viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Acabar con los estigmas, proyectar nuestro futuro y enfrentar la crisis global

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Por Luis Esterlizi (*)

“El hombre mira, palpa, observa. Ve lo dicho y lo hecho. Ve la flagrante contradicción y se detiene bloqueado por tenuidades inconcretables. Todos mienten y no sabe por qué… ¿Qué maleficios oculta esta inmensidad vacía, esa inhumanidad implacable, ese Estado rígido y enemigo de él, de él que le sostiene en sus lomos como una cariátide silenciosa? ¿Cómo humanizar esa hercúlea construcción, darle pulso, su amor, su tono? Hay algo que lo vence en la tiniebla del pleno día y le compele a sumergirse una vez más en sí mismo, a esconderse en su cubil desde donde espía al mundo por una rendija, a cubierto, en su recogimiento estremecido. Ya todo en él es titubeante, dudoso y controvertible. El mundo es una selva de mentiras en que se extravía y avanza al tuntún. Está solo con la pureza de su verdad en su corazón.” (Scalabrini Ortiz en El hombre que está sólo y espera)

La atrocidad del presente

El párrafo del libro “El hombre que está solo y espera”, describe la angustia del hombre que sufre la crisis del 30, las implicancias de la “Década Infame” y las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, para compararla con la actual decadencia política, económica y social que hoy padecemos, ante un mundo subvertido en sus razones esenciales que amenazan su propia existencia.

Enfrentamos el irrespetuoso avance de una economía marcadamente materialista que ha descuidado tanto la preservación del medio ambiente como el desarrollo social de las comunidades. Al mismo tiempo el avasallante despliegue de un tecnicismo exultante parece no encontrar horizontes y objetivos claros y precisos para servir a la humanidad en forma armónica y equilibradamente integrada a la naturaleza.

La mayoría de los casos son producto de intereses irreflexivos que con instituciones y sistemas de gobernanzas despliegan sus pretensiones en complot con corporaciones financieras que esparcidas en todo el mundo, depredan la naturaleza, generan divisiones o guerras intestinas para distraer a los pueblos, se apropian de los recursos estratégicos o incentivan la sojización como parte de la especulación financiera.

Como subproductos de estos crímenes, van dejando a su paso la pobreza, la degradación social como el paulatino y constante aumento de la temperatura global haciendo que el efecto invernadero que era nuestro aliado, pase a ser un riesgo para nuestra supervivencia. La inundación de ciudades costeras, la desertificación de las zonas fértiles, los incontrolables incendios, el deshielo de masas glaciares y la proliferación de huracanes devastadores son sólo algunas de sus principales consecuencias.

Hacia dónde marchar

A modo de ir perfilando un pensamiento superador de tales cuestiones, es bueno conocer que el calentamiento global comenzó hace más de 180 años, mucho antes de lo que hasta ahora se creía y se debió al impacto que tuvo en el clima la revolución industrial, según un estudio internacional publicado por la revista científica Nature (23 de agosto de 2016).

La Universidad Libre de Berlín, una de las instituciones participantes en la investigación, avanzó admitiendo en que ésta es la principal conclusión de un estudio pionero del “archivo natural del clima” de los últimos 500 años (corales tropicales núcleos sedimentarios, estalagmitas, anillos en troncos y hielos) en ambos hemisferios. Además, el estudio dirigido por Nerilie Abram de la Universidad Nacional de Australia en Camberra recoge el análisis de distintos modelos de evolución del clima a lo largo de miles de años.

Las investigaciones muestran que el calentamiento de la Tierra guarda relación desde el principio, con el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero consecuencia de la revolución industrial”, explicó en un comunicado Jens Zinke, paleontólogo de la Universidad Libre de Berlín y coautor del estudio.”

Esta realidad, no debe llevarnos hacia absolutismos ni a restarle méritos a la evolución tecnológica, si tales políticas (como se está tratando mundialmente e incluso en Argentina) se planifican conjuntamente con el desarrollo social integral y abarcativo de pueblos, ciudades y regiones, mediante proyectos que armonizan la concurrencia de los factores naturales, tecnológicos, industriales, comerciales y de servicios, resguardando la calidad del habitad, como el empleo formal, la salud, vivienda y educación que hacen a la dignidad comunitaria.

Empresarios, otros sectores y también organismos públicos, a través de la confluencia público-privado promueven modelos de economía circular, empresas B y la automatización basada en generar valor y no sólo bajar costos, como parte de nuevos esquemas de negocios contemplando lo social y medioambiental.. 

Esto infiere que – como en todo el mundo – lo fundamental es investigar, proyectar y generar formas de vida que paulatinamente restablezcan el equilibrio y la armonía entre humanidad y naturaleza para reinstalar una de las tesis esenciales que tiende a la preservación de las especies y las riquezas naturales bajo un ecosistema integralmente sustentable.

Triple desafío

La campaña electoral que muestra poca o nula participación popular no es por la pandemia sino mérito de una dirigencia en declinación e incapaz de acabar con los estigmas nacionales, proyectar un futuro trascendente y preocuparse por cómo enfrentar la crisis mundial. 

Frente a este escenario, existe solo una oportunidad y es la que como sociedad, hace años debimos haber asumido y no creer que un Líder o un Presidente puedan resolver semejante crisis sin el concurso organizado del pueblo.

Las fortalezas y debilidades nacen con nosotros y sólo bajo el imperio de tesis esenciales emerge la fuerza espiritual que potencia nuestra convicción para impulsarnos a ser artífices del destino eminente de la Argentina.

Ya no quedan excusas y como hijos y herederos directos de este país, debemos resolver nuestra crisis, formular la estrategia de un Proyecto Nacional y asumir el compromiso de combatir la tragedia mundial. 

Para ello, lo primero es reconstruir la unidad de los argentinos detrás de propuestas que nos den una identidad propia para luego intentar la integración continental por un destino común, expandiendo nuestros atributos y virtudes por medio de la investigación, nuestra calidad laboral, evolución industrial y tecnológica, nuestros recursos y energías renovables y la preservación del medio ambiente. 

Para ello empecemos por:

  • Restablecer – bajo el principio de autoridad – la institucionalidad que nos permita superar la mediocridad actual, desterrando la controversia partidaria, sectorial, clasista o religiosa y construir un ámbito de coincidencias esenciales, que resuelva nuestra crisis y enfrente las contingencias de un mundo complejo e impredecible, bajo la premisa de:
  • Integrar a la participación de los partidos a los representantes del trabajo, la producción, del comercio y los servicios, como así también de los sectores sociales, culturales y tecnológicos para: 
  • Conformar el Congreso para la estrategia nacional, donde participen los representantes de la sociedad organizada, con la misión de consensuar un plan emergente que resuelva definitivamente los graves estigmas sociales, establezca los ejes medulares de un plan estratégico nacional y la proyección de Argentina en el mundo. Para ello: 
  • Realizar previamente un censo poblacional, que diagnostique cual es la real magnitud del drama social y poder diseñar con precisión los planes de estudio, capacitaciones y empleabilidad de la población desocupada, como también referencias sobre salud, vivienda y servicios básicos insatisfechos, a través de:
  • Instituir en paralelo, el funcionamiento de un equipo como inter/comisión que analice, proyecte y proponga estrategias sistémicas, para políticas públicas en base al desarrollo integral de los conjuntos sociales insertos en territorios, ciudades y regiones. Debe contemplarse nuevo perfil tecnológico, productivo e industrial, expansión continental y mundial, manteniendo nuestra independencia, preservando los recursos estratégicos, la soberanía de nuestros territorios, aire, ríos, plataforma marítima y la proyección sobre el atlántico Sur.

Conclusión

El modelo actual está agotado, la crisis es integral y comenzar a superarla tal vez sea peor que empezar de cero. Terminar con la pobreza, la economía informal y la falta de ética y moral de la dirigencia e instituciones, será síntoma evidente del inicio de un proceso de cambio trascendente.

Desandar ese arduo camino de la reconstrucción nacional nos permitirá – con nuestros valores y virtudes – enfrentar las contingencias de un mundo nuevo, dinámico y complejo, sabiendo que bajo el predominio de la ética y moral de cada uno, aseguraremos la prosecución del proceso, hasta el cumplimiento de las metas propuestas.

Llevamos muchos años frustrados de democracia, porque no supimos o no pudimos superar nuestras debilidades desaprovechando las fortalezas que nos legaran muchos argentinos que dieron su vida intentando construir una gran Nación.

¡No los defraudemos más!

(*) Presidente del Foro Productivo Zona Norte.

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