La OIT rescata el valor de los beneficios sociales no contributivos.
En economías informales, los seguros sociales reducen la pobreza. En América Latina, la ampliación automática de beneficiarios y gastos amortiguó los efectos de la crisis y constituyó una importante malla protectora ante futuros desajustes de la economía.
Así lo plantea la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su “Informe Mundial sobre la Seguridad Social 2010-2011: Brindar cobertura en tiempos de crisis y después de las crisis”, en el cual se conciben los gastos de este tipo como un “estabilizador irreemplazable a nivel económico, social y político” que ofrece una sustitución de ingresos y ayuda a estabilizar la demanda agregada sin afectar negativamente el crecimiento económico.
El informe detalla que en países con una economía informal importante, donde los regímenes de seguro social sólo cubren a una minoría, “los sistemas no contributivos de seguridad social brindan la oportunidad no sólo de reducir la pobreza sino también, al menos en algunos casos, de colmar gran parte de la falta de cobertura existente”.
La OIT asegura en ese sentido que “los sistemas de transferencias en efectivo condicionadas o no condicionadas” constituyen la salida más prometedora al momento de planificar políticas de seguridad social. Es decir que la opción más efectiva, según la OIT, se corresponde con los sistemas de asistencia social financiados por los impuestos. Tal es el caso del programa Bolsa Família en Brasil y Oportunidades en México, las prestaciones de asistencia social de Sudáfrica o los regímenes universales de pensiones de vejez en países como Namibia y Nepal. En el mismo sentido opera la Asignación Universal por Hijo en Argentina y la ampliación de beneficiarios de jubilaciones no contributivas que sumaron los 2,4 millones en moratorias y las 600 mil nuevas pensiones no contributivas otorgadas durante 2010.
Seguridad social en tiempos de crisis
Además de proporcionar ingresos de sustitución a quienes pierden su empleo, evitando con ello que caigan en la pobreza, las prestaciones sociales tienen efectos económicos importantes, ya que estabilizan la demanda agregada.
En contra de cierta creencia, no se ha encontrado ningún efecto negativo en el crecimiento económico causado por el incremento de los gastos sociales durante y después de la crisis. Por el contrario, los programas de desempleo, así como de asistencia social y de obras públicas “bien concebidos evitan de hecho el desempleo de larga duración y contribuyen a acortar las recesiones económicas”, asegura la OIT.
En esa línea, el estudio advierte que recortar la seguridad social luego de superada la crisis por una cuestión de consolidación fiscal para enfrentar el creciente déficit y la deuda pública “no sólo puede afectar directamente a quienes se benefician de la seguridad social, y por consiguiente el nivel de vida de gran parte de la población, sino que también puede, por el impacto sobre la demanda agregada, frenar o retrasar de manera significativa la plena recuperación económica”.
Experiencias contra la receta del ajuste
Según la OIT, durante las pasadas crisis económicas ocurridas en América Latina y Asia “se observó que para los países que carecían de regímenes de seguridad social fue difícil, cuando no imposible, crear nuevos regímenes o adoptar medidas específicas y puntuales con la suficiente rapidez como para amortiguar el impacto de la crisis”.
En tanto, los países que, como Argentina, disponen de al menos algunos elementos de seguridad social, como las pensiones, los seguros de salud o los subsidios familiares, “suelen responder a la crisis mediante el incremento automático del número de beneficiarios y de los gastos, así como la ampliación de la cobertura y del nivel de las prestaciones de los regímenes existentes”.
La crisis que impactó en 2008 al mundo entero demostró que la seguridad social resulta fundamental para reactivar la sociedad en tiempos de crisis, pues constituye un estabilizador económico, social y político que se opone al modelo del ajuste.
Por ello, la OIT recomienda en su informe que “si se desea preparar la sociedad mundial para afrontar futuras recesiones económicas y lograr otras metas mundiales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un desarrollo económico sostenible y una globalización equitativa, es esencial desarrollar sistemas de seguridad social integrales en los países que por ahora sólo cuentan con sistemas rudimentarios”.
En ese sentido, la organización recomienda comenzar por “la provisión de una seguridad básica de los ingresos y un acceso asequible a la asistencia médica básica a todos los que la necesitan, es decir, un régimen básico (o un piso) de protección social mundial, a partir del cual debería ir incrementándose el nivel de las prestaciones de seguridad social, a medida que las economías crezcan y aumente el espacio fiscal para políticas redistributivas”.