Por Willie Walsh
No es ningún secreto que el covid-19 ha devastado la industria de la aviación. En 2020, las aerolíneas de todo el mundo perdieron 138.000 millones de dólares. Las pérdidas se reducirán a 52.000 millones de dólares este año; y esperamos una nueva reducción a una pérdida de 12.000 millones de dólares en 2022. Si sumamos todo esto, el efecto que el covid-19 supondrá para las finanzas de la industria supera 201.000 millones de dólares.
Para las aerolíneas con sede en la región de América Latina y el Caribe, estimamos una pérdida acumulada de 5.600 millones de dólares para este año, con una mejora a 3.700 millones de dólares en pérdidas para el próximo año.
Esta crisis va más allá de cualquier otra que hayamos experimentado antes. Sin embargo, ya hemos pasado el peor momento y podemos ver un camino hacia la normalidad.
El negocio de la carga ya está operando 8% por encima de los niveles anteriores a la crisis. La carga aérea ha sido un salvavidas para muchos, ya que ha transportado vacunas, equipos de protección personal, equipos médicos e incluso comercio electrónico. Al hacerlo, también ha sido la estrella de los ingresos de muchas aerolíneas de nuestro sector.
Allí donde los gobiernos no han restringido los viajes, la recuperación del transporte de pasajeros ha sido rápida. Se espera que los mercados nacionales alcancen casi 75% de los niveles anteriores a la crisis a finales de este año, pero desgraciadamente los viajes internacionales -en los que vemos que continúan las restricciones- sólo se espera que alcancen 22%. El año que viene esperamos que los mercados domésticos estén casi donde estaban en 2019. Pero el mercado internacional se quedará en 44%.
Nos estamos moviendo en la dirección correcta aunque no tan rápido como nos gustaría. El estado de ánimo general del sector es de cauteloso optimismo. Pero la tarea que tenemos por delante es tremenda.
Covid-19 y la reconexión del mundo
La situación de esta región es única. Fue la última en ser golpeada por la pandemia. Tiene algunas de las restricciones de viaje y cierres de fronteras más largos y estrictos pero, al mismo tiempo, la buena noticia es que la conectividad internacional se está recuperando más rápidamente en América Latina y el Caribe que en cualquier otra parte del mundo.
Sin embargo, la apertura de los mercados a los viajes internacionales varía mucho en la región.
México, por ejemplo, no ha cerrado nunca sus fronteras. Colombia, junto con muchos Estados de Centroamérica y el Caribe, se reabrió gradualmente con ciertos controles. Chile, a pesar de tener altos niveles de vacunación, mantiene medidas de cuarentena que matan la demanda incluso para los viajeros vacunados.
¿Cómo es posible que llevemos más de 18 meses con esta pandemia y sigamos teniendo
enfoques tan diferentes? ¿Especialmente cuando los datos nos dicen que restringir severamente los viajes a estas alturas de la pandemia tiene poco sentido? Los datos de las pruebas realizadas en el Reino Unido durante el periodo de febrero a septiembre muestran, por ejemplo, que la positividad de las pruebas de los viajeros entrantes fue de 1%, en comparación con el 7% de la población general.
Por supuesto, como compañías aéreas, queremos volver a la normalidad lo antes posible. Pero a todos nos interesa recuperar la libertad de viajar y, sobre todo, a los gobiernos les interesa que la reactivación del sector de la aviación impulse la recuperación económica.
Nuestra visión del restablecimiento de la conectividad aérea coincide ampliamente con las conclusiones de la Conferencia de Alto Nivel de la OACI sobre covid-19 que acaba de concluir -la semana pasada-. Son buenas noticias. Pero, por supuesto, las palabras de una declaración deben ponerse en práctica. Recordar a los gobiernos sus compromisos será un punto importante en esta región y en todo el mundo.
Garantizar el restablecimiento de la libertad de volar es sólo una parte de la ecuación. Debemos hacerlo mejor. Esto cobra mayor relevancia en esta región, en la que no podemos
volver al entorno operativo anterior al covid-19. Hemos visto que todo el mundo sufre cuando la aviación se detiene. El covid-19 ha desmontado el mito de que volar sólo beneficia a los más ricos. Nunca ha estado más claro que la aviación es demasiado importante para ser tratada como una vaca lechera que los gobiernos puedan ordeñar. Más concretamente, las compañías aéreas no pueden tolerar que los socios de la cadena de valor se beneficien literalmente a nuestra costa.
Desde el inicio de la pandemia, las aerolíneas emprendieron una drástica reducción en sus costos de operación. Éstos se redujeron 35% en comparación con los anteriores a la crisis, por medio de préstamos comerciales y en la contribución de los accionistas como medio de supervivencia. Sí, algunos gobiernos intervinieron y proporcionaron apoyo al sector. En todo el mundo se pusieron a disposición de las aerolíneas 243.000 millones de dólares, de los cuales 81.000 millones apoyaron las nóminas y aproximadamente 110.000 millones se proporcionaron en forma de ayudas que deben ser devueltas. Lamentablemente, en esta región ni un solo gobierno proporcionó ayuda financiera directa a las aerolíneas. En la mayoría de los casos, el alivio financiero llegó en forma de impuestos diferidos o de reducción o exención de tasas.
Estamos viendo que el tráfico repunta de forma constante, lo que demuestra que la recuperación está en marcha. Sin embargo, paralelamente estamos viendo una tendencia creciente por parte de nuestros “socios” en la cadena de valor de la aviación a aumentar losimpuestos y las tasas. Ya hay muchos ejemplos en esta región: Argentina no sólo ha implantado impuestos adicionales sobre la venta de billetes en moneda local sino que también ha aumentado la tasa de salida internacional de 51 a 57 dólares. Costa Rica tiene previsto aumentar la tasa de seguridad aeroportuaria en el aeropuerto de San José en más de 70%. República Dominicana tiene previsto aumentar las tasas de asistencia en tierra en algo más de 6% en 2022. El Salvador tiene previsto añadir a los billetes de avión una tasa de inspección agrícola de 1,50 dólares por pasajero. Esto es inaceptable en esta época de crisis. No podemos tolerar que otros sigan sus pasos. A todo lo cual se une que a medida que el sector está aumentando sus operaciones para satisfacer la recuperación de la demanda, las aerolíneas también se enfrentan a una falta de planificación operativa.
(* )Director General de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA)