En 2022, Elizabeth Holmes, promocionada como “la nueva Steve Jobs”, creadora de esa firma de biotecnología, fue condenada por fraude. Su defensa alegó que fracasar en un negocio no equivale a delinquir pero la intimaron a pagar y a entregarse para cumplir la pena
Elizabeth Holmes, la fundadora de la extinta compañía de biotecnología Theranos, deberá entregarse para cumplir la condena a 11 años y tres meses de prisión que le impuso la justicia de EEUU por fraude y conspiración.
En enero de 2022, Holmes fue responsabilizada por estafar a sus inversores con el fin de recaudar fondos para su empresa.
En las últimas horas, la Corte de Apelaciones de San Francisco (California) rechazó el pedido de la mujer para seguir en libertad mientras se tramita el recurso que promovieron sus abogados.
Además, les ordenó a Holmes y a los cofundadores de Theranos que paguen más de 452 millones de dólares a las víctimas de sus maniobras.
La trama por el mayor fraude de Silicon Valley con “unicornios” comenzó a esclarecerse en octubre de 2021, cuando Holmes, la empresaria que triunfó en esa región gracias a su supuesto sistema revolucionario de análisis sanguíneo, capaz de detectar en minutos enfermedades como el VIH o la diabetes sólo con un pinchazo en el dedo índice, se sentó en el banquillo para enfrentar 11 cargos.
Ante un tribunal federal de San José, el Departamento de Justicia acusó a la joven y a su ex socio comercial y ex novio, Ramesh Balwani, de defraudar a inversores, médicos y pacientes diciendo que las máquinas de análisis sanguíneo exprés podían llevar a cabo una amplia gama de pruebas clínicas mediante la utilización de una gota de sangre, pese a que ambos sabían que la efectividad era limitada, poco fiable y lenta.
La incriminación fue un escándalo porque hasta el ex presidente Bill Clinton invirtió en la startup.
Ambos se declararon inocentes.
Letrados
Antes y durante el debate, los letrados de Holmes argumentaron que el engaño no fue deliberado y que Balwani manipuló y abusó de su representada durante los años en que duró la estafa.
También plantearon que fracaso empresarial no equivale a delito.
Holmes fundó Theranos en 2003, cuando tenía 19 años. Dejó sus estudios en la Universidad de Stanford con la idea de reinventar la infraestructura del laboratorio clínico tradicional.
Mientras promocionaba su compañía, afirmó que su miedo a las jeringas la llevó a inventar el sistema que la hizo rica.
Magnates como Rupert Murdoch y Carlos Slim aportaron dinero para el emprendimiento, que en 2009 fue valorado en 9.000 millones de dólares.
La firma de Holmes fue parte del selecto club de los unicornios, como se conocen las compañías que superan mil millones de dólares antes de salir a bolsa, y los medios hablaban del nacimiento de la “nueva Steve Jobs”.
Con 30 años, en 2015, Holmes se convirtió en la mujer más joven en entrar en la lista Forbes de las 400 personas más ricas de Estados Unidos. Su fortuna se estimó en más de 4.500 millones de dólares, la mitad del valor de Theranos en ese momento.
En 2016, una investigación del diario The Wall Street Journal reveló que las pruebas de diagnóstico no procedían del sistema creado por Holmes: 99 de 100 análisis de sangre los hicieron máquinas que le compró a Siemens, empresa con la que la startup pretendía competir.
Además, según la publicación, las pruebas con el nuevo sistema dieron resultados erróneos en varias ocasiones.
Hace poco más de un año, Holmes fue declarada culpable de tres cargos de conspiración para defraudar a los inversionistas que creyeron en sus promesas de revolucionar el futuro con Theranos.
Se trata de PFM Healthcare Master, un fondo de San Francisco que invirtió 96 millones de dólares en Theranos, de los que recuperó 43 millones en un juicio civil, en 2016; de Lakeshore Capital, que inyectó casi 100 millones, y de los herederos de un abogado que le transfirió seis millones a la compañía de Holmes.
Pacientes
La defensa, encabezada por el abogado Kevin Downey, fue efectiva al plantear su versión de la buena fe.
Al respecto, apuntó a las llamadas a inversionistas que grabaron conversaciones sin que Holmes supiera, que fueron analizadas durante el juicio.
Señaló que la acusada en ningún momento dio detalles sobre supuestos contratos militares o con grandes farmacéuticas y que habló de negocios como actividades en potencia.
También alegó que Holmes creía realmente que estaba construyendo una tecnología que iba a cambiar el mundo.
Para apoyar su tesis de que “el fracaso no es un crimen”, Downey y su equipo se valieron de testimonios de especialistas, con el fin probar que aunque las proyecciones financieras que Holmes presentaba eran inciertas, eran factibles: ganancias de 140 millones en 2014 y 990 millones para 2015.
Incluso, culpó a los inversionistas por sus pérdidas, arguyendo que participaron de una actividad especulativa por naturaleza.
La duda de los jurados en cuanto a si Holmes embaucó a sabiendas a las personas que aportaron dinero a su empresa la benefició y siete imputaciones naufragaron.
La justicia tampoco la responsabilizó por las imputaciones que buscaban reparaciones para los pacientes que se hicieron las pruebas.