndose en perturbadores de la felicidad y de la realización de los pueblos, usufructuando plenamente del poder alcanzado gracias al despojo de valores y esencialidades de sus congéneres.
Para realizar dicha felonía deben proveerse de una ideología y de una doctrina que no sólo les permita sojuzgar a otros hombres sino que les otorga argumentos para someter a comunidades, naciones o regiones; por antonomasia esa ideología es el liberalismo, que -promoviendo exclusivamente la libertad individual- reniega y busca destruir expresamente la existencia de un pueblo evolucionado tanto en su conciencia como en su organización social.
Para lograr dicho sometimiento es desde la época de los reyes que se utiliza dicha sentencia de “dividir para reinar” o “divide y vencerás”. Esto mismo viene sucediendo durante los últimos 40 años de democracia fallida, persistiendo con mayor virulencia en la actualidad.
Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio
Esta expresión bíblica se suele utilizar para señalar la hipocresía de alguien que critica o juzga los defectos de los demás sin reconocer sus propias falencias.
Si esta frase la referenciamos con la crisis que nos ha traído hasta esta espantosa realidad y buscamos culpables -posiblemente, lo primero que hacemos- es señalar a las distintas expresiones políticas que nos han gobernado hasta el presente y, para algunos, sumar las secuelas derivadas expresamente del actual gobierno.
Sin embargo, encuestas realizadas actualmente revelan que el Presidente sigue siendo apoyado por sectores que mayormente lo votaron provenientes del empresariado nacional, industrial como del campo, como también un importante segmento de la clase media y de la juventud, que aunque preocupados por la recesión económica, el cierre de fábricas, la caída de los salarios, el desempleo y el aumento de la pobreza, siguen siendo optimistas para un futuro no muy lejano.
Pero también sigue siendo importante el sector que no lo votó, al que hoy paulatinamente otros sectores de la población comienzan a sumarse angustiados no sólo por las secuelas que actualmente los perjudica sino también por un futuro que visualizan con pérdida de la soberanía territorial, de obsecuencia y dependencia a un país y fuerzas armadas extranjeras, el cercenamiento de nuestro desarrollo industrial y tecnológico, cierre de universidades, etcétera.
Aquí deberíamos tener en cuenta que la crítica hacia los otros muchas veces oculta nuestras propias falencias y culpas.
En primer lugar, muchos de los que apoyan al actual gobierno votaron a algunos de los gobiernos anteriores, a excepción de los que votaron por primera vez.
En segundo lugar, muchos de los que no lo votaron también habían votado a algunos de los gobiernos anteriores.
En estas dos hipótesis vemos que los ojos de los que critican a los otros, caen dentro de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Con esto señalo que el punto culminante de estas situaciones abominables constituye nuestras falencias sociales. Nos dividimos defendiendo a gobiernos fallidos sin precavernos que somos incapaces de intentar pergeñar aquellas coincidencias estratégicas que nos permitan la concreción de un modelo netamente argentino, integrado en su concepción como en su desarrollo por toda la sociedad en su conjunto.
Conclusión
En definitiva, estas parábolas y sentencias frente al obrar de un Presidente dedicado a implementar sus políticas utilizando la anarco-economía deja bien en claro -por otro lado- que su verdadera intención es entregar el país a intereses ajenos a Argentina.
Es fundamental impedir que esta política avance hacia la destrucción de los sueños consustanciados con el bienestar e intereses del pueblo argentino promoviendo la defensa de lo nacional contra cualquier acontecimiento que lo intente.
Es que Argentina, constreñida por el 50% de pobres, con procesos de recesión, desocupación y degradación, el cierre de universidades como el impedimento al progreso tecnológico, son claras señales de que el actual Gobierno busca cercenar totalmente nuestras posibilidades de avanzar industrial y productivamente, mientras se entrega la soberanía territorial junto con nuestro futuro a las decisiones del imperialismo estadounidense, mostrándonos la terrible hipocresía que es el corolario de una crisis ética y moral y de entrega sin precedentes.
(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba
“La parábola designa una forma literaria que consiste en un relato figurado del cuál -por analogía o semejanza- se deriva una enseñanza relativa a un tema que no es el explícito. Es -en esencia- un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil. La parábola tiene un fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de ella en los evangelios cristianos, en los que Jesús la emplea como enseñanza al pueblo. Por otra parte, el marcar insistentemente determinadas hipótesis puede -en determinadas circunstancias- ser utilizadas en política, sociología y economía como estrategia para ganar o mantener el poder, tal el caso de dividir para reinar”.