lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Pena de muerte: Alabama podría ejecutar mediante hipoxia con hidrógeno

APOYO. Los índices de aprobación de la pena capital son los más bajos de la historia estadounidense.
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En Estados Unidos, la Corte Suprema de Alabama autorizó al Gobierno ejecutar a un recluso utilizando nitrógeno.

El tribunal aprobó la solicitud del fiscal general del estado, Steve Marshall.

La medida recae sobre Kenneth Smith, un asesino a sueldo condenado por el crimen por encargo de Elizabeth Sennett, la esposa de un predicador, en 1988, en el condado de Colbert. Su cómplice, John Forrest Parker, fue ejecutado en el 2010.

Según se estableció, el esposo de la víctima estaba endeudado y quería cobrar su seguro de vida. Contrató a los dos sicarios y les pagó 1.000 dólares a cada uno. Se quitó la vida una semana después de la muerte de su esposa.

Los defensores del nuevo método de ejecución, donde se priva de oxígeno al recluso obligándolo a respirar solo nitrógeno, teorizan que es indoloro. Sin embargo, sus detractores lo comparan con la experimentación con seres humanos.

El año pasado, el Departamento Correccional de Alabama canceló la ejecución de Smith por inyección letal. Ahora, el fallo de la Corte podría convertir al estado sureño en el primero en intentar la ejecución por hipoxia con nitrógeno. Cabe precisar que Oklahoma y Misisipi también contemplan el método pero ninguno intentó usarlo.

El equipo legal de Smith sostuvo que Alabama busca convertir a su asistido “en el sujeto de prueba para el primer intento de ejecución mediante un protocolo no probado y publicado recientemente”.

Escasez
Alabama lo autorizó en 2018, en plena escasez de los medicamentos que se usan para aplicar la inyección letal.

En 2010, los centros penitenciarios de los estados que aún aplican la pena de capital se quedaron sin pentotal sódico, el anestésico que se usaba para dormir al recluso antes de inyectarle las otras dos sustancias que acaban con la vida.

En ese entonces, Hospira, el único laboratorio que lo fabricaba, anunció que tenía problemas para satisfacer la demanda. Citó dificultades logísticas y trabas para adquirir ingredientes, pero el objetivo de la empresa era dejar de ser asociada a la pena de muerte.

En ese contexto, en Italia, donde se fabricaba uno de los componentes que usa Hospira, la presión mediática para que no se vendiera anestesia destinada a vaciar los corredores de la muerte estadounidenses tuvo éxito.

Horror
En abril de 2014, la ejecución en Oklahoma de Clayton Lockette generó horror y a partir de ese momento la aprobación de la pena de muerte cayó en EEUU.

La agonía de Lockette duró 43 minutos. Entre atroces convulsiones, atado a la camilla, llegó a alertar a sus verdugos: “Algo no funciona”, les dijo.

La pesadilla que sufrió Lockette se atribuyó en un principio a una falla en la administración de los fármacos.

La inyección letal, el método de ejecución más empleado en Estados Unidos, se componía tradicionalmente de pentotal sódico (duerme), bromuro de pancuronio (paraliza) y cloruro de potasio (infarta). Como el primero ya no está disponible, se aplica un sustituto, el midazolam.

A siete años del calvario de Lockette, también en Oklahoma, otro recluso experimentó sufrimiento antes de morir, en noviembre de 2021.

En la previa, el servicio penitenciario estatal afirmó que su protocolo era “humano y eficaz” y que, por ello, las ejecuciones podrían reiniciarse. Sin embargo, los abogados de condenados a muerte objetaron esa versión y plantearon serias dudas sobre la exposición al dolor.

El procedimiento de Oklahoma establece la aplicación del sedante alternativo al pentotal sódico: el ansiolítico de efecto rápido midazolam. Los activistas y letrados abolicionistas sostienen que falla y que el individuo, en apariencia dormido, se mantiene consciente y sufre.

Colonial
La pena capital en Estados Unidos es más antigua que el propio país: la primera ejecución registrada tuvo lugar en 1608, en la Virginia colonial.

La inyección letal fue el resultado de más de un siglo en la búsqueda de una forma “humana” de acabar con la vida de los condenados a muerte, que comenzó con la horca y el pelotón de fusilamiento. A estos métodos les siguieron la electrocución (la primera silla eléctrica llegó en 1890) y la cámara de gas (1921).

En 1977, luego de que un forense de Oklahoma consideró que en EEUU los animales eran matados con más humanidad que los seres humanos, se diseñó la inyección letal.

Hay más de 2.500 personas en los corredores de la muerte de los sistemas penitenciarios federales y estatales.

Según datos de la Oficina Federal de Estadísticas de Justicia de EEUU, el tiempo que pasa entre la condena y la ejecución casi se cuadruplicó desde mediados de la década de 1980, con una media de 22 años en 2019.

Dos décadas
El Día Mundial contra la Pena de Muerte se conmemora desde 2003, cada 10 de octubre, hace ya dos décadas, con el fin de movilizar el llamado mundial a la abolición.

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