La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Azul (Buenos Aires) resolvió que una nota póstuma de una suicida es válida como testamento ológrafo, es decir, redactado y firmado de puño y letra.
En la misiva, la mujer dio instrucciones sobre la disposición de bienes, caballos y su parte de un campo, en Tandil, después de su muerte. El párrafo inserto en la nota que dejó en su dormitorio antes de quitarse la vida, en 2019, se incorporó a la causa penal por su muerte.
Ahora forma parte del conflicto por la sucesión entre su madre y la persona a la que dejó estos bienes.
Se advierte “sin hesitación alguna la última voluntad” de la mujer que la redactó y firmó, advirtió la Cámara de Apelaciones de Azul.
“Claramente, tales disposiciones resultan un acto testamentario, todo ello una vez determinada, claro está, previa pericia caligráfica que la escritura y firma pertenecen al puño y letra de la causante”, concluyó el fallo firmado por Esteban Louge Emiliozzi e Inés Comparato.
La sentencia hizo un repaso de notas suicidas dejadas en casos que tuvieron resonancia pública. La cámara destacó que “existen distintas maneras de crear una nota de suicidio”.
“Históricamente, han sido dejadas en forma escrita pero con la aparición de nuevas tecnologías se han encontrado como mensajes de audio o mediante una grabación de vídeo, siendo aún más fidedigna la veracidad del mensaje”.
“El contenido de la nota puede ser para despedirse, absolver a los familiares y amigos del hecho, para responsabilizarse por actos cometidos en vida, para dar a conocer sus deseos póstumos, como sus funerales o alguna acción a realizar a futuro para quien va dirigido el mensaje”
A lo largo de la historia existen cartas famosas dejadas momentos antes de la muerte.
“Así, recordemos al Dr. Favaloro, quien el 29 de julio de 2000, después de escribir una carta al presidente De la Rúa criticando el sistema de salud, se quitó la vida de un disparo al corazón; también dejaron cartas Leandro Alem, Lisandro de La Torre, Alfonsina Storni, Virginia Woolf, entre tantas otras personalidades”, enumeraron los jueces.
Se trató de “personas en pleno uso de sus facultades mentales pero que por circunstancias o situaciones que consideraron valladares insalvables se quitaron la vida”.