El Senado de Estados Unidos confirmó a Ketanji Brown Jackson como nueva jueza de la Corte Suprema.
Se trata de la primera mujer de raza negra que ingresa a la Máxima Instancia judicial del país.
A fines de octubre de 2020, el Senado confirmó el nombramiento de la candidata del ex presidente Donald Trump, Amy Coney Barrett, de 48 años en ese entonces, como nueva integrante de la Corte, que quedó conformada con mayoría conservadora (seis a tres).
La designación fue formalizada con 52 votos a favor y 48 en contra y la magistrada juró ante el ex primer mandatario Rublicano.
La vocal, que profesa la fe católica y es madre de siete niños, ocupó el sillón que dejó vacante el icono progresista y feminista Ruth Bader Ginsburg, fallecida a los 87 años, poco antes de la designación de su sucesora, el 18 de septiembre.
Durante su mandato, Trump designó a tres de los nueve integrantes de la máxima instancia judicial y fuente de jurisprudencia del país.
Coney Barrett llegó a su nuevo cargo gracias a una reforma sancionada durante el segundo mandato de Barack Obama, la cual facultó al Senado para nombrar jueces y funcionarios con mayoría simple. Su ingreso modificó considerablemente el equilibrio del alto tribunal.
Días después del deceso de Bader Ginsburg comenzó a especularse con su reemplazo y se desató un contienda política e ideológica en el país en plena campaña electoral.
La dirigencia republicana defendía que el gobierno de Trump y el Senado, controlado por el oficialismo, nominaran y ratificaran, respectivamente, al reemplazo de Ginsburg. En tanto, la oposición del Partido Demócrata reclamaba que la designación se postergara para después de las elecciones del 2 de noviembre de 2020.
Sin embargo, los demócratas no tuvieron ninguna vía para impedir el procedimiento.
Todo indicaba que Trump se inclinaría por la conservadora Bárbara Lagoa, de 52 años en 2020, una jueza de Miami hija de cubanos exiliados, pero finalmente promovió a Coney Barret, una fervientemente antiabortista que se presentó a sí misma como un “tipo diferente de abogada” y afirmó que una “carrera legal no es más que un medio para un fin: la construcción del Reino de Dios”.
A principios de marzo pasado, el presidente Joe Biden hizo su primera nominación para la Corte, luego de que el magistrado progresista Stephen Breyer anunciara su retiro, en enero, a los 83 años.
El demócrata también optó por una mujer e hizo historia al proponer a una magistrada negra: la también progresista Brown Jackson.
El trámite pasó el filtro del Senado y en junio, cuando Breyer se retire, Brown Jackson será la sexta jueza que ocupará un sillón del tribunal y la tercera persona de raza negra que se desempeñará como vocal en sus 233 años de existencia.
Brown Jackson completará el “espacio liberal” de la máxima instancia de EEUU, en una minoría inédita desde los años 30.
La primera mujer en entrar en el supremo fue Sandra Day O’Connor, con Ronald Reagan en la Casa Blanca, en 1981.
El primer magistrado negro fue Thurgood Marshall, designado en 1967, durante la presidencia de Lyndon Johnson. El segundo, Clarence Thomas, ingresó en 1991 (con Bush padre en el Ejecutivo). Thomas aún es cortesano y uno de los miembros más duros de la mayoría conservadora.
Nacida en Washington, Brown Jackson creció en Miami. Cursó la carrera de derecho en Harvard y trabajó como secretaria del juez al que ahora podría relevar, quien apoyó tanto su carrera como su nominación.
Brown Jackson, de 51 años, trabajó como abogada de oficio hasta 2013, cuando ingresó al Poder Judicial como jueza federal. Antes sirvió en la Sentencing Commission, la agencia federal que desarrolla las directrices de sentencias en el país.
Si bien es una trayectoria singular entre los aspirantes al supremo, Biden optó por ella frente a Leondra Kruger, ministra de la Corte Suprema del Estado de California.
En 2021 fue designada en el Tribunal de Apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia (Washington), con el apoyo de 50 demócratas y tres republicanos.
Su filosofía legal no está clara pero dictó pronunciamientos con tendencia progresista: bloqueó los intentos de la administración Trump de acelerar las deportaciones de inmigrantes sin papeles y se opuso a reducir las subvenciones para la prevención de embarazos adolescentes.
El tribunal debe fallar sobre temas delicados como el derecho al aborto, la aplicación de la discriminación positiva para la admisión en las universidades y la tenencia de armas.
Al igual que siete de sus nueve posibles futuros colegas, Brown Jackson se tituló en una de las ocho universidades de las que egresa la elite de EEUU; en su caso, en Harvard.
Coney Barrett es la única que no estudió en una institución de la denominada “Ivy League” (o Liga de la Hiedra, en alusión a la enredadera que cubre sus fachadas o paredes): la elegida por Trump fue a la universidad católica de Notre Dame, en Indiana.
La Ivy League está compuesta por Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth College, Harvard, Pensilvania, Princeton y Yale, todas del norte de Estados Unidos.
El uso del término data desde 1933. Con excepción de Cornell, todas fueron fundadas durante el periodo colonial y por eso también se las conoce como “las ocho antiguas”.
Con el nombramiento de Brown Jackson, Biden cumplió una de sus promesas de campaña: diversificar aún más un tribunal que durante casi 200 años estuvo integrado por hombres blancos.
Cuando Biden hizo el anuncio, Brown Jackson habló de la naturaleza histórica de su nominación y recordó que comparte cumpleaños con Constance Baker Motley, la primera mujer negra confirmada como jueza federal.
“Si soy lo suficientemente afortunada de ser confirmada solamente puedo esperar que mi vida y mi carrera, mi amor por este país y por la Constitución, y mi dedicación a defender el imperio de la ley y los principios sagrados sobre los que fue fundada esta gran nación, inspiren a generaciones futuras de estadounidenses”, dijo.
La Corte de EE tiene tres mujeres, una de las cuales es la primera hispana en integrarla: Sonia Sotomayor, nominada por Obama en 2009. Con el ingreso de Brown Jackson serán cuatro.
Breyer, de 83 años, el magistrado de mayor edad en la Corte de Estados Unidos, dejará su cargo en dos meses.
Fue autor de importantes fallos que defendieron el derecho al aborto y el acceso a la atención médica. También ayudó a promover los derechos de los movimientos LGBT+ y cuestionó la constitucionalidad de la pena de muerte.
Fue nombrado por el presidente demócrata Bill Clinton en 1994.
La Constitución de Estados Unidos establece que los nueve jueces de la Corte son nombrados de por vida por el presidente y confirmados por la Cámara Alta.
Esa ratificación, antes una formalidad, se complicó por la polarización ideológica.
Uno de los debates más intensos se dio en 2018, luego de que el entonces presidente Trump designó al juez Brett Kavanaugh, sobre quien pesaba una denuncia por una agresión sexual en contra de una mujer, durante su juventud.
La acusación, que negó rotundamente, casi logra quitarle el respaldo del Senado.
Durante su mandato, el republicano nombró a tres jueces conservadores y jóvenes -Neil McGill Gorsuch, de 54 años, en 2017; Kavanaugh, de 56, en 2018, y Coney Barrett, de 50, en 2020- y ancló la institución al conservadurismo durante, al menos, varios años más.