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Otra vez el dólar se llevó todas las miradas. Un día después de que los dólares financieros se negociaran por encima de los $400, la divisa norteamericana en el mercado paralelo quedó apenas al borde de esa cifra. No debería sorprender a nadie, porque era lógico que llegue el día.
El dólar es un bien más, que puede ser transado como cualquier otro. Siguiendo algunos principios básicos de la economía, todo aquello que es escaso y demandado tiende a ver subir su precio, mientras que lo que es abundante y despreciado tiende a abaratarse. De ahí que el oro sea tanto más valioso que el hierro.
El Estado argentino ha insistido tanto en su política de imprimir billetes a mansalva que consiguió que nadie los quiera, sin importar que le pongan la cara de próceres, animales, clubes de fútbol o pokemones. No hay atractivo en una moneda que mes a mes compra menos.
El dato de inflación de febrero -sumado a las previsiones respecto a marzo- generan incertidumbre en la gente, al menos en aquellos que esperan poder conservar algo del valor de su trabajo. Con una inflación proyectada de casi 21% para el primer trimestre, nadie en su sano juicio acepta quedarse con pesos en las manos. Prefieren gastar en algún bien durable o en una experiencia de la que puedan atesorar fotos antes que quedarse con un billete con la cara de Rosas que la semana que viene quizás ya no sirva ni para comprar un chicle.
Revisando fechas pude ver que el dólar nunca valió $50: tras el triunfo del kirchnerismo en las PASO de 2019 pasó de $46,55 a $57,30. Ahí volvieron los controles de cambios y la urgencia por guardarse los verdes imaginando lo que podía venir por delante, acaso lo mismo que hizo que pegue ese brusco salto.
El doble de ese valor no tocado de $50 llegó antes del año. El 17 de abril 2020, día de mi cumpleaños número 34, el gobierno me regaló un dólar blue que llegó a $100 redondos. Se tomó más tiempo para duplicar su valor y llegar a $200, el 4 de noviembre de 2021.
Para los $300 no se duplicó, pero al ser un número redondo, que se puede comparar con los 300 espartanos de Leónidas, todos lo recordamos. 19 de julio de 2022, justo a tiempo para que lo comentemos en la mesa de la cena por el día del amigo al día siguiente. Lindo regalo nos estaba dejando la vorágine del cambio de ministros de economía, cuando el dólar paralelo llegó a tocar $350 en la gestión de Silvina Batakis.
Hoy, 22 de marzo de 2023, nos preguntamos si llegó el momento de que se venda a $400, la duplicación de aquel valor al que había llegado en noviembre de 2021. Tal vez cuando el lector ponga sus manos en este ejemplar ya habrá pegado ese salto, alimentado también por los rumores que despertó la convocatoria del ministro Massa a los representantes de los bancos, compañías de seguros y fondos de inversión.
Actualización
Si nos vamos hasta el año pasado, al 2 de marzo de 2022 el dólar estaba en $206 para la venta. Con una inflación anual que marcó los 102,5% en febrero, la divisa paralela al primer día hábil del tercer mes del año debería haberse acomodado en $417,15. Si le sumamos a ese valor la inflación de 7% proyectada para este mes, el dólar tendría que estar al primero de abril en $446. El reacomodo es inevitable, especialmente ahora que el FMI los obligó a dejar de intervenir en el mercado de cambios para liberar el desembolso.
Lo verdaderamente desesperante es cuando pensamos en la inflación proyectada por algunos actores privados. El 2 de enero seguíamos barriendo los corchos del suelo y metiendo botellas en cajas cuando el dólar se estaba acomodando en $346. Si esos pronósticos de más de 110% son acertados, el próximo presidente se va a poner la banda en diciembre con un dólar de alrededor de $725. Lo dejan correr un poco más y el hornero va a ser igual a un Washington. Ya me imagino las ilustraciones ingeniosas del rostro del primer presidente norteamericano asomando de adentro del nido de nuestra ave nacional. Por lo pronto hago mi aporte de los $400 con la idea para ilustrar esta nota.
Si planeaban largar el billete de $2.000 con Grierson y Carrillo, que directamente hagan como con los globos plateados de cumpleaños, que si colgás al revés el 2 te queda un 5. A ese ritmo no suena tan descabellado algún tipo de intento de modificación de expectativas con un cambio que incluya una nueva moneda, una eliminación de ceros en los billetes o algo similar.
El peso ha muerto y la gente se los hace saber.
