Lo indicó la psicóloga Leticia Palmes, especialista en el área de Capital Humano y fundadora del espacio de asesoría Labormente
En momentos en los que el mundo enfrenta una situación de incertidumbre inédita y de crisis sostenida en lo individual y lo colectivo, reivindicar los espacios de trabajo como anclajes subjetivos puede orientar la labor de las organizaciones.
Aún frente al turbulento escenario que enmarca la pandemia de coronavirus y las posibles nuevas restricciones a la circulación que pueden aplicarse en el país y el mundo, el ámbito laboral ofrece nuevas oportunidades de avance en cuanto a comportamientos, emociones y propósitos.
Para esto, resulta fundamental la labor de los profesionales de las áreas de capital humano, quienes -además de impulsar técnicas de mejora de la productividad- también se encuentran en la tarea cotidiana con la gestión de las conductas y los sentimientos que atraviesan a cada individuo que integra las organizaciones.
Para profundizar en estas cuestiones, Comercio y Justicia dialogó con Leticia Palmes, licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y especializada en psicología laboral. Recientemente, la profesional fundó un espacio de asesoría y consultas para individuos y empresas, bajo el nombre de Labormente, con el objetivo de acercar pautas para mejorar el clima laboral para el logro de los objetivos organizacionales.
Los aportes de Palmes se refieren fundamentalmente a la necesidad actual de desarrollar nuevas estrategias de comunicación que fomenten la cooperación y la transformación de aquellos comportamientos que pueden generar malestar.
¿Por qué es importante abordar desde las áreas de recursos humanos la cuestión de la conducta de los equipos en la organización?
En cualquier tipo de organización, interactúan personas que cumplen distintos roles: operarios, jefes, directivos. Todas estas personas tienen determinados comportamientos que no siempre son los mismos, y dependen de las características personales y las funciones en cada institución. Por lo tanto, las áreas de recursos humanos deben considerar el comportamiento organizacional.
Por supuesto, sobre la base de estos comportamientos, se van a construir el clima laboral, la motivación, la productividad, los resultados. Y por eso este tema es una de las bases de estudio en los recursos humanos.
¿Cómo se puede trabajar para modificar las conductas que resultan contraproducentes para la productividad o para los vínculos interpersonales?
En la organización, cada persona tiene su estructura de personalidad, sus valores y sus características que, en general, no se pueden modificar. Lo que sí se puede hacer es, cuando surgen conductas molestas que hieren o que incomodan, utilizar estrategias específicas para lograr un cambio.
Lo importante es apelar a que la persona, a través de la comunicación no violenta, pueda describir el comportamiento ofensivo de otra persona, evitando las acusaciones y las formas defensivas o de ataque, procurando expresar el sentimiento sobre esa conducta que genera malestar, centrándose puntualmente en lo que sucede y no en las características de las otras personas. De lo contrario, se pueden generar respuestas de huida y defensa, y no de transformación.
¿Qué es y en qué consiste una estrategia de “comunicación no violenta” en las organizaciones?
La comunicación no violenta es una forma de estructurar la manera en que nos expresamos y escuchamos a los demás. En vez de tener reacciones habituales de defensa o de ataque, se trata de poner en palabras lo que percibimos, lo que sentimos y lo que deseamos, expresándonos con sinceridad y claridad.
De esa manera, se pueden detectar y observar situaciones que nos afectan del otro.
El proceso de comunicación no violenta consiste en identificar esos actos concretos que observamos que afectan nuestro bienestar, cómo nos sentimos en esto que observamos, qué necesidades valores o deseos dan orígenes a nuestros sentimientos, y qué acciones concretas pedimos para ese cambio de conducta que necesitamos.
No se trata de aplicar esto sólo en la comunicación con el otro, sino también en la comunicación con uno mismo.
En el marco de la crisis derivada del covid-19 y de las medidas de restricción de la circulación, las organizaciones resultan hoy un espacio fundamental para los individuos ¿cómo fortalecer ese rol y potenciarlo para lograr mejores resultados en la labor? ¿cómo deben actuar los mandos medios y superiores ante esta coyuntura?
En estas situaciones de alta incertidumbre y crisis sostenida, los propósitos a nivel personal y a nivel organizacional son de gran importancia porque nos ayudan a transitar estos tiempos turbulentos donde no hay puntos de referencia.
“Me parece importante rescatar el valor del lenguaje positivo para enfrentar este momento y también para la transformación de la realidad”.
Leticia Palmes, licenciada en Psicología y especializada en Capital Humano
En esta época, el liderazgo y la gestión del cambio es clave, según lo que van demandando las nuevas realidades. Incorporar las nuevas tecnologías, simplificar procesos o construirlos y tener nuevos desafíos es fundamental.
Otra de las prioridades en el ámbito laboral es preservar la salud de los trabajadores, crear un ambiente psicológicamente seguro, reconocer el valor de cada persona, abordar lo emocional, trabajar sobre el concepto de alfabetización emocional que es aprender a identificar y validar las emociones, que son adaptativas. Más en este tiempo que las personas pasan por un sinfín de emociones constantemente.
Y todo esto tiene un efecto directo en la productividad y en el desarrollo de la organización.Algo que me parece importante es poder rescatar el valor del lenguaje positivo para enfrentar este momento y también para la transformación de la realidad. No gestionar desde el miedo y lo negativo, sino tratar de ver que los espacios de trabajo son clave para pensar la crisis como oportunidad de desarrollo y mejora.