viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Teorías conspirativas: factores subjetivos que contribuyen a su divulgación

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Por Luz Saint Phat / [email protected]

La política, la veracidad de la ciencia y la existencia de la vida en otros planetas son frecuentemente temas que abordan en este tipo de creencias. Estudios explican por qué algunas personas pueden ser más susceptibles a estos discursos

De manera exponencial, crece en todo el mundo la cantidad de adeptos a las denominadas “teorías conspirativas”. La política mundial, la veracidad de los descubrimientos y la existencia de vida en otros planetas suelen ser los temas más frecuentes abordados por estas explicaciones, las cuales suponen que existen propósitos ocultos con finalidad de daño detrás de determinados sucesos o hallazgos. 

Sin ir más lejos, la pandemia de coronavirus fue un escenario propicio para el avance de estos discursos. En este contexto, se expandieron las ideas de que el covid-19 fue creado para exterminar a grandes grupos poblacionales, que las vacunas para frenar el avance de este virus poseen microchips para controlar el comportamiento humano y que la principal responsable de estos engaños es una logia antigua conocida como “los Illuminatti”. 

Más allá de la discusión en sí de la veracidad de cada teoría (que llega hasta la idea de que existen extraterrestres viviendo en el planeta desde hace tiempo), un estudio científico, cuyos hallazgos fueron publicados recientemente por la Asociación de Psicología Estadounidense (APA por sus siglas en inglés), explica que existen factores de la personalidad y motivaciones subjetivas que contribuyen a que las personas se sientan atraídas por estas explicaciones.

“Las personas pueden ser propensas a creer en teorías de conspiración debido a una combinación de rasgos de personalidad y motivaciones, que incluyen confiar fuertemente en su intuición, sentir una sensación de antagonismo y superioridad hacia los demás y percibir amenazas en su entorno”, aseguró la entidad en un comunicado dando cuenta de los principales resultados de un conjunto de investigaciones provenientes del campo de la psicología social aplicada.

La autora de estas indagaciones académicas es Shauna Bowes, una estudiante del doctorado de psicología clínica de la Universidad de Emory (Estados Unidos).

Según la investigadora, “es poco probable que todos los teóricos de la conspiración sean personas ingenuas y mentalmente enfermas, un retrato que se pinta de forma rutinaria en la cultura popular”. “En cambio -aseguró críticamente la especialista- muchos recurren a las teorías de la conspiración para satisfacer las necesidades motivacionales privadas y dar sentido a la angustia y el deterioro”.

La propuesta indagatoria de la que se desprenden estas interpretaciones consistió en el análisis de 170 estudios en los cuales participaron más de 158 mil personas que habitan en Estados Unidos, el Reino Unido y Polonia.

Resultados

A partir de este análisis, se pudo observar -en primer lugar- que las personas adherentes a este tipo de marcos teóricos estaban motivadas por “la necesidad de comprender y sentirse seguros en su entorno y la necesidad de sentir que la comunidad con la que se identifican es superior a los demás”.

“A pesar de que muchas teorías de conspiración parecen brindar claridad o una supuesta verdad secreta sobre eventos confusos, la necesidad de un cierre o una sensación de control no fueron los motivadores más fuertes para respaldar las teorías de conspiración. En cambio, los investigadores encontraron alguna evidencia de que las personas eran más propensas a creer teorías de conspiración específicas cuando estaban motivadas por las relaciones sociales”, indica el comunicado de la APA que se encuentra disponible en el sitio web de la organización.

“Por ejemplo, los participantes que percibieron amenazas sociales tenían más probabilidades de creer en teorías de conspiración basadas en eventos, como la teoría de que el gobierno de Estados Unidos planeó los ataques terroristas del 11 de septiembre, en lugar de una teoría abstracta de que, en general, los gobiernos planean dañar a sus ciudadanos para conservar el poder” detalló la misiva.

Así, se interpreta que “los motivos de identidad social pueden dar lugar a que (los individuos) se sientan atraídos por el contenido de una teoría de la conspiración, mientras que las personas motivadas por el deseo de sentirse únicas son más propensas a creer en teorías de conspiración generales sobre cómo funciona el mundo”, según Bowes.

En segundo lugar, y en relación a este último punto, “los investigadores también encontraron que las personas con ciertos rasgos de personalidad, como un sentido de antagonismo hacia los demás y altos niveles de paranoia, eran más propensas a creer” en este tipo de explicaciones.

Además, también presentaban niveles de inseguridad, paranoia, volatilidad emocional impulsividad, egocentrismo y excentricismo.

Por otro lado, con relación a los cinco grandes rasgos de personalidad (extraversión, amabilidad, apertura, escrupulosidad y neuroticismo), se pudo interpretar que tienen “una relación mucho más débil con el pensamiento conspirativo”. No obstante, los investigadores dijeron que eso no significa que tales rasgos “sean irrelevantes para la tendencia a creer en teorías de conspiración”.

Con relación a estos datos, Bowes aseguró que “la investigación futura debe realizarse con la conciencia de que el pensamiento conspirativo es complicado y que existen variables importantes y diversas que deben explorarse en las relaciones entre el pensamiento conspirativo, la motivación y la personalidad para comprender la psicología general detrás de las ideas conspirativas”.

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