Los primeros sondeos sobre el programa Ahora 30 advierten de una serie de problemas, entre ellos un shock de precios inicial, la falta de stocks y los límites al financiamiento con tarjetas de crédito que no se actualizan. Esos factores pueden hacer peligrar los alcances del programa de fomento del consumo, orientado a financiar éste, de la clase media. Se excluyen los artículos de alta gama, pequeños electrodomésticos y otros bienes.
El programa ofrece una tasa de interés nominal anual de 48%, la mitad de la vigente hoy en el mercado. Aun contemplando el costo financiero total, que se acerca a 80%, la inflación proyectada lo convierte en una opción conveniente. La última estimación promedio del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) apunta a que aquélla será de 91,3 por ciento para 2023 y de 72,2 por ciento para 2024.
Pero los objetivos del Gobierno podrían frustrarse temporalmente porque los bancos no están actualizando el monto de financiación con tarjetas de crédito, conducta relacionada con la lógica de negocios de los bancos, a los cuales no les resultan redituables programas como el Ahora 30.
La Secretaría de Comercio, que conduce Matías Tombolini, indicó que se están manteniendo conversaciones con el sector para ver posibilidades de ampliación de dichos límites de manera particular con cada cliente; tal es la reticencia de los bancos.
Otro aspecto a tener en cuenta es que muchas familias ya tienen la tarjeta de crédito en el límite de consumo, un poco por necesidad económica y otro tanto por la tendencia a “licuar” consumos con cuotas con un interés que quedará por debajo de la inflación, situación que se suma para configurar ese escenario en el que el programa termina beneficiando a la clase media-alta, aquella que no estaba pensada como destinataria original.