En esta época que nos toca vivir, todos hemos tenido que acomodarnos, reinventarnos y aprender nuevas modalidades. Los mediadores, quienes no hemos quedado ajenos a esta “nueva normalidad”, día a día nos formamos y practicamos a fin de poder seguir trabajando y mediando. Quizá para algunos les resultó más fácil la incorporación de la tecnología que para otros; pero todos realizamos -y seguimos realizando- un gran esfuerzo.
El año 2020 quedará grabado en la memoria de todas las personas; la pandemia que estamos atravesando vino a poner de cabeza nuestras vidas, lo que era considerado normal y cotidiano dejó de serlo y de repente nos encontramos ante una realidad a la cual debíamos hacerle frente. Esta etapa ha provocado en las personas muchísimos sentimientos, sobre todo negativos, por pérdidas personales, económicas, materiales y sociales. La incertidumbre reinante genera una gran ansiedad e inseguridad en el futuro. Frente a todo este panorama tan incierto, los mediadores logramos que la pandemia no nos inmovilizara, le encontramos la vuelta y pudimos volver a mediar, claro está, de una manera muy diferente a como estábamos acostumbrados, pero igualmente eficaz: ¡sólo es cuestión de acostumbrarse!
Incorporar las mediaciones virtuales con todo lo que ello implica, es decir, saber manejar las plataformas virtuales, llenar toda la documental, saber compartirla, realizar captura de pantalla. Además, poder recibir a las partes y sus letrados, explicarles el manejo y el procedimiento claramente, lograr empatía y trabajar sobre sus necesidades, entre otras cuestiones. Sumado a todo ¡esperar que no se corte la conexión a Internet! ¡Que ambas partes puedan conectarse a la plataforma y que todos nos veamos y escuchemos bien! Evidentemente son muchos los requisitos que el mediador debe cumplir a la perfección para que una audiencia pueda celebrarse con normalidad. Se trata de una capacitación continua y permanente en todas las temáticas que surgen en mediación anexando ahora también todo lo relacionado a la tecnología. Es por todo esto que considero necesitamos revalorizar nuestra profesión, para la que nos formamos, la que realizamos con tanta pasión, que abrazamos y defendemos.
Algunas veces, existen mediaciones en las que la sensación que queda luego de una audiencia es la de ser administrativos: llenar formularios, compartirlos y explicarles cómo deben hacer para ratificarlos, si es que corresponde o no subirlos al SAC. Y luego insistir y hasta justificar ante las partes nuestros honorarios para que los abonen. Cuando las mediaciones son tomadas como mero trámite, previo y obligatorio para cumplir la etapa prejurisdiccional, pareciera que desvirtúa o modifica toda nuestra función, todo nuestro trabajo y es así que luego de estos procesos quedamos con esa sensación de poco; un tanto insatisfechos y esperando que en la próxima causa sí podamos trabajar y lograr que esas partes sientan que el paso por la mediación no fue simplemente obligatorio y necesario para cumplir con la etapa obligatoria, sino que pudieron mejorar en mucho -o al menos un poco- su situación anterior.
Claro está que existen otras mediaciones, en las que -aun a la distancia y a través de la tecnología- se realizan procedimientos en los cuales realmente podemos trabajar con las partes; ellos logran comprender y manifestar sus necesidades, con buena voluntad y entendimiento mutuo. Así, los participantes, con nuestra guía y el asesoramiento de sus abogados, pueden lograr un acuerdo beneficioso para todos. En estas situaciones nosotros, como mediadores, podemos reivindicar nuestro trabajo, podemos sentirnos como un engranaje importante del sistema. Donde esta etapa pre sirvió para evitar la otra etapa, es decir el juicio. O quizá, si bien no se logró sortearla, la mediación sirvió para que las partes pudieran escucharse y comunicarse terminando de una manera mucho mejor de como empezaron. En estos casos, nuestra sensación es diferente; lograr que los participantes tengan esa mirada al futuro en busca de bienestar y que el conflicto que los trajo a mediación sea total o parcialmente superado, es sumamente gratificante.
Reivindiquemos nuestra profesión; la mediación, cualquiera sea la especialidad, es una gran herramienta como método de resolución pacífica de conflictos. Debemos prestarle especial atención a esta posibilidad que tenemos como sociedad a fin de aprovechar, sea a través de reuniones presenciales o virtuales, la utilidad que realmente ofrece.
Aunque a veces simplemente llenemos formularios, otras veces “bien vale la pena”, el poder formar parte de ese cambio y de la satisfacción que experimentan los mediados.
* Abogada, mediadora