La OMS emitió un documento con recomendaciones, en el que considera la salud mental una variable. Además, en otra comunicación, precisó que los países necesitan mejorar su inversión en esta área sanitaria
Luego de 20 meses de declarada la pandemia de coronavirus en todo el mundo, el enfoque de los organismos internacionales se centra en advertir de cómo el cambio climático afecta el bienestar integral de los seres humanos.
Así lo hizo saber la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un documento reciente donde alerta las consecuencias sanitarias de la crisis medioambiental que azota al planeta Tierra y propone diez recomendaciones para que los Estados implementen medidas urgentes.
“Los cambios meteorológicos y climáticos amenazan la seguridad alimentaria y aumentan las enfermedades transmitidas por los alimentos, el agua y los vectores, como el paludismo, mientras que los impactos climáticos también afectan negativamente a la salud mental”, precisó la organización en un reporte reciente denominado “Informe especial sobre cambio climático y Salud”, publicado en el marco d los preparativos de la 26ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Glasgow (Escocia).
En este documento, según asegura la misma entidad en su misiva, “se expone el llamado de la comunidad mundial de la salud en favor de la acción climática, sobre la base de un conjunto creciente de investigaciones que establecen los numerosos e inseparables vínculos entre el clima y la salud”.
En este marco, se concluye que “la protección de las personas requiere una acción transformadora en todos los sectores, incluidos el de la energía, el transporte, la naturaleza, los sistemas alimentarios y las finanzas. Asimismo, se afirma claramente que “los beneficios para la salud pública de la aplicación de medidas climáticas ambiciosas superan con creces los costos”.
Así, se establecieron sugerencias como la necesidad de un “compromiso con la recuperación saludable”; la idea de que esta acción “no es negociable”; la intención de aprovechar en este sentido “los beneficios de la acción climática”; la importancia de construir infraestructura sanitaria resiliente al clima y ambientalmente sostenible; la inversión en la mejora de los entornos urbanos y la movilidad; la promoción de sistemas alimentarios más saludables; el financiamiento “más ecológico”, y la escucha “a la comunidad de la salud”, logrando un “llamado a favor de una acción climática urgente”.
Diagnóstico
En este proceso de cambios, si se considera que la salud mental es una de las dimensiones a considerar por los Estados, también resulta fundamental pensar cómo se encuentra este área sanitaria en todo el mundo.
Al respecto, otro informe de la entidad de alcance internacional, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental que se conmemoró el pasado 10 de octubre precisó que hasta el momento “ninguna de las metas de liderazgo y gobernanza eficaces” en esta materia, relacionadas con la prestación de servicios, los entornos comunitarios, la promoción y prevención y el fortalecimiento de los sistemas de información, “estuvo cerca de alcanzarse”.
En cifras, durante el año pasado, sólo 51% de los 194 estados miembros de la OMS informaron que su política o plan en este área estaba “en consonancia con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos, porcentaje que es muy inferior a la meta del 80%”.
En tanto, “sólo 52% de los países cumplieron la meta relativa a los programas de promoción y prevención (…) porcentaje también muy inferior a la meta de 80%”.
Mientras, el único objetivo que si se cumplió fue la reducción de la tasa de suicidio en un 10%, pero “sólo 35 países dijeron que tenían una estrategia, política o plan de prevención independiente”.
Aun así, destacó el comunicado de la entidad, “se observaron progresos constantes en la adopción de políticas, planes y leyes (…) así como en la mejora de la capacidad de informar sobre un conjunto de indicadores básicos “.
No obstante, el porcentaje de los presupuestos públicos destinados a este tipo de políticas y programas sigue cercano a 2% en la mayoría de los naciones.
“Además, incluso cuando las políticas y los planes incluían estimaciones de los recursos humanos y financieros necesarios, sólo 39% de los países que respondieron indicaron que se habían asignado los recursos humanos necesarios, y 34% que se habían proporcionado los recursos financieros necesarios”, se precisó.
Finalmente, continúa siendo muy lenta la incorporación de la salud mental dentro de la atención primaria de la salud.
Aunque la OMS recomienda desde hace tiempo la descentralización sistemática de la atención de salud mental a los entornos comunitarios, sólo 25% de los países que respondieron “cumplían todos los criterios para la integración de la salud mental en la atención primaria”, puntualizó el comunicado de la entidad.
“Aunque en la mayoría de los países se ha avanzado en materia de formación y supervisión, el suministro de medicamentos para las enfermedades mentales y la atención psicosocial en los servicios de atención primaria siguen siendo limitados”, afirmó.
Finalmente, este año se publicó una nueva edición del Atlas de Salud Mental con metas que procede del Plan de Acción Integral de la OMS, que fue ampliado hasta 2030.
El documento “incluye nuevas metas para la inclusión de la salud mental y el apoyo psicosocial en los planes de preparación para emergencias, la integración (…) en la atención primaria de salud y la investigación”.