De los mensajes surge que Agustina Díaz conocía sobre el ataque a la vicepresidenta. También se supo que los acusados tenían pensado alquilar un departamento en Recoleta, al frente del de Fernández de Kirchner
La causa en la que se investiga el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sumó una nueva detenida y acumuló nueva información vinculada con la planificación del ataque, así como con maniobras de encubrimiento.
La tercera detenida fue identificada como Agustina Díaz, de 21 años, quien quedó bajo la lupa de los investigadores a partir de una serie de mensajes que intercambió con Brenda Uliarte, a quien intentó ayudar a ocultarse de la Justicia, por lo que le imputarían el delito de encubrimiento.
La información que comprometió a Díaz hasta el punto de que fuera ordenada su detención surgió del celular de la propia Uliarte, quien la tenía agendada como “Amor de mi vida” y solía compartir expresiones de odio.
Lo que los investigadores sospechan es que esta joven aparece teniendo conocimiento antes y después del ataque e incluso preguntándole a Uliarte por qué había fallado “este tarado” -en alusión a Fernando Sabag Montiel-.
De todo esto tendrá que dar explicaciones cuando sea indagada por su vínculo con el atentado. Si no hay intereses cruzados en la representación legal, asumirá la defensa Juan Martín Hermida, el mismo defensor que representa a Sabag Montiel.
Luego, volverá a ampliarse la indagatoria de Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte.
Premeditación
De los teléfonos incautados por la Justicia también surge la premeditación del ataque, hasta el punto de que Sabag Montiel y Uliarte hablaron de alquilar un departamento enfrente al de Cristina Fernández. Ayer, se supo que ya habían abortado un plan para asesinarla en la noche del 27 de agosto, el día del discurso de Cristina frente a sus simpatizantes tras el escándalo de las vallas. Ahora aparece el dato de los diálogos entre Sabag y la mujer pensando en alquilar un departamento con vista a la casa de la ex presidenta.
La información abre para los investigadores una nueva incógnita: ¿Quién financiaba los emprendimientos de esta banda, que tenía tiempo para hacer tareas de inteligencia -aunque elementales- y buscaba rentar una vivienda en Recoleta?