Por Alejandra Ruiz (Mediadora, docente, investigadora -UCC) y Sonia Zilberberg ( Mediadora intercultural, docente; responsable de implementación de programas de mediación comunitaria; miembro del Tribunal Evaluador de Mediadores desde su creación)
Habíamos dicho oportunamente que el conflicto público -por su naturaleza- tiene una alta exposición, dado que su visibilidad depende en gran medida de los medios de comunicación, el poder de las partes en conflicto y el grado de adherencia del reclamo en la comunidad. Para su tratamiento requiere la existencia de una ciudadanía participativa y de una clase dirigente receptiva que pueda atender al problema. El puente entre una y otra entendemos que tiene como componentes la legislación, las nuevas prácticas, la creación de espacios de participación, las políticas públicas y el análisis de la agenda gubernamental y de medios. Hay numerosas experiencias en el mundo con herramientas útiles como la construcción de consensos, los diálogos apreciativos, constructores de paz, las intervenciones en crisis, los derivados del multitrack diplomacy y algunos que venimos trabajando de manera teórica en la universidad o el taller, como las conversaciones públicas, la construcción de escenarios o el ARIA.
Todas ellas tienen como objetivo lograr la interacción dinámica y cuidada entre las partes favoreciendo la resolución pacífica de las controversias.
Algunos aspectos comunes son: cuidar el proceso en todo momento; generar espacios y clima adecuados que favorezcan la confianza, el respeto, la creatividad y el reconocimiento de la otredad; el diálogo como herramienta fundamental; y el respeto por las reglas que los distintos procesos establecen. Se trata de no forzar los puntos de acuerdo sino más bien de consensuarlos incluyendo las posiciones divergentes, las cuales se hacen constar para evitar la salida de los procesos.
De los nombrados hemos seleccionado tres para esta entrega: las conversaciones públicas, la construcción de escenarios y el ARIA (Adversarial, Reflexivo, Integrativo, Acción). El criterio de preferencia apunta quizás a su menor difusión entre los mediadores, siendo herramientas útiles. Muy brevemente las abordaremos en este artículo.
El Proyecto de Conversaciones Públicas (PCP) o simplemente conversaciones públicas apunta a responder la pregunta ¿qué clase de hacer es el conversar? Y en momentos en que como ciudadanos nos estamos planteando el tema del diálogo como un eje de ciudadanía, es necesario recordar que la cuestión tiene que ver con la preposición “con” -”hablar con”- y no con “hablar a”. El PCP implica seleccionar un grupo de ciudadanos que participará de la experiencia, con reglas fijadas muy parecidas en su diseño a los principios de la mediación, pero se distingue de ésta en que su centro es la conversación, promueve la diferencia entre diálogo y debate y el discernimiento entre hechos e interpretaciones, buscando la formación de consenso en el asunto de que se trata. Ha demostrado su eficacia en ambientes muy polarizados, recordando que la conversación es base de convivencia armoniosa.
Un escenario es un diagnóstico con fines prácticos que incluye diseño y soluciones y permite anticipar roles de los gestores en las crisis. Busca disminuir los impactos que éstas causan y pueden ayudar a distinguir los eventos de crisis y desastres (naturales o no) y generar protocolos.
El ARIA proviene de la multitrack diplomacy y toma sus siglas de las partes en las que se divide el proceso. Se realizó una experiencia piloto de carácter formativo en la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) en 2008, cuando la crisis del campo.
Todas estas herramientas implican la decisión de que los actores públicos y la ciudadanía trabajen cooperativamente para la discusión de los temas que les interesan como sociedad, evitando las innecesarias heridas que la falta de ésta causa. La sociedad, cuando se propone expresarse, lo hace y, como ya mencionamos, las redes sociales que se crean en los sitios web y establecen vínculos entre comunidades virtuales, con lenguaje y herramientas propias, están convirtiéndose en un canal privilegiado no sólo por sus características sino también por la ausencia de espacios físicos y experiencias sociales para el intercambio cara a cara. Las redes están constituyéndose cada vez más en formadoras de agenda de medios, ya que no son pocos los que citan el seguimiento de un tema en ellas, que se convierte en trending topic y, quizás, influya en la agenda política. Mecanismos legales complejos y no vinculantes desalientan la participación por esas vías, como por ejemplo las audiencias públicas -que igualmente son un instituto interesante- y también los denominados estudios de impacto social de algunos proyectos que no tienen la oportunidad de enriquecerse con la variedad de opiniones. Pero claro está que, para poder utilizar los instrumentos citados, el respeto mutuo y el ejercicio del diálogo entre los actores implica un aprendizaje que puede ser muy bien tutelado por los expertos en resolución de conflictos, entre ellos los mediadores, para favorecer el establecimiento de estas nuevas prácticas sociales democráticas.
Bibliografía sugerida: 1) Chasin, R.; Herzig, M.; Roth, S.; Chasin, L.; Becker, C.; Roth (2000): Del debate estancado a una nueva conversación: el PCP – 2) Kaufman Edy y otros: Construcción de paz y diplomacia ciudadana, (2008).