Dentro del Gobierno se muestran optimistas para frenar la escalada de precios, pese a que este año aumentaron una velocidad no vista desde la salida de la hiperinflación. Los economistas tienen una mirada un tanto diferente.
Desde enero pasado, cuando la inflación fue del 3,9%, que no se ven los valores que espera Massa para abril. En julio fue de 7,4%, récord desde abril de 2002 (10,36%), y el mes pasado fue del 6,3%, el doble de lo que plantea Massa para los próximos cinco meses.
Puertas adentro del Palacio de Hacienda afirman que hay una desaceleración de la inflación que se va a empezar a notar “en los próximos meses”. La justificación reside en la inflación núcleo (que no considera los precios regulados ni los estacionales) que fue del 5,5%. Es decir, 0,8 puntos menos que la general. En tanto, la mayorista fue de “solo” el 4,8%, lo que significaría menos presión de costos para las empresas.
No obstante, los economistas no son tan optimistas al respecto.
Para Fernando Marull, socio de FMyA, los precios cerrarán el año con una suba del 100%, un nivel similar al que se observará en 2023, por cuatro razones: el dólar oficial sigue devaluándose a un ritmo del 6,5% mensual, la recomposición de salarios, el ajuste de tarifas y un déficit fiscal alto por las elecciones del año entrante.
“Hoy estamos muy lejos de bajar un punto la inflación cada dos meses, como pronosticó el ministro de Economía. Sería reducir la inflación a la mitad, en un contexto donde no hay motivos para creer que los precios vayan a bajar. Los salarios tienen que recuperar lo perdido, las tarifas y el transporte público tienen que ajustarse, el tipo de cambio no se puede atrasar más. No hay razones para creer que la inflación descienda en 2023 con respecto a este año”, coincidió Guido Lorenzo, director ejecutivo de LCG.
Pese a ello, Sergio Massa está convencido que la fórmula para bajar los precios de la economía es “ordenar las cuentas” del Estado, “proponerse” acumular reservas en el Banco Central (BCRA), alinear las tasas de interés, y “recorrer un planteo de acuerdo y buen uso de los instrumentos económicos para mejores ofertas para el consumidor”. Así, se alcanzará una inflación del 60% para 2023, tal como fue planteado en el Presupuesto. Una cifra muy lejana al 96% que pronosticaron las consultoras y entidades financieras en el último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), elaborado por el BCRA.
“Estamos de acuerdo de que ese es el camino para bajar la inflación, pero hoy la política no acompaña ni por casualidad. Es verdad que las tasas están bastante altas, que empardan con la inflación. Pero el acuerdo de precios y la parte fiscal son las que vienen más flojas y, al mismo tiempo, son las más relevantes. Tal vez la combinación de tasas de interés y Precios Justos logren que algún mes la inflación afloje. ¿Pero que de ahí a que de forma sostenida llegue al 3% en abril? Suena super ambicioso”, consideró Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos.
Los meses entrantes son los más “calientes” para los precios, según agregó el economista. En diciembre y enero se suele presentar una fuerte suba, producto de las vacaciones de verano y el incremento de tarifas en el rubro de hoteles y restaurantes. En cambio, en marzo el pico se explica por gastos en educación y colegios.
“Si algo te permite llegar al 3% en abril será la recesión causada por los controles a las importaciones. El Gobierno no quiere validar un salto del dólar y trata de acumular reservas a costa de las importaciones, pese a que está habiendo frenos importantes en insumos que son esenciales para el desarrollo de la actividad económica”, resaltó.
Santiago Manoukian, economista de Ecolatina, hizo hincapié en que para detener la inercia inflacionaria es necesario un plan robusto de estabilización. Algo que en la actualidad no solo no existe, sino que además conviven un desanclaje de las expectativas de la economía local, una fuerte distorsión de los precios relativos, restricción a las importaciones y una brecha elevada que tiene más impacto en los precios que hace un par de meses atrás.
Por otro lado, las declaraciones de Massa descartan de lleno un salto abrupto del tipo de cambio oficial. “Es lo último que quieren hacer, porque estamos en un contexto de inestabilidad. Si no hay plan de estabilización, que requiere no solo respaldo político sino también pericia para la implementación, esa devaluación puede ser muy nociva para la economía. Y puede ser una espiral de precios con un final indescifrable”, completó.
Con él coincidió Lorenzo, quien agregó que un plan de estabilización sin el sinceramiento de los precios relativos suena como “un error”. Algo que ya se cometió en la gestión de Mauricio Macri y de Cristina Fernández de Kirchner. “Hay que hacerse la cabeza de que la inflación en la Argentina tendrá que acelerarse por un tiempo, esperamos que el menor tiempo posible, para después lograr una desaceleración de la tasa mensual”, cerró.