sábado 2, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Argumentar una comunicación despenalizada

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Por Luciano Videla (*)

Columna especial de JusCom – Exclusivo para Comercio y Justicia

Este texto tiene un objetivo: argumentar una comunicación despenalizada. En los últimos años, la sociedad, los medios y las áreas de comunicación de los poderes judiciales ampliaron su mirada sobre lo que ocurre en tribunales. El campo de la comunicación judicial está en construcción: tenemos la certeza de que hay algo distintivo respecto a otras formas comunicacionales. 

En Río Negro, hace cuatro años se registran diariamente las publicaciones judiciales de 15 medios digitales. Durante 2022, se registraron 7.455 noticias sobre el Poder Judicial provincial. De ellas, 57% fue no penales. Sólo 2,4% tuvo una valoración negativa de la Justicia; 8,1%, una valoración positiva; y 89,5% fue neutral. 

Se afianza una tendencia: lo “judicial” se ha escindido de lo “policial”. No sólo es una decisión burocrática de los medios separar las secciones o agregar un botón. La división tiene profundas implicancias en la forma narrativa. 

Hay una manera de escribir la noticia policial que profundiza la descripción directa, detallada y la exposición de la mecánica de los hechos. Hija del naturalismo, apela a la crudeza, a veces al morbo. 

Otra característica son las fuentes. El nombre delata: la fuente de la sección policial es la Policía. Instala la primera versión de los hechos. La narrativa judicial penal, en cambio, tiene voces múltiples. El proceso penal está hecho para que de la contradicción emerja la verdad. 

Ahora bien. Lo penal abarca sólo una parte de las resoluciones de la administración de justicia. En Río Negro, apenas cinco por ciento de las sentencias. Hay en el restante 95% una oportunidad. ¿Pueden las sentencias laborales, de Familia y civiles competir con las penales en niveles de publicación y clics de las audiencias? Pueden y deben. Es saludable para la ciudadanía, los medios y el sistema de justicia. 

Para generar el interés, en primer término, es imprescindible que la ciudadanía se sienta identificada. 

El delito penal común, aquel que no tiene connotaciones cinematográficas, atrae por la identificación: el usuario se ubica como potencial víctima. Por eso son importantes en el relato policial los barrios, edades y costumbres de las víctimas. Esos datos disparan alivio o miedo. Muchos pedidos de “mayor seguridad” son, en realidad, geográficos. Que el peligro se traslade de zona.

La noticia no penal necesita también de identificación. Todos sentimos que algunas empresas nos timan. Un fallo de consumo es, a la vez, pedagógico para el ejercicio de derechos y reivindicativo. Perdió Goliat. Lo mismo ocurre con un despido injusto, una mujer acosada por su jefe, un padre que no se hace cargo de sus hijos. 

Es preciso reconocer un atractivo extra en la noticia penal: la entrega por folletines. Stella Martini plantea entre los criterios de noticiabilidad la evolución futura de los acontecimientos. El proceso penal, desde hecho, imputación, juicio, fallo y revisión, se diferencia. 

Los otros fueros generalmente exponen un único momento: la sentencia. Sin embargo, al condensar la introducción, nudo y desenlace, contienen todos los componentes para una narrativa atractiva.

“Atractiva” no significa doctrinariamente novedosa. En el ámbito penal se ha naturalizado que lo noticioso no necesariamente es novedoso. La mayoría de los robos y homicidios no tiene una trama muy distinta. Los restantes fueros, en cambio, parecen requerir para su publicación una ruptura más marcada de lo cotidiano.

Los medios no son revistas jurídicas. En la mayoría de la prensa no especializada, que abuelos paguen alimentos es noticia. 

Así, una vía para intentar la legitimación del servicio de justicia es despenalizar la comunicación, como acto diario, sistemático e intencionado. 

Despenalizar no es ocultar. Es una contraagenda mediática que, si es creativa, está bien narrada y conecta con la vida cotidiana, la ciudadanía consume. 

La reducción de las redacciones y la necesidad de renovar el contenido web brindan un contexto particular. En Río Negro, de las 7.455 noticias judiciales mencionadas, 5.200 fueron informaciones institucionales replicadas y las restantes 2.285, iniciativas de los periodistas. 

Desde las decisiones comunicacionales de los poderes judiciales, lo no penal tiene ventajas: complementa el trabajo de periodistas abocados al hecho policial. Además, su publicación no está presa de la urgencia. 

La mala imagen de la Justicia mucho tiene que ver con el storytelling penal: casos impunes, expectativas de penas no satisfechas. Contar otras historias puede ayudar al proceso de legitimación.

(*) Licenciado en Comunicación Social. Vocal de directorio de la Asociación Iberoamericana de Profesionales de la Comunicación Judicial (JusCom). 

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