Tras la “crisis diplomática” desatada por los informes de las embajadas estadounidenses, se compara a WikiLeaks con el episodio de espionaje político conocido como Watergate. Por Aníbal Pardini / Abogado, especialista en Derecho e Internet. Profesor de delitos informáticos en el postgrado de Criminología y Criminalística, UES21.
Una wiki es un sitio web que tiene, como característica principal, que sus páginas pueden ser editadas por todos los usuarios, quienes pueden crear, modificar o borrar un mismo texto, imprimiéndole una importante dinámica de actualización. De allí se aprovechó el vocablo hawaiano wiki, (rápido) para adjetivarla.
De acuerdo con esto, WikiLeaks (WikiFugas, en inglés) no sería una wiki, ya que restringe la capacidad de los usuarios para cambiar su contenido; sino uno de los sitios web (Cryptome (1996), Secrecy News (2006) que -preservando la identidad de sus fuentes- publica informes anónimos y documentos oficiales obtenidos de manera no oficial, religiosos, gubernamentales o institucionales.
Desde 2006, los informes de WikiLeaks fueron sobre la inteligencia estadounidense, el asesinato de periodistas por soldados norteamericanos, diarios de la guerra de Afganistán, o Irak; pero la colección de los cables (251.187) entre el Departamento de Estado estadounidense y sus embajadas se ha convertido en la mayor fuga de documentos secretos de la historia.
Watergate, Wikigate
1972: Un allanamiento. Cintas grabadas que develan espionaje político del partido del presidente y sabotaje, crímenes y abusos. Tras dos años de batallas legales, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos exige al presidente Nixon que entregue las cintas. Lo hace y -diez días después- renuncia a su cargo.
Por entonces, lo trascendental fue descubrir la operación, develar la estructura secreta por la cual se obtenía y manipulaba la información que, siendo sinónimo de poder, tardó dos años en conocerse.
2010: En este caso Internet sólo sirvió para saber que sabíamos lo que todos sabíamos. Con calificativos peyorativos más de Rial que de 007, en el imaginario (no tanto) popular, las fiestas de Silvio, los up-down de Cristina, y el autoritarismo de Sarkozy no eran insospechados.
Este ciber Pearl Harbor nos dejó ver que la seguridad de EEUU es tan ordinaria como los calificativos de su espionaje; que el manejo de la información es verdaderamente sinónimo de poder y que Obama, en este sentido, ha dado a luz a una bestia que ya no puede controlar, al menos del modo tradicional. Ése es el lado paradójico de esta historia; el hombre que tan cómodo se sintió con la tecnología, hoy tal vez hubiera preferido no tanta.
De los documentos conocidos, lo más novedoso (espionaje de los EEUU a las Naciones Unidas, el pedido en privado de los jeques árabes para frenar la carrera nuclear de Irán) tampoco sería lo más trascendente en términos de impacto periodístico (aunque sí tiene impacto político).
Todos los sectores opinan -y está bien que así sea- porque esto importa a todos, políticos, periodistas, comunidades o simples usuarios. Todos se ven afectados o amenazados. Y tiene sentido, porque algo muy profundo salió a la luz con este wikigate… ¿Que las embajadas tienen misiones de recabar datos e información de sus destinos? Eso, ilegalidades más o menos, siempre ocurrió. ¿Que hay políticos con perfiles psicológicos extremos? Eso tampoco es novedad. ¿Que se cometieron excesos? ¿Vietnam le suena?
Lo que realmente se desnudó es cuáles son los mecanismos de información en esta era tic y cómo se vinculan con el poder; cómo la tecnología subyacente a la vida diaria ha cambiado el paradigma del ejercicio tradicional del poder. Ha cambiado el escenario y la manera no sólo de hacer campaña política, sino de manejarse en la política.
Los canales de comunicación se han transparentado, siendo su fragilidad y accesibilidad en tiempo real un coto al modo tradicional de ejercer el poder, que tal vez y para este escenario requiera nuevas respuestas. Es a Obama, quien demostró que sabe hacer campaña mediante las TIC, a quien le toca probar que entiende estas reglas.
Ése es el verdadero secreto que revoluciona y sale a la luz de este Wikigate, demostrar al mundo cómo es el escenario.
Si con el Watergate nació el periodismo de investigación, habrá que ver cuál concibe este wikigate, y al respecto hay una reflexión obligada.
No existe ingenuidad alguna que pueda sustraer a un periodista de dimensionar la repercusión que a nivel político iba a tener la publicación de estos documentos, en el mundo entero. No voy a preguntarme si los motivos personales, o profesionales, pesan más que cuestiones de Estado al momento de apretar enter y liberar al mundo esta información, pero tampoco creo que haya sido tan mecánica ni desprovista de evaluación la decisión de hacerlo, ya que -en cierto modo- se convirtió en verdugo de un esquema que ya se está replanteando.
Obama tendrá que elegir entre ser Obama o encontrar excusas para justificar alguna acción represiva y tentarse a jugar a ser Bush por un momento. Al menos ya tiene su 11-S.
Por el momento, el último tweet de Obama (el nº 1117) nos dice “las pequeñas empresas y las familias se están apretando el cinturón. El gobierno también deber hacerlo”.