Un comprador de granos dio por sentado que un productor que le mandó el símbolo del pulgar hacia arriba consintió el tenor del acuerdo que le adjuntó. El juez recalcó que las partes mantuvieron una larga relación comercial antes del pleito
En Canadá, la Justicia resolvió que enviar el conocido símbolo con el pulgar hacia arriba disponible en distintos servicios de mensajería puede equipararse a firmar un contrato.
En su fallo, el juez T.J. Keene -del Tribunal del Rey, en Saskatchewan- advirtió que se trata de una “nueva realidad de la sociedad” a la que el Poder Judicial tendrá que enfrentarse a medida que se usen más “emojis” como modo de expresión, incluso en negocios serios o en disputas personales.
El caso se generó en 2021, cuando el agricultor Chris Achter acordó venderle 87 toneladas de linaza a Kent Mickleborough.
Mickleborough firmó el acuerdo y le envió una foto del texto al productor, quien le respondió con un emoji de pulgar hacia arriba.
Ante la falta de cumplimiento de pacto, el comprador de granos acudió a la Justicia, pero el demandado alegó que el emoji del pulgar hacia arriba solo confirmó que recibió el contrato y negó que se tratara de una aceptación de sus términos.
Achter sostuvo que entendió que luego del intercambio el reclamante le enviarían después el contrato completo por fax o correo electrónico, para que lo revisara y firmara.
Por su parte, Mickleborough señaló que cuando le envió la foto del pacto por mensaje de texto a Achter escribió “por favor, confirme el contrato de la linaza” y que, por ello, cuando el agricultor le respondió con el emoji asumió que estaba de acuerdo con su contenido y que esa fue “su manera” de firmarlo.
A tu turno, el magistrado Keene resaltó que las partes mantuvieron una larga relación comercial antes del pleito y que, en el pasado, cuando Mickleborough le envió a Achter contratos de trigo duro, el vendender le contestó con textos escuetos, como “lo veo bien”, “de acuerdo” o “sí”.
Según el juzgador, ambos entendían “sin dudar” que las respuestas concisas eran confirmaciones para los negocios y no solo “acusos de recibo”.
Recalcó que en todas las ocasiones anteriores Achter entregó el grano según lo contratado y había cobrado.
Bajo esa premisa, el juez determinó que existía un contrato válido y que Achter lo violó al no entregarle la linaza a Mickleborough.
Por ello, condenó al accionado a pagarle daños y perjuicios por mas de 60 mil dólares al reclamante.
No tradicional
“Este tribunal reconoce que un emoji es un medio no tradicional de firmar un documento”, recalcó el sentenciante. Sin embargo, en atención a las circunstancias de la casa, estimó que constituyó un forma válida de transmitir los dos propósitos de una firma: identificar al firmante como Achter, porque estaba enviando mensajes de texto desde su número de teléfono móvil, y de transmitir su aceptación.
Keene citó la definición de Dictionary.com del emoji del pulgar hacia arriba, que reza que es utilizado para “expresar asentimiento, aprobación o ánimo en las comunicaciones digitales”; en especial, en “las culturas occidentales”.
“No estoy seguro de la autoridad de esta definición, pero parece ajustarse a lo que yo entiendo en mi uso cotidiano, incluso siendo un recién llegado al mundo de la tecnología”, escribió en su decisorio.
El abogado del agricultor, Jean-Pierre Jordaan, declaró que permitir que un emoji de pulgar hacia arriba signifique que se está de acuerdo con un contrato “abriría las puertas” a todo tipo de casos en los que se pida a los tribunales que definan el significado de otros, como un apretón de manos o un puño.
En tanto, Josh Morrison, del bufete que representó a Mickleborough, entrevistado por la canadiense Lawyer, sostuvo que el caso era interesante y que el tema que abordó es “típico de la facultad de Derecho”.