lunes 25, noviembre 2024
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Ausentismo y voto en blanco: las preocupacióna días de las PASO

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Los principales precandidatos a presidente que competirán el próximo domingo en las PASO nacionales intentaron durante los últimos días de campaña convencer a las y los ciudadanos de que concurran a las urnas para revertir un escenario de ausentismo, sumado a un voto en blanco o nulo, que se observó en los 18 comicios provinciales llevados a cabo en lo que va del año y en los que más de cinco millones de personas se ausentaron de la cita electoral.

“Estamos en un mal momento en lo económico y social, pero un valor que podemos rescatar después de 40 años de democracia es que en Argentina se vota”, aseguró días atrás a Télam Alberto Dalla Vía, presidente de la Cámara Nacional Electoral (CNE), el máximo tribunal judicial en el control de las elecciones.

Más de allá de las distintas estrategias políticas y de la coyuntura económica y social, el nivel de participación electoral desde el retorno de la democracia estuvo mayoritariamente por encima del 70%.

En lo que va de 2023, sin embargo, se registró una disminución de concurrencia en las elecciones provinciales. De ellas, en poco menos de la mitad no fue superado el 70% de presencia del padrón: Santa Fe (60,6%), Chaco (62,9%), Mendoza (66,3%), Río Negro (68,2%), Córdoba (68,2%), San Juan (69,5%) y Salta (69,5%). A eso puede sumarse la elección municipal en la capital cordobesa, a la que solo concurrió a votar el 60,2% de los habilitados, lo que representó la participación más baja desde 1983.

Según el relevamiento hecho por el Ministerio del Interior, hasta el momento las PASO de 2021, llevadas a cabo en el contexto de la pandemia de coronavirus, figuran como las que menos convocatoria a las urnas tuvieron: cerca del 68%.

Por el contrario, las cifras más altas de participación se registraron en los comicios de 1983 y 1989, cuando se superó el 85%. Se trataron de los dos procesos electorales inmediatamente posteriores al final de la dictadura militar.

En la Argentina, la Constitución Nacional y las leyes electorales determinan que el voto es universal, secreto y obligatorio, tanto en la instancia de las primarias como en el de las elecciones generales.

La participación electoral se mantuvo entorno al 82% en los comicios de la década del 90 y, después de la crisis social, económica y política de principios de siglo, el porcentaje de la ciudadanía que ejerció su derecho al voto estuvo por debajo del 80% hasta el año 2015.

En las presidenciales de 2019, la participación en las PASO llegó al 76.40%, mientras que en las generales el porcentaje superó el 80%.

Las elecciones generales suelen tener una mayor concurrencia a las urnas que las PASO, un fenómeno que se repite desde que se implementó por primera vez la instancia eliminatoria para los candidatos.

“Entre las PASO y las generales suele haber una diferencia de cinco puntos porcentuales. Es un fenómeno que, con seguridad, se va a repetir este año. Hay unas 1,5 o 2 millones de personas que no va a votar en las Primarias, pero sí después”, dijo a Télam el politólogo Diego Reyoso, director de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) de la Universidad de San Andrés.

Reynoso, que es investigador independiente del Conicet y doctor en Ciencia Política (Flacso, México), destacó que la Argentina tiene aún, a cuatro décadas del retorno democrático, umbrales de participación electoral muy altos si se los compara con otras democracias de la región y el mundo.

Sin embargo, Andrés Giglio, director de la consultora Opina Argentina, destacó en declaraciones a Télam que se dio en los últimos comicios un crecimiento de la cifra de ausentismo al momento de votar, sumado a quienes lo hacen en blanco o de una forma que signifique anular su sufragio. Lo resume como el llamado “voto bronca”.

“El ausentismo es algo más difícil de mensurar, porque puede tratarse de inconsistencias en los padrones, personas que cambiaron el domicilio o se fueron a vivir a otro país o un cierto nivel de apatía, que es algo que puede fluctuar según la elección. Pero lo que sí es mensurables es el voto en blanco o impugnados, que viene en aumento desde 2021 y también se dio en las últimas elecciones provinciales”, explicó Giglio, politólogo por la Universidad de Buenos Aires (UBA)

Los comicios legislativos nacionales de octubre de 2001, realizados solo dos meses antes del estallido social que causó la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, son los de más baja participación en las urnas desde el retorno a la democracia (75,47%), sumado a que entre un 15 y 20% de quienes sí optaron por votar -unos cuatro millones de electores- lo hicieron en blanco o anulándolo.

“La primera comparación que nos surge es la de 2001, que fue mucho más explícita y tomó mucha resonancia. Hubo distritos como Santa Fe y la Capital Federal en donde el voto blanco o impugnado fue la primera fuerza”, recordó Giglio.

Sin embargo, aclaró que el antecedente de octubre de 2001 no se asemeja al panorama que pueda registrarse próximo. “Hay un cuestionamiento social que no encuentra una forma de expresión en la actual oferta política, pero habrá que ver cómo se plasma a nivel nacional eso que apareció a nivel provincial”, sostuvo.

Giglio y Reynoso coincidieron en la importancia que los principales precandidatos presidenciales no solo logren “convencer a los electores de que voten por ellos, sino directamente que vayan a votar”.

“Si bien es un desafío para todas las fuerzas políticas, quizá lo sea más para Juntos por el Cambio, que tiene la interna más competitiva. A priori, pareciera que Patricia Bullrich tiene un electorado más movilizado al margen de cuál sea la intención de voto. El votante de Horacio Rodríguez Larreta no vive tan intensamente el debate político, por eso tendría que atraerlo a votar el domingo”, analizó Giglio.

Por su parte, Reynoso consideró que Massa “está tratando de convencer a los votantes que entre 2019 y 2021 se desafectaron del oficialismo y que representó la última elección legislativa nacional una caída de casi 20 puntos” porcentuales. “Está tratando de renovarle la esperanza a ese electorado con una propuesta peronista para que regrese al espacio. La identidad peronista, como la antiperonista, es muy fuerte”, evaluó.

En ese sentido, opinó que la precandidatura de Juan Grabois en UxP podría “contener a un votante kirchnerista duro, más pragmático” que, en última instancia, como una expresión de descontento, “podría haberse inclinado hacia candidaturas como la de Myriam Bregman”, postulante presidencial del Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT).

Para captar o convencer a un votante para que asista a la elección del domingo, sostuvo Reynoso, “los aparatos partidarios juegan un rol fundamental” y agregó: “La maquinaria tiene un peso enorme cuando hay desmovilización o incertidumbre. Y cuando no funciona, también se nota”.

Giglio, por último, también destacó “la valoración que tiene un electorado de sus intendentes, especialmente en la provincia de Buenos Aires”. Los jefes comunales, “por lo general, son bien valorados por la ciudadanía y están, en intención de voto, varios puntos por arriba de un candidato provincial o nacional. Suelen ser capaces de empujar con su figura a una lista nacional o de convocar a las y los ciudadanos a votar”, señaló.

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